Domingo 8 de Febrero de 2015
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Después de tantos años, dentro de la iglesia, nos hemos acostumbrado a toda una serie de frases y tópicos que han hecho que nos quedemos casi casi con la cáscara del evangelio: las anécdotas, los sermones, las parábolas, los milagros de alguien que "es Dios", que "todo lo puede", que "está por encima de todos", que incluso es "el rey del universo"...
Hemos terminado por olvidar el mensaje mismo, la buena noticia del reino, la necesidad de la conversión, el nuevo estilo de vida, la alegría y la ternura de entender que Dios es nuestro padre, que la compasión y la solidaridad es lo primero.Marcos nos habla en el texto de este domingo de cómo Jesús "curaba enfermos y expulsaba demonios..." al tiempo que "predicaba" y anunciaba que había llegado el reino de Dios.
Eso de expulsar "demonios" nos suena a algo extraño y antiguo; pero creo que en nuestras vidas, en nuestra sociedad y en nuestro mundo, alimentamos demasiados demonios, cantidad de cosas y elementos que nos deshumanizan, nos hacen egoístas, rencorosos, violentos y opresores. Por eso es tan importante que iniciemos nuestra conversión hacia una manera de vivir al estilo de Dios (compasión, ternura, solidaridad).
Señala Marcos algo tan antiguo y tan actual. "Simón y sus compañeros le dicen a Jesús: Todo el mundo te busca..." Entonces y ahora "buscamos" a Jesús y a los santos cuando "necesitamos", cuando nos duele, cuando tenemos problemas, cuando las cosas van mal... Queremos milagros y curaciones. Si lo conseguimos, se nos pasa la devoción.
José Antonio Pagola señala y comenta:«Todo el mundo te busca». Pero Jesús no se deja programar desde fuera. Solo piensa en el proyecto de su Padre. Nada ni nadie lo apartará de su camino."
Hoy me quedo con esta reflexión: Jesús de Nazaret "sólo piensa en el proyecto de su Padre..." Una humanidad nueva, sin demonios, llena de compasión y solidaria, en la que la persona es lo más importante y los niños, los débiles, los oprimidos, los marginados, los despreciados pasan a ser los primeros.
Yo quiero apuntarme a ello y tratar de expulsar a todos los demonios que me rondan y hacen que sea menos humano.
Dice Marcos que "se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar..." Tiempo de meditar, de centrarse en el proyecto de su Padre...
Así queda clarísimo: Si no lo hacemos, nos quedamos en la superficie, en las apariencias, en ritos y apariencias bonitas pero que "no expulsan nuestros demonios" y seguimos con una vida descentrada.
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