domingo, 3 de abril de 2011

Era sábado


3 de abril 2011 - 4º domingo de Cuaresma
"¿Crees tú en el hijo del hombre? - ¿Y quién es. Señor, para que crea en él?"

El evangelio de este domingo es largo y se presta a hablar de muchas cosas, de muchos temas... Tantos que al final puede que nos perdamos en comentarios y argumentos que nos alejan del tema central de Jesús.
Una de las cosas que más me está ayudando a tratar de seguir el camino y la palabra de Jesús de Nazaret es ir descubriendo su gran preocupación, el gran motivo de toda su vida: El reino de Dios, su justicia, su gran deseo...
A través de sus parábolas, pero sobre todo a través de toda su vida, nos va revelando cómo siente y experimenta a Dios. Y nos habla de que Dios es nuestro padre, que es compasión y ternura, que le importa muchísimo la vida de la gente, que esos que nosotros (en el mundo) llamamos inútiles, sin valor, donnadie, olvidados y colocados en último lugar... esos precisamente son como la niña de sus ojos. Tanto que, a la hora de explicar cómo puede ser el examen o juicio final de cada uno, Dios se identifica con todos esos. Los sin papeles, los ilegales, los vagabundos, los pordioseros, las mujeres y hombres oprimidos, los que están siendo avasallados, los despreciados y desfavorecidos... son Dios mismo. Dios se encarna. Eso, se hace carne. Y si no somos capaces de descubrirlo y atenderlo nos dirá que no nos conoce.
La verdad, resulta fuertísimo. Y ése es un primer punto y pensamiento.
El segundo es que la vida de la gente se convierte en algo básico en la marcha y estilo del reino de Dios. Mucho más que el Templo, los mandamientos, las normas y ritos. Y eso es como revolucionario. Tuvo que resultar increíble para la gente que le escuchaba entonces. Pero es que ahora también lo es. Decir que la vida, la gente, es antes que la misa, los sacramentos, los mandamientos, los ritos, y todo lo demás... La vida de las mujeres y hombres. Y me estoy acordando de la gente que pasa por Cáritas en busca de ayuda, de alimentos, de trabajo, de lo que más necesitan para "vivir"...
Dice el evangelio que era sábado. Es como si lo subrayara. Ahora ya no lo entendemos. Pero es que en sábado no se podía hacer eso. Era el día sagrado, consagrado a Dios. Y en eso se era muy estricto.
Antes, en nuestra sociedad, también se nos hacía sentir lo que significaba el domingo. No trabajar, ir a misa, cumplir con los mandamientos de Dios y de la iglesia. Ahora somos una minoría que vamos a la iglesia; pero seguimos teniendo dentro esa división entre "sagrado" y "secular o laico". Como si las cosas de Dios fueran sagradas, santas y las cosas de los hombres, las cosas de la tierra fueran laicas, no santas, no sagradas... "Y era sábado".
Y Jesús, con su actitud y estilo de vida, nos insiste al mostrarnos que lo sagrado es la humanidad: mujeres y hombres. La vida misma. Y que eso está por encima de todo. Que lo más sagrado y lo más importante es ser auténticamente humanos, con esa manera de relacionarnos como la que nos muestra Jesús de Nazaret. Y ahí va desgranando detalles como el de perdonar una y mil veces, no hacer a la otra persona lo que no quieres que te hagan a tí, amar incluso al enemigo, saludar e invitar al desconocido y necesitado (no sólo al amigo o al familiar)...
Tan lejos hemos colocado a Dios y a Jesús de Nazaret que es muy posible que nos ocurra lo que al ciego del evangelio de hoy. Cuando Jesús le pregunta: -¿Crees en el hijo del hombre? el ciego le responde: -¿Y quién es Señor para que crea en él?
Si Jesús nos muestra cómo Dios se identifica (se encarna) en las mujeres y hombres, especialmente en los últimos (a los que sólo les queda su humanidad), es más que probable que también nosotros preguntemos: ¿Y quién es Señor para que crea en él?
La respuesta de Jesús seguro que a más de uno nos descoloca: -"Lo estás viendo: el que habla contigo..."
Basta que sigamos el mensaje de Jesús. El reino. Dios que se hace presente (se encarna) en las personas, sobre todo aquellas que apenas si les queda otra cosa que su humanidad ya que no tienen nada más. Entonces, si no llego a descubrirlo... es que estoy ciego. Y también entonces me dice: "Lo estás viendo (o deberías verlo): el que habla contigo..."
Verdad que es increíble?
Claro que no a todo el mundo le va a gustar eso.

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