1 de Marzo de 2020
Se han celebrado los Carnavales. Se han hecho muchas fiestas y nos hemos tomado una especie de vacaciones en la rutina de cada día.
Este miércoles la Iglesia nos proponía el Miércoles de Ceniza y los más ortodoxos nos recuerdan aquella especie de eslogan: "Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás". Imagino que eso y todas las penitencias y sacrificios que se proponían para el tiempo de la Cuaresma dieron sus frutos y probablemente también alguna conversión.
Hoy, sin embargo, me pregunto si el mensaje del evangelio es realmente ése. Que nos vamos a morir algún día, todos lo sabemos. Que dentro de unos años, una vez fallecidos, apenas si seremos un poco de polvo... También lo sabemos. Pero el mensaje apunta en otra dirección. Todo el mensaje del evangelio es para la vida, para esta vida. No es una conversión para que luego me premien con el cielo.
El texto tomado el evangelio de Mateo nos habla de las tentaciones de Jesús de Nazaret. Es más que probable que Jesús, a lo largo de toda su vida fue madurando y creciendo en su fe, en su confianza en Dios, en la esperanza e ilusión de la Buena Noticia del Reino de Dios... Y no faltaron tentaciones. El texto nos habla como de tres tentaciones: El propio interés (que las piedras se conviertan en pan). Su propia gloria (tirarse desde lo alto del pináculo del Templo y los ángeles lo recogerían). El poder y la dominación (todo esto te daré, el mundo entero, si me adoras).
Y la Iglesia, y nosotros mismos, nos enfrentamos a esas mismas tentaciones: Nos preocupa más nuestro bienestar, incluso nuestra salvación, que la fraternidad, la solidaridad, la justicia hacia los últimos.
La Iglesia, y nosotros mismos, nos importa más quedar bien (personalmente o como institución religiosa) que hacer el bien e intentar un mundo más humano.
La Iglesia, y nosotros mismos, seguimos pensando en una institución con poder, con gloria, con manifestaciones grandiosas... muy lejos de la propuesta de Jesús lavando los pies a sus seguidores...
José Antonio Pagola lo comenta así: "Siempre que los cristianos anteponemos nuestro bienestar a las necesidades de los últimos, nos alejamos de Jesús. Cuando los seguidores de Jesús buscamos «quedar bien» más que «hacer el bien», nos alejamos de él. El poder mundano es una oferta diabólica. Cuando los cristianos lo buscamos, nos alejamos de Jesús."
Ciertamente, la propuesta que nos hace de manera insistente y machacona es un caminar contracorriente: Dejar atrás poder, fama, riquezas, prestigio... Por ahí tiene que ir la senda de la Cuaresma, una revisión a fondo de nuestra manera de ser seguidores de Jesús. Con nuestras tentaciones y nuestras debilidades, claro.
Pero, ahí andaremos! Todo lo que nos ayude a entender mejor al Maestro y nos permita seguir sus huellas... bueno será!
Texto del evangelio de Mateo (4,1-11)
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