Domingo 5 de Marzo de 2017
Hace ya mucho tiempo leí un comentario sobre las "tentaciones de Jesús". No recuerdo el autor. Venía a decir que lo más probable es que no fueran una anécdota vivida en el desierto antes de comenzar su vida pública (como se suele decir y como lo presenta el evangelio de Mateo). Es muy posible que esas tentaciones las tuvo a lo largo de su vida.
-"Si eres hijo de Dios..."
-"Si tanto confías en Dios..."
-"Todo será tuyo... si me adoras..."
Hemos metido a Jesús de Nazaret tanto en su papel de "Hijo de Dios", que todo resulta demasiado fácil: las tentaciones, los milagros, las discusiones con los rabinos y escribas, su condena y ejecución... Tenemos miedo de asumir que Jesús fue un hombre como nosotros. Como si al admitir su humanidad perdiera valor su mensaje y dejara de ser verdadero el anuncio de Buena Noticia del reino de Dios.
Me parece muy importante releer el evangelio desde esa perspectiva.
Jesús de Nazaret se siente movido por el "espíritu", experimenta en sí mismo el modo de entender de Dios (ver toda la tradición de los grandes profetas de Israel sobre la compasión y ternura de Dios; sobre la proclamación del año sabático de Dios; sobre la acogida a los extranjeros, atención a las viudas e indigentes). Siente que Dios (el único, el verdadero) quiere algo que está por encima de toda religión, de todas normas y mandatos: el amor al prójimo, la solidaridad, el poner como centro de nuestra vida a las personas comenzando por los más débiles y necesitados...
Y claro, siempre estaba la tentación ahí... Si eres hijo de Dios... Casi como una burla a su mensaje de buena noticia, a su proclamación de la llegada del reino de Dios.
Creo que también nosotros que intentamos seguir su camino, nos encontramos con las mismas tentaciones.
Clamo a Dios por los desastres que vemos en nuestro mundo. Me indigna el abuso de los poderosos. Me desanima ver la ostentación de dirigentes religiosos. Creo que es escandaloso el drama de la emigración.
Nuestra sociedad me presenta constantemente un camino y un modelo en los que lo más importante es "tener", consumir, alcanzar las mayores comodidades, gozar, disfrutar...
José Antonio Pagola lo comenta así: "Nuestra gran tentación es hoy convertirlo todo en pan. Reducir cada vez más el horizonte de nuestra vida a la satisfacción de nuestros deseos; vivir obsesionados por un bienestar siempre mayor o hacer del consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único de nuestras vidas..."
Antes se nos ponía "el cielo" como meta y como premio. Para ello servía la resignación, la penitencia, el sufrimiento, el aguantar... porque al final entraríamos en la gran fiesta del cielo.
Ahora parece como si hubieran suprimido el cielo... Y lo que importa es todo el consumo de aquí y ahora... Y ahí estamos: "si eres hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan..."
"La llamada de Jesús, sigue comentando J.A. Pagola, nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no solo de bienestar vive el ser humano. También los hombres y mujeres de hoy necesitamos cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad, desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar nuestra conciencia con responsabilidad, abrirnos al Misterio último de la vida con esperanza..."
No me dejes caer en la tentación.
No me dejes caer en la tentación.
Texto del evangelio de Mateo (4,1-11)
No hay comentarios:
Publicar un comentario