9 de enero 2011 - Domingo, Bautismo de Jesús
"Éste es mi hijo, el amado, el predilecto"
Casi siempre hemos leído los evangelios como si fuera la "crónica" o la historia de un personaje, de unos acontecimientos... Y convertimos en verdaderos ídolos los personajes y relatos que aparecen en ellos.
Y, como dice José Mª Castillo, tenemos que comprender que los escritos de los discípulos de Jesús no tienen nada de "historia", de crónica... Son relatos de fe, son la convicción de unos hombres y mujeres que quedaron cautivados por la persona y el mensaje de Jesús de Nazaret.
Un mensaje, una persona, que compromete la vida de aquel que lo acepta.
Y otra cosa. Me doy cuenta de que he ido invirtiendo el camino. Leo el evangelio y creía entender que "Dios nos decía quién era Jesús, cómo era, lo que representaba, lo que venía a hacer..." Y, nuevamente, creyendo que es una crónica dictada por Dios para que entendiéramos y conociéramos... "aceptamos" las cosas así, como si habláramos de un personaje de la historia...
Ahora creo entender que el itinerario es al revés.
Jesús de Nazaret es el que nos muestra el camino, el que nos dice "cómo es Dios", su mensaje, el estilo de vida de Dios, cómo hacer para llegar a Él.
Y ahí, volvemos al principio.
Mi lectura es la lectura de fe de aquellos hombres y mujeres que me dicen lo que ellos sintieron, lo que motivó su cambio de vida.
En la eucaristía cantábamos esa canción tan conocida: "Alrededor de tu mesa venimos a recordar: Que tu palabra es camino, tu cuerpo fraternidad..."
Y me pareció acertado. Mucho más de lo que siempre podía pensar.
Nos reunimos en la eucaristía para recordar y revivir nuestra fe, nuestro compromiso de vida con Jesús (como aquellos primeros discípulos y discípulas). Y nos recordamos unos a otros que "su palabra es camino" = nuestro camino y compromiso. Porque Jesús nos dice cómo vivir, cómo caminar hacia Dios, nuestro estilo de vida. Y "su cuerpo fraternidad". Que entiendo yo que si no vivimos la fraternidad (como hermanos) no hay eucaristía. Que no me equivoque, que adorar, venerar, hacer muchos ritos y cantar muchos cantos a la "eucaristía" si no hay fraternidad es pura idolatría, no entiendo el mensaje de Jesús ni la fe de aquellos primeros que escribieron los evangelios.
Cómo deseo que mi lectura del evangelio sea de una vez por todas "convicción" y compromiso de vida. Y es lo que deseo a todos los que llegan a leerlo.
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