Domingo 1 de Junio de 2014
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Me gusta eso que dice Jesús: "...Id y haced discípulos de todos los pueblos..." Me gusta esa invitación general a todos los pueblos. La no exclusión, el no racismo, la apertura a todo el mundo... Todos llamados a compartir y a vivir al nuevo estilo de nuestro Maestro.
Quizás es precisamente esa falta de acogida y apertura la que le viene faltando a nuestra iglesia.
Durante mucho tiempo, demasiado, eso de hacer discípulos le entendimos como "hacerlos entrar en la Iglesia", bautizarlos, hacerlos seguidores de la doctrina de la institución iglesia sin fijarnos demasiado en la buena noticia del reino, en el nuevo modo de vivir, en la acogida y apertura a los pueblos y a sus gentes. Así se ha construido una "iglesia", con sus registros, con sus listados de personas, con sus libros de bautismos, de matrimonios, etc.; pero se nos ha ido vaciando de personas. Y hemos llegado a ese punto en el que nuestras eucaristías y encuentros se parecen más a un museo que a otra cosa...
José Antonio Pagola cita a Theilhard de Chardin: “Cristianos, a solo veinte siglos de la Ascensión, ¿qué habéis hecho de la esperanza cristiana?”. No pocos cristianos viven hoy mirando exclusivamente a la tierra.
Quiero atreverme a poner en mi vida ese punto de confianza y esperanza que, en la fiesta de hoy (la Ascensión), nos sugieren las palabras del texto de Mateo: "... sabed que yo estoy con vosotros... hasta el fin del mundo". Quiero caminar mis años y mis días teniendo siempre en mi perspectiva y en mi horizonte al Maestro que nos invita a entrar y vivir a la manera de Dios. A intentarlo todos los días sabiendo y entendiendo que todos los que me rodean están también invitados.
Y recojo una especie de resumen que ofrecía José Arregi: "Vive en paz, comparte tu mesa y sé feliz"... Es como si fuera el aspecto exterior de la nueva vida.
Conclusión del evangelio de Mateo (28,16-20)
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