Domingo 7 de Febrero de 2016
En estos últimos días me preguntaba hasta qué punto "creo en Jesús de Nazaret".
Y no es una pregunta retórica. Tampoco es una pregunta sencilla.
A menudo hemos dado una respuesta llena de prácticas piadosas, de conocimientos recibidos en las charlas y comentarios de iglesia, de devociones y sacramentos que, digámoslo así, completan los requisitos para llamarse cristiano.
Pero siento que ésa no es una buena respuesta.
Roger Lenaers en su libro "Otro cristianismo es posible" me ha ayudado mucho a comprender el alcance de la pregunta. Creer en Jesús de Nazaret.
Está muy lejos del saber y de la acumulación de conocimientos.
Significa mucho, mucho más que todas las prácticas piadosas y devociones.
Creer en Jesús... Diría que, ante todo, es un enamoramiento. Y ahí entra todo lo que podemos llegar a pensar y a decir de la persona a la que decimos amar con todo el corazón.
"Por tu palabra, echaré las redes..." Es lo que le dice Pedro (que es un pescador de toda la vida) para volver a echar las redes en un lago en el que ha pasado toda la noche sin pescar ni un solo pez y que conoce de toda la vida.
Por tu palabra. Por tí. Porque me fío. Porque pongo toda mi fe en tí...
Aquí seguimos tratando de digerir los resultados de las últimas elecciones. Cada uno según su manera de pensar y según su criterio, ha puesto su confianza en un político o en otro... Sus palabras, sus promesas, sus proyectos... ¿Serán verdaderas? ¿Me puedo fiar?
A medida que crecemos en edad también vamos acumulando experiencias. Y los políticos y sus promesas son... palabras que lleva el viento (al menos en muchos casos).
De ahí mi pregunta de hoy. Creo en Jesús de Nazaret? Me fío? Asumo su proyecto como algo vital, como algo que implica toda mi vida?
Naturalmente no hablo de conocer y aceptar los milagros, saber sus palabras, cumplir con ritos y mandamientos eclesiásticos... No, estoy pensando en un estilo de vida que me comprometa hasta la raíz. Y su manera de hacer, su proyecto, es que el reino de Dios llegue a nosotros, que se haga realidad en mí.
Se trata de ese cambio y conversión que ponga nuevos ojos y nuevo corazón para ver a Dios que se encarna en los más débiles y desvalidos de manera que me compromete y afecta hasta lo más profundo.
"Por tu palabra..."
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