Domingo 2 de Agosto de 2015
A lo largo de nuestra vida ( y tendría que decir que a lo largo de la vida de la iglesia) hemos leído el evangelio como si fuera un texto de religión (como materia que hay que aprender, como asignatura) y se recita en las eucaristías repitiendo enseñanzas "de toda la vida", como suele decirse.
Hoy, el texto de Juan recoge los comentarios que se hacen al día siguiente de la "multiplicación de los panes y los peces". Y en boca de Jesús pone esta frase: –Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
Entonces le dijeron:
–Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les contestó:
–Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed.
Y a partir de ahí, hemos centrado nuestra vida y nuestra práctica en el sacramento de la eucaristía como algo mágico, que nos salva de todo, que nos transporta a la vida del cielo y que nos hace prácticamente hijos de la divinidad. De ahí todo el culto fomentado de mil maneras: las exposiciones, las adoraciones, las visitas al santísimo, la riqueza y el arte que rodea los sagrarios, etc.
Me pregunto si, realmente, era éso lo que Jesús de Nazaret proyectaba. ¿Una religión con todos sus ritos, sus adoradores, sus servidores y sacerdotes...? ¿No era volver a la religión del Templo con sus sacrificios y ofrendas?
Comenta José Antonio Pagola: "Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de «creencias» y de «prácticas» a vivir como discípulos de Jesús?
La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús."
En estos últimos días hemos acompañado a un familiar en sus últimos días de enfermedad y de muerte. Una persona muy religiosa y devota, de gran fe y de gran entrega para que nada había más importante que sus oraciones y sus misas. Fiel discípula de lo que siempre se ha predicado y recomendado... No me cabe ninguna duda de que Dios (al que llamamos papá) la ha acogido y que ha alcanzado eso que llamamos "vida eterna" sea lo que sea lo que ello significa.
Pero yo me preguntaba si la orientación que nos da Jesús de Nazaret coincide con todo eso. Y no puedo menos de pensar que los muchos siglos de tradición en la iglesia ha ido distorsionando algo tan claro y diáfano como la propuesta de nuestro Maestro: "Convertíos y creed en la buena noticia... El trabajo que Dios quiere (de todos nosotros) es que creamos en el que nos ha enviado... Y hacer lo que Dios quiere es: Dar de comer el hambriento, de beber al sediento, acoger al necesitado, visitar al enfermo... Y si no lo hacemos, añade Jesús, nos dirá "no os conozco". En cambio, si lo hacemos es como recibir auténtico "pan del cielo". Y ya no tendremos más hambre o sed. Nosotros mismos seremos el hambre y la sed de los hermanos más débiles y marginados. Y nos convertiremos en pan y sangre, en comunión, en nueva vida en medio de este mundo, de esta sociedad tan rica y tan consumidora; pero tan hambrienta y sedienta. Y los hermanos (esos que no cuentan para nada y no son nadie), los muertos de hambre, comerán y reirán celebrando la vida que "Dios nos da".
En estos últimos días hemos acompañado a un familiar en sus últimos días de enfermedad y de muerte. Una persona muy religiosa y devota, de gran fe y de gran entrega para que nada había más importante que sus oraciones y sus misas. Fiel discípula de lo que siempre se ha predicado y recomendado... No me cabe ninguna duda de que Dios (al que llamamos papá) la ha acogido y que ha alcanzado eso que llamamos "vida eterna" sea lo que sea lo que ello significa.
Pero yo me preguntaba si la orientación que nos da Jesús de Nazaret coincide con todo eso. Y no puedo menos de pensar que los muchos siglos de tradición en la iglesia ha ido distorsionando algo tan claro y diáfano como la propuesta de nuestro Maestro: "Convertíos y creed en la buena noticia... El trabajo que Dios quiere (de todos nosotros) es que creamos en el que nos ha enviado... Y hacer lo que Dios quiere es: Dar de comer el hambriento, de beber al sediento, acoger al necesitado, visitar al enfermo... Y si no lo hacemos, añade Jesús, nos dirá "no os conozco". En cambio, si lo hacemos es como recibir auténtico "pan del cielo". Y ya no tendremos más hambre o sed. Nosotros mismos seremos el hambre y la sed de los hermanos más débiles y marginados. Y nos convertiremos en pan y sangre, en comunión, en nueva vida en medio de este mundo, de esta sociedad tan rica y tan consumidora; pero tan hambrienta y sedienta. Y los hermanos (esos que no cuentan para nada y no son nadie), los muertos de hambre, comerán y reirán celebrando la vida que "Dios nos da".
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