domingo, 29 de junio de 2014

Para mí...¿quién es Jesús de Nazaret?

Domingo 29 de Junio de 2014

Supongo que ésa es la pregunta que todos debemos hacernos, al menos alguna vez.
Para mí, quién es Jesús de Nazaret?
No me refiero a lo que yo puedo saber de él, a la información que he recibido o que yo mismo he ido encontrando a lo largo de mi vida. No, no es nada de eso.
La pregunta hace referencia a mí mismo, a mi actitud, a lo que me afecta e implica.
Todos hemos pasado por diferentes etapas en las que hemos puesto nuestra confianza, nuestra "fe" en alguien o en algo... y que, al cabo de un tiempo, nos ha desengañado o defraudado. Directivos de empresa, políticos, profesores, incluso amigos.
Por otra parte, creo que hay bien pocas personas, situaciones o cosas, que nos afecten de manera profunda y logren dar un cambio radical a nuestra vida. Un accidente, una enfermedad, una muerte, una situación crítica... Sí, puede ser; pero que cambie radicalmente nuestra vida... Es posible?
A eso es a lo que me refiero.
Y creo que sí. Los modos y los medios son incontables.
Para mí, después de muchos años y de muchas cosas vividas, puedo decir que Jesús de Nazaret es algo fundamental en mi vida. Él es mi referencia y mi punto de apoyo. En este mundo y sociedad nuestros hay personas y cosas que me pueden gustar, incluso entusiasmar. Pero no son mi medida ni punto de confianza.
Creo en Jesús de Nazaret. Creo en su Buena Noticia, en su modo de vivir. Creo que Él me lleva hacia una humanidad nueva, un mundo solidario, justo, lleno de compasión y ternura, en el que la persona humana es el centro de atención, en especial lo más débiles y necesitados.
Creo, incluso, (como nos fue indicando el Maestro) que Dios se hace carne en todas esas personas. Y que si no somos capaces de descubrirlo y acariciarlo y mimarlo en la carne de esas personas despreciadas, violentadas, oprimidas y olvidadas... nunca entraremos en el Reino de Dios, ni llegaremos a esa fuente de energía y de vida que es Dios mismo que (como nos dice Jesús de Nazaret) se parece a ese padre bondadoso y tierno cuando nos ve regresar rotos, destrozados, cansados y sin esperanza. Un padre al que quiero llamar cada día papá.
Papá, que me esfuerce para que tu "reino" llegue hasta mi vida, a mi familia, a mi entorno, a mi sociedad y a mi mundo.
Texto del evangelio de Mateo (16,13-19)

domingo, 22 de junio de 2014

Hablamos de la vida

Domingo 22 de Junio de 2014

.
A lo largo de siglos los que presiden la Iglesia, los doctores y sabios, han desarrollado toda una doctrina sobre la Eucaristía y la han convertido en algo mágico, en algo milagroso que han conseguido que los seguidores de Jesús de Nazaret realicemos ritos y ceremonias que nos encaminan a una "salvación" individual y egoísta y a una relación con Dios alejada de la vida y de los hermanos.
La lectura de Juan, con todas sus reflexiones de tipo gnóstico, nos han llevado a unas interpretaciones que, a mi entender, están muy alejadas del mensaje de buena noticia que proclamaba Jesús de Nazaret.
Lo que me parece esencial es la proclamación y la demanda de "Vida" que Dios quiere para todos, en especial para los más débiles y despreciados de este mundo. Una vida digna, respetada, sin opresiones ni injusticias, sin violencia y compartida.
La eucaristía, la reunión en torno a la mesa del Señor, tiene que significar para todos nosotros el punto de arranque de una vida compartida y solidaria. Como dice Pablo, "recuerdo y vivencia de la muerte del Señor"... Que lo que nos une es la buena noticia del Reino, seguir el camino de nuestro Maestro (que bien puede ser el de su cruz y el de su muerte) mientras compartimos con los hermanos nuestros bienes y nuestras vidas.
Entonces la eucaristía, la comunión, la misa, tiene que adquirir ese punto comunitario en el que la compasión y la ternura de Dios se derrama en todos nosotros y nos lleva a mirar con nuevos ojos a la humanidad que nos rodea... Este mundo que se nos ha vuelto tan egoísta, tan individual, tan hambriento y sediento de poder, de riqueza, de beneficios y lucros... y en el que tantas y tantas personas se ven apartadas y marginadas, violentadas y oprimidas, despreciadas y olvidadas.
Deseo que cada vez que asistamos y participemos en la eucaristía todo nuestro ser se sienta como atravesado de todo ese dolor y de toda esa miseria... Y que la ternura y compasión de Dios nos empuje a proclamar con nuestras actitudes y con nuestras acciones que el pan que compartimos es "vida para el mundo".
Texto del evangelio de Juan (6,51-58)

domingo, 15 de junio de 2014

¡Vida para siempre!





Domingo 15 de Junio de 2014

Hoy celebra la Iglesia Católica la fiesta de la Santísima Trinidad y los sacerdotes se esfuerzan en predicarnos (y hasta explicarnos) el misterio de Dios (eso de Uno y Tres al mismo tiempo).
Una tarea imposible, como ya Juan escribió en una de sus cartas: "A Dios nadie le ha visto..."
Y lo que tenemos como revelación de Dios lo hemos recibido en forma de imágenes y envoltura cultural de hace muchos, muchos años.
Todo el empeño que ha puesto el hombre en traducir esas imágenes, en razonarlas y digerirlas por medio de sus argumentos resulta totalmente inútil.
Que si en los textos del Antiguo Testamento... Que si los Doctores de la Iglesia... Que si los Concilios primeros de la Iglesia...
Sólo son eso: explicaciones y revestimientos culturales que siguen dejándonos tan a oscuras como al principio.
Juan lo va a resumir: Dios es amor.
Y Jesús de Nazaret (nuestro Maestro y nuestra fuente primera) nos habla en parábolas, en comparaciones, en cuentos, en acertijos para explicarnos que "Dios es como el padre del hijo pródigo...", "...que es como la mujer que perdió una moneda...", "como el pastor que ha perdido una oveja...", "...como el padre que sabe todo lo que necesitamos...", "...como el ser más bueno del mundo que cuida de las flores y de los pájaros..." Y nos advierte que si no vivimos y respiramos como Dios mismo, no entraremos en el Reino. Vivir y respirar como Él = atender y cuidar del necesitado, del más débil, del pobre y del afligido, del olvidado y oprimido. Y respirar... es el aliento de Dios, su espíritu. Así lo decían en su lengua (Roah = aliento, espíritu).
Por eso entiendo que lo que importa no es que unos Doctores o unos Concilios dijeran que si era Un Dios y Tres Personas, que si Padre-Hijo y Espíritu Santo. No! Lo que importa es cómo vivimos esa vida de Dios. Porque si lo hacemos, es su Aliento el que nos da vida y convierte a los seguidores del Maestro en una auténtica comunidad de Hijos de Dios. Y tener ese Aliento (ese espíritu) es el que nos encamina hacia a la Vida que no termina nunca, a la Vida de Dios mismo.
Estoy pensando en una tía-abuela (muy mayor ella) que parece que ya le quedan muy pocos años (o tal vez días) de vida... Y siento que lo importante es caminar y vivir en esa dirección, con ese estilo de vida y con ese aliento... Hacia Dios. Hacia la vida para siempre.

Texto del evangelio de Juan (3,16-18)

domingo, 8 de junio de 2014

Así os envío yo

Domingo 8 de Junio de 2014

.
Odres Nuevos - Evangelio 8 junio 2014 color
"Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo."
Un mensaje que nos da el Maestro en estos días que celebramos su nueva vida (Pascua, Pentecostés...)
Un mensaje de Paz y un mensaje de Envío o de mensajería.
Entiendo que durante demasiado tiempo nos hemos centrado en todo lo que la institución Iglesia tiene de "sacramentos", de jerarquías, de aspecto externo... y hemos escuchado y nos han comentado los dones del Espíritu Santo, de los mensajeros, de la iglesia como portadora del mensaje (con el equívoco de confundirlo con la Verdad única) y, tal vez, se nos quedó dentro el mensaje mismo, la vida y la realidad de los hermanos.
Paz. Fruto de la compasión, de la solidaridad, de la justicia de la vida compartida. En tiempos pasados y ahora mismo nos encontramos con situaciones (sumamente injustas) en las que una gran parte de la población se ve violentada, sujeta, oprimida, privada de lo más elemental y lo aceptamos como si fuera normal, como algo que ocurre (sin culpa de nadie) al igual que la lluvia que cae o el viento o el sol. Y eso no es verdad. Dichas situaciones tan injustas y tan violentas son fruto de unas personas que ponen por delante su dinero, su poder, su bienestar, su comodidad, su prestigio... Y así no es posible la Paz.
Estos días se discute si (en España) queremos Monarquía o República... Y mientras de discute y argumenta, veo un dibujo en el que se le hace la pregunta a un pobre hombre. A todo eso responde: "Lo que quiero es trabajo". 
Hago mías las palabras de José Antonio Pagola: "Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando lo que es saborear la vida desde dentro..."
La Paz sólo la podemos entender y vivir en la Vida (de las personas). Y la Vida sin paz... tiene mucho de Infierno.
Y Jesús de Nazaret, nuestro Maestro, nos envía a llevar Paz, a hacer realidad el mensaje que nos viene dando, la buena noticia del Reino.
Y esa nota final en la lectura de hoy: "A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"... El hecho de que la iglesia haya atribuido esto de perdonar o retener a los sacerdotes (obispos, etc) me parece que no ha sido ningún bien. Ellos se convirtieron en "jueces" (con poder y dominio) y los fieles (los cristianos de a pie) hemos perdido el sentido profundo de la compasión, de la solidaridad, de la paz, de la vida compartida... El perdón de los hermanos, algo que la comunidad cristiana tiene que practicar tanto dentro como fuera de la misma.
Texto del evangelio de Juan (20,19-23)

domingo, 1 de junio de 2014

Todos los pueblos

Domingo 1 de Junio de 2014

.
Odres Nuevos - Evangelio - 1 junio 2014 color
Me gusta eso que dice Jesús: "...Id y haced discípulos de todos los pueblos..." Me gusta esa invitación general a todos los pueblos. La no exclusión, el no racismo, la apertura a todo el mundo... Todos llamados a compartir y a vivir al nuevo estilo de nuestro Maestro.
Quizás es precisamente esa falta de acogida y apertura la que le viene faltando a nuestra iglesia.
Durante mucho tiempo, demasiado, eso de hacer discípulos le entendimos como "hacerlos entrar en la Iglesia", bautizarlos, hacerlos seguidores de la doctrina de la institución iglesia sin fijarnos demasiado en la buena noticia del reino, en el nuevo modo de vivir, en la acogida y apertura a los pueblos y a sus gentes. Así se ha construido una "iglesia", con sus registros, con sus listados de personas, con sus libros de bautismos, de matrimonios, etc.; pero se nos ha ido vaciando de personas. Y hemos llegado a ese punto en el que nuestras eucaristías y encuentros se parecen más a un museo que a otra cosa...
José Antonio Pagola cita a Theilhard de Chardin: “Cristianos, a solo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?”. No pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra.

Quiero atreverme a poner en mi vida ese punto de confianza y esperanza que, en la fiesta de hoy (la Ascensión), nos sugieren las palabras del texto de Mateo: "... sabed que yo estoy con vosotros... hasta el fin del mundo". Quiero caminar mis años y mis días teniendo siempre en mi perspectiva y en mi horizonte al Maestro que nos invita a entrar y vivir a la manera de Dios. A intentarlo todos los días sabiendo y entendiendo que todos los que me rodean están también invitados.
Y recojo una especie de resumen que ofrecía José Arregi: "Vive en paz, comparte tu mesa y sé feliz"... Es como si fuera el aspecto exterior de la nueva vida.

Conclusión del evangelio de Mateo (28,16-20)

Se acerca vuestra liberación

Esta despiertos en todo tiempo 1 de diciembre 2024 Este domingo comenzamos el tiempo de Adviento. Acostumbramos a celebrarlo como una prepar...