lunes, 10 de abril de 2017

Una lectura diferente

Domingo 9 de Abril de 2017

Ya estamos en Semana Santa y vuelven a ser noticia las procesiones, las ceremonias religiosas y tantas manifestaciones que de una manera o de otra vivimos cada año.
Resultado de imagen de la cruz de jesúsQuizás una de las cosas que más me cuesta aceptar es la manera de explicar y presentar la Pasión de Jesús de Nazaret.
Aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús de Nazaret sufrieron tal choc con ese final tan terrible del Maestro que echaron mano a todo lo que sabían y podía ayudarles: los textos de los profetas, ciertas tradiciones del pueblo judío, los salmos... Incluso las cartas que escribe Pablo a las comunidades están llenas de razonamientos y argumentos que intentan ayudar a asumir ese final en el que Jesús termina "como un esclavo", con una "muerte en la cruz" como un malhechor.
A partir de ahí, la iglesia ha elevado de tal forma la figura de la cruz que ya ha perdido toda la fuerza y el impacto que supuso. Se habla de categoría de Dios, de una muerte por los pecados de los hombres, de la cruz que nos salva, del sufrimiento como camino hacia la resurrección... Y de ahí, la adoración, el convertir en sagrado el templo, los ritos, las ceremonias, las personas que lo rodean alejándonos más y más del mensaje y proyecto de Jesús de Nazaret.
Y es que la pasión y muerte violenta de Jesús es consecuencia de su opción por el reino de Dios, por la buena noticia, por ese estilo nuevo de humanidad en el que la persona (hombre, mujer, niño, niña) son más importantes que los ritos y ceremonias; que "el sábado es para el hombre y no al revés..."; que más vale la compasión que las ofrendas; que si vas al templo o a misa y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra tí, deja todo eso y ve a reconciliarte con tu hermano...; que lo sagrado y donde debemos adorar a Dios, en espíritu y verdad, no es en Jerusalén o en Roma o en la iglesia de tu pueblo... sino en la vivencia de la fraternidad, la solidaridad y la justicia.
De ahí que nos haga falta una lectura diferente. Por eso voy a citar a personas que nos entender mejor y a vivir la semana santa siguiendo las huellas de Jesús de Nazaret.

José Antonio Pagola comenta: "La ejecución del Bautista no fue algo casual. Según una idea muy extendida en el pueblo judío, el destino que espera al profeta es la incomprensión, el rechazo y, en muchos casos, la muerte. Probablemente, Jesús contó desde muy pronto con la posibilidad de un final violento... Pero Jesús no fue un suicida. Tampoco buscaba el martirio. Nunca quiso el sufrimiento ni para él ni para nadie. Dedicó su vida a combatirlo en la enfermedad, las injusticias, la marginación o la desesperanza. Vivió entregado a «buscar el reino de Dios y su justicia»: ese mundo más digno y dichoso para todos que busca su Padre."

Y Fray Marcos nos ofrece estos comentarios: "Pocos aspectos de la vida de Jesús han sido tan manipulados como su muerte. Llegar a pensar que a Dios le encanta el sufrimiento humano y que por lo tanto no solo hay que aceptarlo, sino buscarlo voluntariamente, ha sido tal vez la mayor tergiversación del Dios de Jesús. Desde esta perspectiva, es lógico que se pensara en un Dios que exige la muerte de su propio hijo para poder perdonar los pecados de los seres humanos. Esta idea es lo más contrario a la predicación de Jesús sobre Dios que pudiéramos imaginar.
1º La muerte de Jesús no fue ni exigida, ni programada, ni permitida por Dios. El Dios de Jesús no necesita sangre para poder perdonarnos. Seguir hablando de la muerte de Jesús como condición para que Dios nos libre de nuestros pecados, es la negación más rotunda del Dios de Jesús. Esa manera de explicar el sentido de la muerte de Jesús no nos sirve hoy de nada, es más, no mete en un callejón sin salida. La muerte de Jesús, desvinculada de su predicación y de su vida no tiene el más mínimo valor o significado.
2º La muerte en la cruz no fue el paso obligado para llegar a la gloria. El domingo pasado veíamos que la muerte biológica no quita ni añade nada a la verdadera Vida. Con vida plena puede uno estar muerto, y en la misma muerte biológica puede haber plenitud de Vida. Jesús murió por ser fiel a Dios. Jesús quiso dejar claro, que seguir amando como Dios ama, es más importante que conservar la vida biológica. No murió para que Dios nos amara, sino para demostrar que ya nos ama, con un amor incondicional."

Agradezco inmensamente a estos autores (y otros como ellos) que me ayudan a crecer en la fe y en la esperanza tratando de seguir al Maestro
Texto del evangelio de Mateo (26,14–27,66)

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