domingo, 4 de diciembre de 2016

Cambiar de rumbo

Domingo 4 de diciembre de 2016

Resultado de imagen de cambiad de rumboEn este tiempo de Adviento, preparación a la Navidad, los textos del evangelio que escuchamos y sobre el que reflexionamos nos llevan a ese punto de partida tal y como fue para aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús de Nazaret: "Convertíos, cambien de rumbo, el reino de Dios ya está aquí..."

En este domingo el evangelista pone en boca de Juan el Bautista esos gritos de urgencia para cambiar de vida, para planificar nuestra vida de otro modo.
Lo que ocurre es que, tal vez, nosotros vamos pensando que ya lo hicimos, que nos bautizamos y que vamos cumpliendo con los mandamientos de Dios y de la Iglesia. Y, quizás, ahí está nuestro error. Creer que ya nos hemos salvado, que estamos en el equipo de los buenos y tenemos ya reservado nuestro asiento en el reino de los cielos.

Los fariseos eran personas muy religiosas, cumplidoras de todas las leyes y mandamientos, y sin embargo tanto Juan el Bautista como Jesús de Nazaret les gritaron que ése no era el camino, que había que cambiar... Y tuvieron que escuchar que el hombre era antes que el sábado (o día consagrado al Señor); que primero era la misericordia y la compasión que cumplir con los mandamientos; que poner atención en el hermano necesitado, en el oprimido, en el marginado, en el que está preso, en el que carece de vivienda, de comida, de ropa... era lo más importante. Y que si no cambiamos de estilo de vida, nos dirá simplemente "que no nos conoce..."

El comentario siguiente lo tomo de Fray Marcos: "Convertirse no es renunciar a nada ni hacer penitencia por nuestros pecados. Convertirse (metanoia), en lenguaje bíblico, es cambiar de rumbo en la vida...
Ninguna religiosidad que prescinda del hombre puede tener sentido, ni entonces, ni ahora. Los seres humanos somos muy propensos a dilucidar nuestra existencia relacionándonos directamente con Dios, pero se nos hace muy cuesta arriba el tener que abrirnos a los demás. Nos cuesta aceptar que lo que me exige Dios (mi verdadero ser) es que cuide del otro...
El Dios, con el que nos relacionamos prescindiendo del otro, es un ídolo. Convertirse no es arrepentirse de los pecados y empezar a cumplir mejor los mandamientos. No se trata de dejar de hacer esto y empezar a hacer aquello. No podemos conformarnos con ningún gesto externo. Se trata de hacerlo todo desde la nueva perspectiva del Ser. Se trata de estar en todo momento dispuesto a darme a los demás..."

Visto y entendido de esa manera, claro que nos cuestiona y nos deja incómodos... Cambiar de rumbo. A dónde tenemos orientada nuestra vida?
Texto del evangelio de Mateo 3,1-12

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