-...¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Un amigo escribía este comentario: "Los grandes títulos divinos que le damos a Jesús nos encandilan tanto que nos dejan apenas con la sombra del hombre que él fue y sigue siendo.
Para mí, antes de ser Cristo, Señor o Hijo de Dios, Jesús es el hombre de los lirios del campo, de los cerros, de los pescados, de las ovejas, de las muchedumbres y de los pobres. Es el hombre libre que no se deja poner trabas por las tradiciones y leyes de su pueblo, ni siquiera por las que llevan el sello de todos los derechos reservados a Dios."
Jesús de Nazaret es... "el carpintero". El que todos conocían, el hijo de María, el hermano de...
Entiendo que nosotros, además de lo que nos dicen los textos del evangelio, hemos recibido una "tradición" de muchas otras cosas, de muchos títulos, de muchos estudios y razonamientos, que nos alejan cada vez más del Jesús, el carpintero, el hijo de María... Y nos alejan, también, de su mensaje, de su estilo de vida, de su manera de entender las cosas.
Es como si la "buena noticia" del evangelio sólo pudiera venir de los grandes, de los doctores, de los sabios y entendidos, de los que ostentan el mando y el poder (dentro de la institución). Lo que me hace recordar las palabras de Jesús que decía: "te doy gracias, padre, porque has escondido todo esto a los sabios y entendidos y se lo muestras a estos más pequeños..."
Me hace recordar a tantas personas, gente sencilla, que expresaban con palabras nada rebuscadas lo que significaba para ellos el mensaje y buena noticia de Jesús de Nazaret... Sin certificados ni diplomas, sin estudios superiores ni carreras universitarias, sin autoridad ni representación... mostraban su esperanza y su fe en un mundo más justo y solidario y trataban de que su vida fuera adquiriendo el estilo y manera del evangelio.
Pienso que Jesús de Nazaret, el carpintero, está más cerca de la gente humilde y sencilla que de los sabios y doctores. Que podemos pensar en él como en "la pequeña semilla del grano de mostaza"..., o como la "mujer que ha perdido su moneda y barre toda la casa hasta que la encuentra...", o como en tantos ejemplos que tomaba de la vida cotidiana de su tiempo... Jesús, el carpintero del pueblo, el que todos conocen...
-«¿De dónde saca todo eso?...
-¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado?...
Les resultaba escandaloso!, así dice el texto de Marcos.
Las palabras de Jesús sobre la Buena Noticia, sobre el reino de Dios, sobre la ley y los ritos, sobre la gente y su vida, lo que es importante y lo que no, cómo Dios entiende nuestro comportamiento, cómo podemos entrar en la fiesta del reino de Dios... Todo eso, en boca del carpintero, les resultaba escandaloso.
¿Quién era él? ¿De dónde sacaba todo eso?
Eso les ocurría entonces. Ahora nos tragamos todos los dogmas, todas las lecciones que nos dan los sabios y entendidos, todos los ritos y ceremonias; pero nos alejamos tanto de la sencillez de su mensaje que Jesús de Nazaret dejó de ser "el carpintero" para convertirse en "Nuestro Señor", "Cristo Rey", "El que está sentado a la derecha de Dios", "El que vendrá a juzgar a vivos y muertos", "El Hijo de Dios Altísimo"...
Como dice mi amigo en su texto: "Sí, creo que Jesús está “sentado” a la
derecha de Dios. Creo que ha vencido mi muerte y la de toda la humanidad. Pero
creo también que, al igual que el joven David, le gustaría mucho que le
quitáramos de encima la pesada armadura real de la que le hemos revestido, para
volver a nosotros tal como se presentó al mundo hace 2000 años: un hombre
profundamente humano, animado por una fe ilimitada en Dios y en cada uno de
nosotros, quien, todos los días, con los ojos puestos en el Reino, camina con
alegría a nuestro lado compartiendo con nosotros su propio aliento de vida."
Necesitamos, cada día más, reencontrar a Jesús de Nazaret, el carpintero... Abrir nuestro corazón, nuestra mente y todo nuestro ser, a su mensaje y buena noticia. Olvidar todos esos esquemas y razonamientos teológicos que están por encima de las nubes (en el "otro mundo") y asumir nuestra humanidad vista y vivida al estilo de Dios, al estilo del carpintero Jesús de Nazaret.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
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