lunes, 17 de octubre de 2016

Justicia

Domingo 16 de octubre de 2016

Resultado de imagen de les hará justicia sin tardar
El texto que escuchamos en la eucaristía de este domingo pasado nos hablaba (una parábola de Jesús de Nazaret) de una viuda que reclamaba justicia a un juez que "ni creía en Dios ni en los hombres..." y no le hacía ningún caso. Hasta que se cansó de escucharla... Y Jesús concluía: "Si un juez injusto termina atendiendo a la pobre viuda, Dios vuestro padre dejará de escuchar los gritos y lamentos de tantos hombres y mujeres...?

Supongo que eso lo hemos escuchado más de una vez. Que tenemos que orar. Que tenemos que pedir a Dios. Que no nos cansemos de rezar...
También supongo que todo eso que nos han enseñado sigue siendo verdad. Ponemos nuestro corazón y nuestra confianza en Dios nuestro padre. Y suspiramos por que "venga su reino... Y que se haga su voluntad también en nuestra sociedad, en este mundo nuestro".

Y me pregunto: Eso es todo? Le decimos al pobre y desvalido: Que Dios te ampare... O nos lamentamos de que los ricos y poderosos no hagan esto o aquello... Tal vez, incluso, nos contentamos con rezar unas oraciones por los marginados, por los que no tienen trabajo, por los ilegales y sin papeles...

Estaba reflexionando todo esto y me he encontrado con este comentario de J.A. Pagola: "Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos solo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso...
...¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: «Hacednos justicia»? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?

Una vez más ese clamor de tantas personas nos remite a la exigencia que conlleva el anuncio de buena noticia que es el evangelio. Algo que nos obliga a darnos la vuelta, a cambiar, a darle a nuestra vida un nuevo estilo, unos nuevos valores.
Así es como Dios, nuestro padre, hará justicia a todos esos hombres y mujeres que sobreviven casi únicamente con su aliento, con la miseria y con las migajas que "caen de la mesa de los ricos"...
Porque hacer justicia no es cumplir las leyes (esas normas que algunos hombres han propuesto para que ciertos actos sean legales o ilegales). La justicia va mucho más allá que la Ley... Abusos, desigualdades, marginación, privación de lo más elemental... Nada de eso puede ser legal. Por mucho que lo proclamen el Congreso, el Parlamento, el Senado...
Texto del evangelio de Lucas (18,1-8)

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