30 de enero 2011 - 4º domingo Ciclo A
"Bienaventurados..."
Anoche en la eucaristía hice como una revisión de los tantos modos y maneras con las que he escuchado estas palabras de Jesús.
"Felices los pobres de espíritu..."
"Felices los que lloran..., los que sufren..., los perseguidos..., los que trabajan por la paz..."
Y me decía que, a lo largo de mi vida y quizás de las enseñanzas de la iglesia, he ido haciendo de estas palabras algo así como un icono, un amuleto, o una lección que había que saber (tal como se aprendían en el Catecismo)... sin llegar a asumirlas, sin hacerlas carne de mi carne.
Y creo que Jesús de Nazaret no las dictó como una lección. Eran su vida, su manera de encarar la realidad que le rodeaba: Los pobres, los sufridos, los que lloraban, los perseguidos, los que se esforzaban por crear un mundo más justo...
Y con su actitud nos decía que ése era el camino de Dios, el reino que ya estaba en medio de ellos. Que Dios tenía una debilidad: los últimos de este mundo, los débiles, los desfavorecidos, los que sufren injusticia, los que no tienen lo suficiente para vivir como personas...
¿Por qué?
Todas esas personas, que hoy en día son millones y millones, no tienen ninguna importancia económica, no son importantes, no son tan necesarias, no "pintan nada"...
¿Por qué Dios apuesta por ellas? ¿Por qué son su debilidad?
Quizás porque lo que más le molesta a Dios es precisamente la "injusticia" de nuestro mundo, la inhumanidad de las personas, el que rompamos el "esquema" y plan suyo sobre el universo, sobre la humanidad... ("creados a imagen suya", así nos define la biblia). Y este mundo que vamos creando con nuestras obras, con nuestra vida, con nuestra actitud, es lo contrario de ese plan de alguien a quien Juan define como "Amor" (Dios es amor).
¿Hay algo más lejano del amor que el mundo que nos rodea?
Los pobres, los que sufren, los que lloran, los oprimidos, los perseguidos... Basta que miremos nuestros barrios, nuestros inmigrantes, los abandonados, los ignorados, los hambrientos, los que no tienen suficiente para vivir... En Caritas (repartiendo alimentos) lo vemos, en Karibu (en las clases a los inmigrantes africanos) lo vemos, en Fundación Concordia (ante los proyectos de las Delegaciones de Ruanda, Camerún, Rep. Dominicana o Argentina) lo vemos...
Deseo ardientemente aprender a vivir esas palabras de Jesús. Que se me graben en el corazón.
Ser pobre "en el espíritu": Ir haciendo el vacío en mi vida y en mi corazón para que se llene del reino de Dios; aspirar a no tener para encontrar lo único importante, como dice Jesús. Así podrá entrar dentro de mí el reino y estilo de Dios, como lo proclama Jesús de Nazaret.