Domingo 20 de Diciembre de 2015
Ya estamos en vísperas de Navidad. El texto de Lucas, al igual que todo lo que escribe en sus primeros capítulos es la expresión de la primera comunidad de seguidores que apenas si sabían cómo presentar a Jesús.
Pedro dirá que "pasó haciendo el bien y curando a todos los que estaban atormentados por el diablo".
En otras muchas ocasiones comentan los evangelistas lo que decía la gente: "Jesús habla con autoridad", "tiene poder sobre las cosas", su contacto tiene fuerza y cura... Es tan especial que lo ven transfigurado, como por encima de todo y tan cercano a Dios mismo...
¿Cómo describir y hacer conocer a Jesús a los nuevos seguidores del Maestro?
Aquellos hombres y mujeres echaron mano de su cultura y de sus escritos religiosos.
Y Lucas nos ofrece unos capítulos llenos de emoción, de ternura y de profundidad.
Quizás nos hemos quedado anclados en esas imágenes y preferimos llenarnos de emoción, colmar nuestra sensibilidad por medio de esas imágenes: el encuentro de las dos mujeres embarazadas (María e Isabel), el nacimiento en Belén, el anuncio de los ángeles, los pastores que acuden al portal... Y perdemos de vista al Jesús humano y real: su vida, sus actos, su mensaje, su estilo y modo de vida.
Sin embargo, hay un detalle que me llama la atención. Lucas pone en boca de Isabel estas palabras: "Dichosa tú porque has creído..." Resulta curioso porque eso mismo responderá Jesús cuando una mujer alaba a su madre y le dice: "Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que mamaste..." A lo que el Maestro responde: "Dichosos más bien lo que hacen la voluntad de Dios..." Dichosa la madre de Jesús porque creyó, porque se fió, porque (a pesar de que parecía una locura) adoptó el estilo de vida de su hijo. Creyó...
Y no debió de ser fácil. Parecía que a Jesús no le importaba nada, sino la buena noticia del reino de Dios. Y eso estaba bien lejos de lo que se aprendía en las sinagogas. Un Dios tan tierno, al que le llama "abbá" (papá), que pone su vista en los últimos y más pequeños y despreciados, que no mide según los mandamientos y reglas de la religión, que presenta la vida como una fiesta de hermanos en la que los que menos tienen son los preferidos y pasan delante...
Luego vino el desastre final (acusado, juzgado y condenado), asesinado en la cruz...
Por encima de todo, María creyó. Aquella comunidad de seguidores creyó en la buena noticia. Y Lucas escribe todo eso con todos los adornos e imágenes que permitían entroncar con las grandes aspiraciones de un pueblo (al que pertenecían el Maestro, María y la mayor parte de aquellos primeros seguidores.
Pero que no se me olvide: Estamos hablando del Maestro, de su buena noticia, de su estilo de vida. Eso es lo que importa.
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