jueves, 1 de agosto de 2024

Yo soy el pan de la vida

Quien se acerca a mí nunca pasará hambre

4 de agosto 2024


El texto del evangelio de Juan que escuchamos este domingo nos habla de algo que es vital en la vida de todas las personas. Se puede decir que todo el capítulo sexto es como una meditación sobre el mensaje de Jesús en profundidad.
La multiplicación de los panes y los peces fue como una introducción y luego nos va llevando poco a poco a apreciar y asumir el pensamiento y proyecto de vida de Jesús.

Tres palabras que hoy, más que nunca, son de una actualidad tremenda y acuciante: Hambre, Pan, Vida.
Vivimos y nos movemos en un mundo y en una sociedad que dispone de recursos increíbles. Proclama el estado del bienestar. Nos propone el disfrute de los medios y comodidades que hasta hace unos años parecían utópicos.
Al mismo tiempo nos llega información de gentes y pueblos que pasan hambre, que viven en un nivel de pobreza permanente y en muchos casos se ven obligados a emigrar poniendo en riesgo su vida.
Y, todos (tanto en el mundo rico como en el pobre) vivimos una especie de ansiedad por la comida, por saciar nuestros apetitos, nuestros deseos y esas ganas de alargar nuestra vida al máximo.

Tenemos experiencia de que no hay nada capaz de saciarnos. Comidas, bebidas, fiestas, bailes, viajes y excursiones... Buscamos con ansiedad todo aquello que nos ofrece lo que llaman el mundo del bienestar y que esperamos que nos llene y nos sacie. Pero siempre nos deja con la sensación de que no termina de llenar nuestro corazón.
El mundo de los necesitados ve a lo lejos la sociedad de los ricos y aspira a acercarse lo más posible a ver si pueden conseguir las migajas que caen de su mesa y que nadie les da...

Jesús de Nazaret nos dice: Yo soy el pan de la vida.
Es una palabra fuerte. La hemos escuchado tantas veces que apenas si nos llama la atención. Es más, la tradición de la Iglesia y todos nosotros la hemos interpretado literalmente. Hemos aplicado esa afirmación a la Eucaristía, al pan consagrado que comemos en la celebración de la misa (y guardamos en el sagrario). Y así, comulgando cada domingo, creemos que estamos alimentados y nos sentimos salvados.
¿Es eso así? Me lo pregunto a mí mismo y miro alrededor por si estoy equivocado... Porque Jesús añade: -Quien se acerca a mí nunca pasará hambre...
Creo sinceramente que el mensaje de Jesús y el comentario que hace el evangelio de Juan (reflexión de toda su comunidad de seguidores) se refería a otra cosa. 
La vida de la que habla es mucho más que nuestra vida física, el comer, beber... Lo que afecta a nuestras necesidades de desarrollo y realización como personas físicas.
Todos entendemos que la Buena Noticia de Jesús va mucho más a fondo de lo que ingerimos, de las comidas y bebidas que hacemos cada día.

Cuando Jesús comenta en sus parábolas a qué se parece el reino de Dios utiliza cantidad de ejemplos ordinarios, cosas que hacemos nosotros. El grano de mostaza, la levadura, la siembra, el tesoro escondido, la red de los pescadores...

Al escuchar su mensaje, al aceptarlo y asumirlo, quiero comprometer mi vida. Es decir, intentar vivir a su estilo; actuar y relacionarme con las demás personas como hijos de Dios. Y, a partir de ahí, empiezo a entender que el pan que me da vida es poner en mi vida, en mi existencia los valores y prioridades que Jesús mismo vivía:
-Que mi vida santifique su nombre
-Que su reino se vaya haciendo realidad en todo lo que hago
-Que mi pan de cada día es, ante todo, hacer su voluntad.
-Por eso pido en mi oración que me dé cada día ese pan
-Me doy cuenta de que en muchos momentos me equivoco y quiero pedir perdón a todos los que he molestado y ofendido
-No quiero que mi vida esté marcada por el ansia de poder, de dinero, de placer, de dominio y de opresión
-Por eso pido ayuda para que no me pueda la moda, la comodidad, la pereza y el desentenderme de las demás personas...
Amén.

Y cuando me parece entrever todos esos valores, creo que voy descubriendo qué es la vida nueva de la que habla el Maestro. Empiezo a perder el hambre de todas esas cosas y me hace entender que es como descubrir el gran tesoro, lo que realmente vale la pena y da sentido a mi vida física y a los años que pueda vivir.

"- Yo soy el pan de la vida. Quien se acerca a mí nunca pasará hambre y quien me presta adhesión nunca pasará sed."

Texto del evangelio de JUAN 6, 24-35


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