Domingo 16 de Febrero de 2014
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Como en tantas cosas a lo largo de la historia, nuestra iglesia (y nosotros con ella) nos hemos hecho a la idea de que somos los mejores, de que nuestra religión es la verdadera, la única, la que Dios quiere y manda... Y nuestra institución, tan organizada y asesorada por innumerables doctores, ha ido acumulando normas y directrices. Ha preparado una lista bien larga de verdades y dogmas, de ritos y ceremonias que marcan las fronteras de la "verdadera religión"...
Al escuchar hoy las palabras de Jesús me pregunto si no necesitamos aceptar, en profundidad, todo eso que nos señala: "Si no sois mejores que..."
Porque no es la larga lista de dogmas y verdades, ni el número de sacramentos, ni la cantidad de libros de oraciones que podamos rezar... No, el reino de Dios llega a nosotros de otra manera: Es a través de los otros, del prójimo, de nuestra relación con los demás.
Lo leía en unos escritos de José Arregi y siempre que me lo encuentro siento como un impacto fuerte. La compasión y la ternura de Dios reflejada en nuestras relaciones.
Sólo y únicamente cuando seamos capaces de mirar con la mirada de Dios, cuando entendamos que el reino de Dios, su estilo, su manera, se hace presente cuando empiezo a ver mi sociedad y mi mundo con esos ojos, con su corazón.
Porque no basta con el "no matarás", porque hay tratos y maneras que arrojan un desprecio, un asco y una marginación que provocan la muerte de muchas personas (ver inmigrantes, parados, desahuciados, ancianos olvidados)...
Jesús de Nazaret retoma los mandamientos, lo más sagrado de la religión, para señalar la profundidad a la que tenemos que llegar para entrar en el reino de Dios. Porque no es la letra, la ley, lo que está mandado...; sino el aliento de Dios, respirar y vivir como Dios. Lo que equivale a decir: una manera de hacer, de tratar y de comportarse que cualquier niño, cualquier marginado, cualquier persona de entre las más olvidadas y despreciadas, entiende enseguida. ¡Cómo tiene que ser la compasión y la ternura de Dios!
Texto del evangelio de Mateo (5,17-37)
Al escuchar hoy las palabras de Jesús me pregunto si no necesitamos aceptar, en profundidad, todo eso que nos señala: "Si no sois mejores que..."
Porque no es la larga lista de dogmas y verdades, ni el número de sacramentos, ni la cantidad de libros de oraciones que podamos rezar... No, el reino de Dios llega a nosotros de otra manera: Es a través de los otros, del prójimo, de nuestra relación con los demás.
Lo leía en unos escritos de José Arregi y siempre que me lo encuentro siento como un impacto fuerte. La compasión y la ternura de Dios reflejada en nuestras relaciones.
Sólo y únicamente cuando seamos capaces de mirar con la mirada de Dios, cuando entendamos que el reino de Dios, su estilo, su manera, se hace presente cuando empiezo a ver mi sociedad y mi mundo con esos ojos, con su corazón.
Porque no basta con el "no matarás", porque hay tratos y maneras que arrojan un desprecio, un asco y una marginación que provocan la muerte de muchas personas (ver inmigrantes, parados, desahuciados, ancianos olvidados)...
Jesús de Nazaret retoma los mandamientos, lo más sagrado de la religión, para señalar la profundidad a la que tenemos que llegar para entrar en el reino de Dios. Porque no es la letra, la ley, lo que está mandado...; sino el aliento de Dios, respirar y vivir como Dios. Lo que equivale a decir: una manera de hacer, de tratar y de comportarse que cualquier niño, cualquier marginado, cualquier persona de entre las más olvidadas y despreciadas, entiende enseguida. ¡Cómo tiene que ser la compasión y la ternura de Dios!
Texto del evangelio de Mateo (5,17-37)
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