17 de Febrero de 2019
Hoy escuchamos el texto de las Bienaventuranzas... Escuchado y comentado de mil maneras. Y siempre nos ha parecido maravilloso, sublime, el deseo y la aspiración más grande de la humanidad...
Al mismo tiempo se nos hace difícil de entender y de aplicar.
Como escribe Fray Marcos: "Es el texto más comentado de todo el evangelio, pero es también el más difícil. Invierte radicalmente nuestra escala de valores. ¿Puede ser feliz el pobre, el que llora, el que pasa hambre, el oprimido?..."
Esa inversión de valores la vamos a encontrar en todo el evangelio, en todos los gestos y actitudes de Jesús. La llamada que hace a la conversión nada más comenzar..."porque el reino de Dios ya está entre vosotros..." reclama que nos demos la vuelta, que el primer valor, lo más importante está en el "hermano", el pobre, el débil, el despreciado...
Jesús, el Maestro, bien veía a su pueblo: a los marginados por la sociedad y por la religión (leprosos, enfermos "dominados por el diablo", gentes que apenas si podían sobrevivir...), familias endeudadas que terminaban viviendo como esclavos... Y, en medio de todo eso, proclama "dichosos los pobres...; los que lloran...; los que sufren..."
¿Cómo entender a Jesús?
"Mal si damos por supuesto que el pobre es dichoso por el hecho de serlo. Mal, si entendemos que al rico le basta con tener un espíritu de pobre, sin que eso le obligue a cambiar su actitud egoísta para con los demás..." (Fray Marcos)
Sólo si nos metemos en la dinámica de Jesús, si iniciamos ese cambio y conversión de nuestra escala de valores, podremos empezar a entender la proclamación del Maestro. Cuando toda la perspectiva que he puesto y asumido en mi vida es el mismo de Dios... El que hace salir el sol para buenos y malos, el que cuenta hasta los cabellos de tu cabeza, el que tiene en cuenta a los más débiles... Y ahí están todas las parábolas que Jesús propone para que vayamos entendiendo eso.
Dichosos (los pobres, los que lloran, los que sufren...) cuando empezamos a ver las cosas desde ese punto de vista.
Al mismo tiempo se nos hace difícil de entender y de aplicar.
Como escribe Fray Marcos: "Es el texto más comentado de todo el evangelio, pero es también el más difícil. Invierte radicalmente nuestra escala de valores. ¿Puede ser feliz el pobre, el que llora, el que pasa hambre, el oprimido?..."
Jesús, el Maestro, bien veía a su pueblo: a los marginados por la sociedad y por la religión (leprosos, enfermos "dominados por el diablo", gentes que apenas si podían sobrevivir...), familias endeudadas que terminaban viviendo como esclavos... Y, en medio de todo eso, proclama "dichosos los pobres...; los que lloran...; los que sufren..."
¿Cómo entender a Jesús?
"Mal si damos por supuesto que el pobre es dichoso por el hecho de serlo. Mal, si entendemos que al rico le basta con tener un espíritu de pobre, sin que eso le obligue a cambiar su actitud egoísta para con los demás..." (Fray Marcos)
Sólo si nos metemos en la dinámica de Jesús, si iniciamos ese cambio y conversión de nuestra escala de valores, podremos empezar a entender la proclamación del Maestro. Cuando toda la perspectiva que he puesto y asumido en mi vida es el mismo de Dios... El que hace salir el sol para buenos y malos, el que cuenta hasta los cabellos de tu cabeza, el que tiene en cuenta a los más débiles... Y ahí están todas las parábolas que Jesús propone para que vayamos entendiendo eso.
Dichosos (los pobres, los que lloran, los que sufren...) cuando empezamos a ver las cosas desde ese punto de vista.
"Se proclama dichoso al pobre, no la pobreza. Dichoso, no por ser pobre, sino porque él no es causa de que otro sufra. Dichoso porque a pesar de todo, él puede desplegar su humanidad..." (Fray Marcos)
Texto del evangelio de Lucas (6,17.20-26)
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