Domingo 12 de Marzo de 2017
Aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús de Nazaret se debieron preguntar muchas veces lo mismo que una vez preguntó él mismo: "Vosotros quién decís que soy yo?" Y el texto que hemos escuchado hoy (tomado de Mateo en el capítulo 17) es como la respuesta, desde la fe, de lo que sentían y creían: "Es mi hijo amado, el amado, mi predilecto. Escuchadlo".
Imagino que todos, de una manera o de otra, hemos encontrado en nuestra vida a otras personas que se han convertido en nuestra referencia por su manera de ser, por su modo de actuar, por su estilo de vida... Y, hoy, después de escuchar el texto del evangelio, me pregunto si Jesús de Nazaret es una referencia para mí. No me refiero a la vida espiritual o religiosa; sino a mi vida, a la manera de ver y entender, a mi actitud ante la sociedad que me rodea, el mundo en el que me ha tocado vivir.
Entiendo que Jesús entendió, sintió y vivió una experiencia de Dios tan especial, tan profunda y entregada que le impulsó a proclamar la "buena noticia" del reino de Dios. Todo su mensaje, al igual que su propia vida, está enfocado a darnos a conocer la ternura y compasión de Dios, nuestro padre que desea que la vida de las personas sea tan humana como Dios mismo. Y nos indica que Dios se encarna (se hace carne) en nuestro prójimo (el que cayó en manos de ladrones... -el buen samaritano-), en las personas marginadas y despreciadas... (Zaqueo, la mujer adúltera, los leprosos, los niños...). Y todas sus parábolas abundan en la misma idea. Así de sencillo, así de transparente. Sin la necesidad de dar razones y argumentos como solemos escuchar muchas veces a los maestros de religión.
Entonces, una vez que empiezas a entenderlo, resuena dentro de tí esa palabra final del mensaje: "Escuchadlo".
Ahora mismo tengo en mi mente e imaginación la imagen de niños y niñas "escuchando" una historia, un cuento...con esa atención que ponen, con la intensidad que tienen en su mirada metidos de lleno en la narración... Escuchadlo!
Algo así tiene que ser mi vida porque eso es lo que importa, lo que vale la pena.
Texto del evangelio de Mateo (17, 1-9)
Imagino que todos, de una manera o de otra, hemos encontrado en nuestra vida a otras personas que se han convertido en nuestra referencia por su manera de ser, por su modo de actuar, por su estilo de vida... Y, hoy, después de escuchar el texto del evangelio, me pregunto si Jesús de Nazaret es una referencia para mí. No me refiero a la vida espiritual o religiosa; sino a mi vida, a la manera de ver y entender, a mi actitud ante la sociedad que me rodea, el mundo en el que me ha tocado vivir.
Entiendo que Jesús entendió, sintió y vivió una experiencia de Dios tan especial, tan profunda y entregada que le impulsó a proclamar la "buena noticia" del reino de Dios. Todo su mensaje, al igual que su propia vida, está enfocado a darnos a conocer la ternura y compasión de Dios, nuestro padre que desea que la vida de las personas sea tan humana como Dios mismo. Y nos indica que Dios se encarna (se hace carne) en nuestro prójimo (el que cayó en manos de ladrones... -el buen samaritano-), en las personas marginadas y despreciadas... (Zaqueo, la mujer adúltera, los leprosos, los niños...). Y todas sus parábolas abundan en la misma idea. Así de sencillo, así de transparente. Sin la necesidad de dar razones y argumentos como solemos escuchar muchas veces a los maestros de religión.
Entonces, una vez que empiezas a entenderlo, resuena dentro de tí esa palabra final del mensaje: "Escuchadlo".
Ahora mismo tengo en mi mente e imaginación la imagen de niños y niñas "escuchando" una historia, un cuento...con esa atención que ponen, con la intensidad que tienen en su mirada metidos de lleno en la narración... Escuchadlo!
Algo así tiene que ser mi vida porque eso es lo que importa, lo que vale la pena.
Texto del evangelio de Mateo (17, 1-9)
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