domingo, 27 de mayo de 2018

Dios como buena noticia

Domingo 27 de mayo de 2018

Resultado de imagen de la buena noticia de DiosEn estas últimas semanas he comenzado a participar en un grupo de reflexión cristiana. Se trata de personas jubiladas que deseamos acercarnos al evangelio y hacer nuestro el camino y proyecto de Jesús de Nazaret.
Tal vez el método no es el más apropiado; pero siempre es interesante encontrarte y compartir con otras personas la fe y la ilusión por la buena noticia del evangelio.

Esta semana la propuesta, según el guión, era la Santísima Trinidad. Un tema tan conocido, repetido y usado que hasta el plantearlo parece fuera de lugar. Otra cosa es que entendamos algo. Porque por más que los doctores, antiguos y modernos, quieran razonar y explicar lo que ellos entienden, nos quedamos siempre a oscuras. Dios, la Trinidad, las tres personas, una naturaleza... ¿Por qué no nos quedamos con el mensaje de Jesús de Nazaret? Se echa mano de los razonamientos de Pablo (San Pablo) y después de todos sus argumentos y razones creo que seguimos sin entender bien qué significa todo eso: las funciones y tareas que se aplican a "cada persona". Al Padre la creación. Al Hijo la salvación. Al Espíritu Santo la fuerza y los dones... Y me pregunto: Todo eso nos dice algo a nosotros, a nuestro mundo de hoy? Cómo vivimos y aplicamos todo eso a nuestra vida?

Rebuscando, como hago siempre, en los escritos de personas que conocen mejor los evangelios y profundizan en el mensaje de Jesús de Nazaret, me ha encantado encontrarme con este texto de José Antonio Pagola: "Los investigadores no dudan de un dato que recogen los evangelios. La gente que escuchaba a Jesús hablar de Dios y le veía actuar en su nombre experimentaba a Dios como una Buena Noticia. Lo que Jesús dice de Dios les resulta algo nuevo y bueno. La experiencia que comunica y contagia les parece la mejor noticia que pueden escuchar de Dios. ¿Por qué?
Tal vez lo primero que captan es que Dios es de todos, no solo de los que se sienten dignos para presentarse ante él en el Templo. Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión. No es propiedad de los piadosos que peregrinan a Jerusalén. Según Jesús, «hace salir su sol sobre buenos y malos». Dios no excluye ni discrimina a nadie. Jesús invita a todos a confiar en él: «Cuando oréis, decid: “¡Padre!”».
Pero fue sin duda la vida de Jesús, dedicado en nombre de Dios a aliviar el sufrimiento de los enfermos, liberar a poseídos por espíritus malignos, rescatar a leprosos de la marginación, ofrecer el perdón a pecadores y prostitutas…, lo que les convenció de que Jesús experimentaba a Dios como el mejor Amigo del ser humano, que solo busca nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño..."

Me parece estupendo, maravilloso. Eso de que escuchando y viendo como actuaba Jesús de Nazaret, experimentaban que Dios era "buena noticia". No se trataba de una "clase" de religión, una "explicación" de la Santísima Trinidad, ni siquiera de si Dios Padre es el creador, o el Espíritu Santo... No!  Dios, como buena noticia, que Dios es de todos, no solo de los que se sienten dignos para presentarse ante él en el Templo. Que Dios no está atado a un lugar sagrado. No pertenece a una religión... Cómo experimentaba Jesús a Dios y en su nombre entregaba su vida a hacer el bien, curar, aliviar, acercarse a los marginados...

Dios como Buena Noticia. Es eso lo que presentamos los actuales seguidores de Jesús de Nazaret? Acaso, yo mismo, lo siento y los experimento así?
Texto del evangelio de Mateo (28,16-20)

sábado, 19 de mayo de 2018

Respirar como Dios

Domingo 20 de mayo de 2018

Al celebrar la fiesta de Pentecostés, como hemos escuchado tantas veces, abundan las oraciones y plegarias pidiendo el "Espíritu Santo" y sus "siete dones"... Algo así como esperar que, también sobre nosotros, baje el Espíritu en forma de llamas de fuego. Por otra parte, el lenguaje que se suele emplear nos lleva a pensar y creer en esa tercera "persona" de la Trinidad como un "dios" diferente y con tareas y cometidos diferentes...
Ahora, en mi deseo de ahondar en el camino de Jesús de Nazaret, todo esto me crea confusión. Tengo que echar mano de los escritos de personas entendidas y profundamente entregadas al mensaje de Jesús. Y no es que crea que toda esa doctrina y todos esos rezos y oraciones sean cosas del pasado y que no valen para nada. No. Supongo que cada persona va haciendo su camino y encuentra ayuda en todo lo tradicional de la iglesia.
Sin embargo, me parece mucho más verdadero y comprometido tratar de seguir a Jesús en su propio estilo: Jesús nos habla de la buena noticia del Reino de Dios y nos da su modo de relacionarse con Él. Dios es papá-mamá, lleno de una ternura y compasión difícil de imaginar. Jesús se mueve y actúa según el aliento y la fuerza de Dios (ese aliento, ese respirar de Dios es lo que llama "espíritu", como se decía en su lengua -ruah- ) y cuando dice eso de "recibid el espíritu santo", como dice en el evangelio de Juan, es su deseo de que nosotros lo sintamos y lo vivamos como él mismo.
Fray Marcos dice: "Hoy sabemos que el Espíritu Santo es un aspecto del mismo Dios. Por lo tanto, forma parte de nosotros mismos y no tiene que venir de ninguna parte. Está en mí, antes de que yo mismo empezara a existir. Es el fundamento de mi ser y la causa de todas mis posibilidades de crecer en el orden espiritual..." 

Vivir al modo del evangelio es seguir las huellas de Jesús de Nazaret, su modo de actuar, su manera de relacionarse con las personas, su escala de valores y a medida que avanzamos podremos "respirar" con el aliento de Dios mismo. Cuanto más humanos somos, más aprendemos a ser solidarios, compasivos, entregados... Y cuanto más amamos, más nos parecemos a Dios mismo y nuestro aliento será el suyo. Un aliento santo, un respirar como él mismo. Juan en sus cartas nos transmite lo mejor que puede lo que escuchó al Maestro. "Dios es amor"... "El que no ama no ha conocido a Dios"... "El que ama ha nacido de Dios"... Entonces esa persona respira como Dios, tiene su aliento, su espíritu. Entonces no es que tenga que venir el "Espíritu Santo"... Es que cuando seguimos su estilo de vida, estamos dejando que Dios se manifieste en nuestras acciones.

Añado este párrafo del comentario de Fray Marcos: "La presencia de Dios en nosotros nos mueve a parecernos a Él. Pero si tenemos una idea de Dios como poder, señorío y mando, que premia y castiga, intentaremos repetir esas cualidades en nosotros... El único lenguaje que todo el mundo entiende es el amor. Si descubrimos el Dios de Jesús, que es amor total, intentaremos repetir en nosotros ese Dios, amando, reconciliando y sirviendo a los demás. Esta es la diferencia abismal entre seguir al Espíritu o nuestro espíritu..."
Texto del evangelio de Juan (20,19-23)

domingo, 13 de mayo de 2018

Qué hacéis ahí parados

Domingo 13 de mayo de 2018

Resultado de imagen de id al mundo entero y proclamad el evangelioEn la eucaristía de hoy hemos recordado y  celebrado la "Ascensión del Señor". A lo largo de tantos años he escuchado y leído el relato que nos traen los evangelios (parecido en unos y otros) y era una celebración más con sus detalles de "esperanza" para los que todavía caminamos por estos caminos de la tierra y de alegría porque nos daba una certeza a la que agarrarnos y a la que contábamos alcanzar.

Ahora, a medida que intento reflexionar y hacer mío el mensaje de la buena noticia del evangelio, siento que cada paso que doy me remite al comienzo, a ese primer anuncio que ponen los evangelios en boca de Jesús de Nazaret: "Os traigo una buena noticia: el reino de Dios está cerca... Convertíos, cambiad. Ya está en medio de vosotros..."

Entiendo bien lo que comenta Inma Calvo en la introducción de ecleSALIA.net: "La fiesta de la Ascensión parece que nos encuentra mirando con perplejidad al cielo y oímos la voz que nos dice: “¿Qué hacéis ahí parados…?” “Id por todo el mundo proclamando la buena noticia a toda la humanidad.” La fe en el mensaje de Jesús es el antídoto contra la parálisis que nos producen las malas noticias y el desánimo..."

Y es así como voy entendiendo que muchos de los que nos llamamos "cristianos" o seguidores de Jesús de Nazaret nos hemos contentado con los recuerdos, celebraciones, fiestas y toda clase de ritos olvidando lo esencial... Como si nos hubiéramos quedado, efectivamente, "parados mirando al cielo..." esperando que llegue nuestra incorporación a la resurrección y ascensión del Señor.

Fray Marcos lo comenta así: "El fin del periplo humano de Jesús da paso al comienzo de la nueva comunidad. Podemos considerar la Ascensión como el final de una etapa en la que los discípulos tuvieron una experiencia singular y única de un Jesús vivo. Sería el momento en que los primeros cristianos dejan de estar pasmados y empiezan la tarea de llevar esa experiencia a todos los hombres. Dejan de mirar hacia el cielo y comienzan a mirar a la tierra..."

Tanto nos han predicado sobre la vida eterna, la salvación, la redención de los pecados y todo lo que requiere (sacramentos, devociones, plegarias y oraciones) que lo de la buena noticia se nos quedó como olvidada. José A. Pagola lo percibe así: "Quienes se acercan hoy a una comunidad cristiana no se encuentran directamente con el Evangelio. Lo que perciben es el funcionamiento de una religión envejecida, con graves signos de crisis. No pueden identificar con claridad en el interior de esa religión la Buena Noticia proveniente del impacto provocado por Jesús hace veinte siglos..."

Creo, como bien insiste Pagola, que lo que tenemos que hacer es volver a empezar. Retomar el evangelio, la buena noticia de Jesús de Nazaret y hacerla nuestra, de cada uno, de manera que lo más importante en nuestra vida sea ese "cambio" y creer de verdad en el reino de Dios, ese mundo nuevo que nos hace a todas las personas "hermanos" con un gran sentido de solidaridad y compasión. Que tengamos claro que el proyecto de Jesús no acepta más señor que a Dios (vivo y presente en el hermano, en especial en los más débiles y marginados). Que eso es lo único importante. Y queremos hacerlo como comunidad, como grupo, como pueblo. Nos juntamos, oramos juntos, hacemos la fracción del pan reviviendo el camino de Jesús e intentamos que nuestro entorno sea más humano, más lleno de amor y atención.

Texto del evangelio de Marcos (16,15-20)


sábado, 5 de mayo de 2018

Que mi alegría esté en vosotros


Domingo 6 de mayo de 2018

Imagen relacionadaEl texto que escuchamos hoy tomado del evangelio de Juan es todo un discurso que el evangelista pone en boca de Jesús. Imagino que es una forma de presentar una reflexión 
de lo que vivían aquellas primeras comunidades de seguidores. Lo que más impactó a todos aquellos hombres y mujeres en su relación con Jesús de Nazaret.

Muy frecuentemente nos encontramos con textos de iglesia escritos seguramente por personas muy entendidas en todo lo que es religión, teología e iglesia y a mí, personalmente, me produce la sensación de escuchar un lenguaje extraño, una manera de hablar que requiere interpretación o estar iniciado en los secretos del más allá.

Y me pregunto: ¿Por qué nos hablan así? ¿Es que no quieren que entendamos? ¿O es que tienen que demostrar que saben mucho más que nosotros?

Escucho y leo las palabras del evangelio y me asombra esa insistencia en poner palabras difíciles a algo que cualquiera puede entender: "Amaos unos a otros..." "Que mi alegría esté en vosotros..." "Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando..."

Siendo todo esto el mensaje más importante de la buena noticia, no deja de extrañar que a la iglesia (a los seguidores de Jesús de Nazaret) no se la vea con esa característica: la alegría del amor. Y lo expreso así porque eso es precisamente algo que, de una forma o de otra, todos hemos experimentado: Enamorarnos, amar, vivir eso tan especial que es lo de sentirse amado... y amar. Parece que el mundo cambia, que lo que nos ocurre es lo más grande... Pues bien, Juan en su evangelio (y en sus cartas) lo interpreta de esa manera: "Dios es amor... El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios..." Y de ahí la alegría que tiene que invadirnos y poner una sonrisa permanente en nuestro cuerpo. 

José A. Pagola lo comenta así: "Quizá los cristianos de hoy pensamos poco en la alegría de Jesús y no hemos aprendido a «disfrutar» de la vida, siguiendo sus pasos. Sus llamadas a buscar la felicidad verdadera se han perdido en el vacío tal vez porque seguimos obstinados en pensar que el camino más seguro de encontrarla es el que pasa por el poder, el dinero o el sexo... "

Entender que Dios está dentro de nosotros, no en el más allá. Que ya nos ha dado todo y que lo que tengo que hacer es dejar aparecer en mí el amor que he recibido. Lo mismo en todas las otras personas.

Me gusta cómo los expresa Fray Marcos: "Os he hablado de esto para que vuestra alegría llegue a plenitud. Es una idea que no siempre hemos tenido clara en nuestro cristianismo. Dios quiere que seamos felices con una felicidad plena y definitiva, no con la felicidad que puede dar la satisfacción de nuestros sentidos. La causa de esa alegría es saber que Dios comparte su mismo ser con nosotros..."
No me elegisteis vosotros a mí, os elegí yo a vosotros. Debemos recuperar esta vivencia. El amor de Dios es lo primero. Dios no nos ama como respuesta a lo que somos o hacemos, sino por lo que es Él. Dios ama a todos de la misma manera, porque no puede amar más a uno que a otro. De ahí el sentimiento de acción de gracias en las primeras comunidades cristianas. De ahí el nombre que dieron los primeros cristianos al  sacramento del amor. “Eucaristía” significa exactamente acción de gracias..."
Sí, tiene razón. Esa vivencia constante del "amor" que Dios ha puesto en cada uno de nosotros tiene que cambiar nuestra cara y nuestra actitud. Hacia nosotros, primero. Y hacia todos los demás. Si no lo experimentamos, será difícil que nosotros como iglesia o como seguidores del Maestro podamos dar a conocer la "buena noticia" del reino de Dios.
Texto del evangelio de Juan (15, 9-17

Se acerca vuestra liberación

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