19 septiembre - 25º domingo tiempo ordinario
"No podéis servir a Dios y al dinero"
Nuestro mundo europeo se ha declarado en más de una ocasión como portador y heredero de "valores cristianos". No seré yo quien se atreva a contradecir tales afirmaciones. Pero...
Sí, hay un "pero" bien grande. Este mundo occidental, mundo de raza blanca, que se declara a sí mismo como portador y heredero de valores cristianos, es también portador y heredero de doctrinas y economías egoístas y abusadoras.
Aparte las innumerables guerras desarrolladas entre sí, no hace falta mucho para recordar sus conquistas más allá de sus tierras extendiendo su poder y su dominio sobre otros países fundando colonias que se dedicaron, sobre todo, a la explotación de sus hombres y sus tierras.
A esos países los llamamos, ahora, "Tercer Mundo" (o cuarto mundo), países pobres y miserables, explotados y diezmados...
Ahora miles de hombres y mujeres desembarcan en nuestras costas, estaciones o aeropuertos buscando medios de sustento y de vida. Son gentes que, a riesgo de su vida, se han atrevido con viajes que son verdaderas aventuras con peligros de toda clase. Y ¿qué les decimos? Cunado vemos a esas personas de otra raza que la nuestra, qué pensamos?
A los políticos les falta poco para decir que son "indeseables", que no los queremos aquí, que se vuelvan a su tierra, que nos estorban, que nos dejen en paz...
Pero se olvidan de decirnos que nuestras grandes empresas extraen de aquellas tierras sus riquezas, explotan sus minas y sus bosques, compran sus productos al precio más bajo posible y pagan sus jornadas de trabajo con una miseria...
Y esas empresas se nos presentan como benefactoras -portadoras de los valores cristianos- cuando toda su mentalidad está marcada por el dinero y el beneficio que pueden sacas... Que hay miles de familias que se mueren de hambre... Ellos ni siquiera las ven. El dinero tapa sus ojos. Es su único valor, lo que rige sus vidas.
Y son esos grandes -políticos y empresarios- dueños de los medios de comunicación y los que nos marcan la manera de ver y de pensar; los que hacen las leyes; los que luego condenan...
Como el dinero es todo su afán, cuando éste escasea o baja su nivel, entonces gritan: "crisis" -Estamos en crisis! ¿Ellos? me maravilla que ellos tengan la cara de hablar así. Y lo que es más, me maravilla que nos lo contagien. Y todos terminamos hablando de crisis...
Y digo yo: -Por que hemos de aceptar lo que nos dicen?
Ayudo y colaboro con una ONG que acoge a inmigrantes africanos (sub-saharianos, sobre todo). Muchos de ellos llegados en pateras. Dentro de unos días vamos a comenzar las clases de español para ellos. Poco a poco iremos escuchando retazos de su historia, de sus familias, de sus países... Ante ese panorama de hambre, de miseria y abandono, me gustaría ver y escuchar al valiente que habla de crisis.
Ellos tratan de sobrevivir, quieren encontrar un medio de vida, algo que hacer para vivir ellos y su familia... ¿Cómo podemos darles la espalda? Tenemos todos los argumentos de los que mandan y de los ricos: "No hay trabajo; estamos en crisis, no hay para todos..." Y hasta dan cifras y números...
Pero no me lo creo.
Con un poco menos en nuestros bolsillos, vivirían muchas familias. Con lo que sobra en nuestros armarios, se vestirían miles y miles de ellos. Con todo lo que no necesitamos de medios de entretenimiento, podrían estudiar y crearse un montón de escuelas. Con lo que terminamos tirando porque nos aburre, muchos de ellos podrían desarrollarse y crear vida...
Lo que nos cuesta es simplemente "tener menos", "ganar menos", "compartir", "hacerles un hueco en nuestra mesa"...
Y es que, como dice Jesús en el evangelio de hoy, "no se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y al dinero..." Ésa es la decisión y el dilema.
Al dinero, ya sabemos cómo se le sirve: Basta mirar a los grandes de este mundo ( y de paso a todo nuestro mundo de occidente, al mundo rico -incluidos nosotros mismos-).
A Dios, se le sirve en los "otros", en el hermano, sobre todo en el débil, el ignorante, el hambriento, el despreciado, el inmigrante pobre de las pateras... Ahí está Dios! No lo busquemos en la iglesia o en los rezos. Si no amamos y servimos a esos hermanos a quienes vemos, cómo vamos a querer y servir a Dios a quien no vemos. Y eso no lo digo yo, lo dice San Juan en una de sus cartas.
Si nuestro mundo rico se despojara un poco de la riqueza que ha venido acumulando, muchas veces abusando y explotando a los que ahora son pobres y marginados, se podría equilibrar un poco la balanza.
No es una apuesta fácil. Y seguir el camino de Jesús, tampoco lo es. Como decía Jesús mismo: "El que tenga oídos para oír, que oiga". "No se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y al dinero". Amén
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