domingo, 13 de noviembre de 2011

Al que tiene se le dará...


13 de noviembre 2011 - 33º domingo tiempo ordinario
"Al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene..."
Las palabras de Jesús en este fragmento del evangelio no son una lección de economía ni de inversiones en banca... Y, dentro de la mentalidad que llena nuestro mundo actual, el ejemplo de Jesús nos desborda.
Rentabilidad, ahorro, intereses, créditos, ventajas de un banco...
Lo que se nos hace más difícil es la condena del que recibe un talento... que lo guarda y lo devuelve. Es cierto que no ha ganado intereses; pero por lo menos no ha perdido (que es lo que nos sucede muy a menudo aunque lo tengas invertido en el banco).
Y en cuanto a los que tienen mucho... que aún se les dará más. Eso también lo vemos en el mundo que nos gobierna. Los ricos siempre tienen más, siempre se les da más... mientras muchos otros apenas tienen para vivir.
Por eso, uno se pregunta lo que Jesús quiere decirnos:
En primer lugar, creo que es importante no perder de vista la base y punto de partida de Jesús de Nazaret: el reino de Dios. La buena noticia de ese reino que ya está entre nosotros. El cambio que tenemos que hacer en nuestra vida para ver y sentir como Dios. Vivir de manera que lo más importante es el hermano, la solidaridad, la compasión, el compartir, hacer una vida digna, justa que llegue a todos...
Y ahí comienza la parábola: "Un hombre...llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes..."
Ahí aparecemos nosotros, todos nosotros. Nos han dejado encargados de todos los bienes de este mundo. A cada uno según su capacidad. Sin olvidar que lo importante es conseguir una vida digna, justa, solidaria, compartida, que llegue a todos, que refleje el estilo y manera de Jesús de Nazaret, la vida de Dios mismo.
Y si tengo cualidades, bienes, posibilidades, medios... y no los utilizo para el fin que tienen... es como si escondiera en lugar secreto y seguro el "talento" que me encargaron ("empleado negligente y holgazán"...) estoy haciendo el papel de ese empleado. Eso es cuando en nuestra vida nos desentendemos de los hermanos, de los que tienen menos, de los que lo pasan mal, de los oprimidos, de los que sufren violencia, de los olvidados por los grandes y poderosos...
Claro, cada persona tiene su medida. Como cuando Jesús de Nazaret comentó a los que estaban con él el hecho de que una viejecita entró en el templo y echó unas moneditas... "Véis? Esa mujer es muchísimo más generosa que todos esos ricos, porque ella ha echado de lo que necesita para comer mientras que ellos echan de lo que les sobra..."
La medida que he recibido, mi medida, es algo que descubro día a día a medida que intento avanzar en el camino de Jesús de Nazaret. Y es así como también siento que voy entrando en el reino de Dios y recibo algo que no se puede medir, que me desborda, que me sobra. Y tengo la sensación de que cuanto más doy, más tengo, más recibo.
Son las matemáticas raras del evangelio. Un banco y unas inversiones que funcionan al revés...
Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,14-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.” Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.” Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos.” Su señor le dijo: “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.” Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.” El señor le respondió: “Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”»

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