viernes, 26 de julio de 2024

Jesús tomó los panes, pronunció la acción de gracias

...Y se puso a repartirlos

28 de julio 2024

Una vez más nos reunimos para celebrar la Eucaristía. Los sábados, los domingos... nos hemos acostumbrado a asistir a la misa. Antes se decía: "oír misa". Porque era lo que hacíamos. Hace muchos años nos la decían en latín y seguíamos la ceremonia bien con rezos personales o con la actitud piadosa ante lo que se celebraba.

Luego vino el Concilio y cambiaron muchas cosas. La misa se celebraba en el idioma de la gente y participábamos de alguna manera.

Ahora lo que nos preguntamos es si esta antigua tradición de la Iglesia, los ritos y ceremonias en las que participamos cada vez que vamos a misa, responden al mensaje de Jesús, a la primera tradición de las comunidades de seguidores. Porque la vida de los discípulos de Jesús debe ir marcada por su mensaje, por su estilo de vida, por su modo de comportarse y de relacionarse con las demás personas.

De ahí la pregunta y la reflexión. Creo que hicimos un misterio y sacramento de lo que tenía que ser el elemento de encuentro y puesta en común de los hermanos y hermanas. Un compartir el pan y el vino para tener fuerzas y ánimo a la hora de vivir con las personas que nos rodean; para que sientan y vean en nosotros qué significa entrar en el reino de Dios, en una sociedad en la que lo más importante es la fraternidad, el servicio y la atención hacia los más necesitados y débiles.

Creo que la Eucaristía no es para adorar a Jesús, ni para hacerle visitas (como si estuviera prisionero en el sagrario), ni para ir a rezarle y decirle que le queremos... No! La Eucaristía tiene que significar precisamente lo mismo que el mensaje de Jesús, su Buena Noticia del Reino de Dios.


Como comenta José Antonio Pagola: -"A veces nos preocupa si el celebrante ha pronunciado las palabras prescritas en el ritual. Hacemos problema de si hay que comulgar en la boca o en la mano. Y, mientras tanto, no parece preocuparnos tanto la celebración de una eucaristía que no es signo de verdadera fraternidad ni impulso para buscarla."

"Y, sin embargo, hay algo que aparece claro en la tradición de la Iglesia: «Cuando falta la fraternidad, sobra la eucaristía» (Luis González-Carvajal). Cuando no hay justicia, cuando no se vive de manera solidaria, cuando no se trabaja por cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los problemas de los que sufren, la celebración eucarística queda vacía de sentido."

Creo que eso es lo que debe preocuparnos. Y para esa celebración, para ese encuentro de los seguidores de Jesús, la tradición de la Iglesia se ha ido centrando más en los celebrantes, en los ritos, en las vestiduras, en la lengua, en el vocabulario dejando de lado la razón de ser de la misma. Porque lo que importa no es que el que preside sea sacerdote, obispo o cardenal. Que sea hombre o mujer. Que se utilicen las palabras exactas, las oraciones prescritas, que se siga el orden preciso... Al final todo eso es quedarse en las hojas, como se dice.

Desde hace mucho tiempo (siglos) se decidió que toda la celebración, todos los ritos, los celebrantes, las vestiduras, el modo de hacer y de decir era inmutable, No se podía cambiar nada... como si fuera una orden directa de Jesús. Y así nos encontramos ahora con que no hay celebrantes (sacerdotes) para todas las comunidades; preparar a una persona para presidir la Eucaristía requiere toda una preparación y unos estudios larguísimos, unas condiciones especiales (además de que todavía exigen que sea hombre). De esa manera la Eucaristía queda a cargo de dicha persona y las demás personas siguen de oyentes, alumnos que no progresan y repiten año a año...

Entiendo que si el grupo o comunidad de seguidores no se siente interpelada y cuestionada por el mensaje de Jesús, no estamos celebrando nada, nos hemos colocado al margen de la propuesta del Maestro.

Tenemos que repetir: «Cuando falta la fraternidad, sobra la eucaristía»

"Cuando no hay justicia, cuando no se vive de manera solidaria, cuando no se trabaja por cambiar las cosas, cuando no se ve esfuerzo por compartir los problemas de los que sufren, la celebración eucarística queda vacía de sentido."


Texto del evangelio de JUAN 6, 1-15


jueves, 18 de julio de 2024

Se puso a enseñarles muchas cosas

Descansad un poco 

21 de julio 2024

Quiero citar a Imma Calvo como introducción a la reflexión sobre el texto del evangelio de Marcos de este domingo:-"Qué necesario es descansar y qué poco lo respetamos. Son tan diferentes las situaciones, que no deberían enumerarse juntas. Basta ya de provocar muertes con el negocio de la guerra. Los supervivientes al genocidio de Gaza deberían descansar de ver esas atrocidades y enterrar inocentes. Una tregua para ellos también sería un descanso para nuestro dolor compasivo."

Es sólo un ejemplo. Una actualidad que se ha convertido en una rutina que hace que las noticias repetitivas las vayamos dejando a un lado y olvidemos el drama de tantas personas.

Lo mismo ocurre con los migrantes. Miles y miles de personas que buscando mejorar su vida y la de sus familias arriesgan la suya cruzando el mar en pequeñas embarcaciones... encontrando, muchas veces, una escasa acogida.

Hay todo un estilo en la vida de Jesús. Enseñaba, comunicaba muchas cosas. En referencia al reino de Dios, comentaba las cosas más corrientes de la vida haciéndoles ver qué era lo más importante. Luego, en otros momentos, se retiraba. Se iba al monte o a algún lugar aislado... A orar. A reflexionar. A descansar.

Nuestra sociedad y este mundo nuestro que dispone de más medios, más riqueza y más de todo... ha conseguido, también, unos tiempos de vacaciones, de descanso (anual, de temporada, semanal), aunque, no siempre, se convierten en un verdadero descanso.

La propuesta de Jesús sería algo diferente. Creo que lo que nos enseña y nos pide es un tiempo para entrar dentro de nosotros y descubrir el reino de Dios en nuestra propia vida, en el momento que estamos viviendo.

Cada uno de nosotros andamos buscando respuestas y explicaciones a todo lo que sucede en nuestro entorno y también en nuestro día a día... El amigo hospitalizado con unos síntomas graves de cáncer. La compañera que muere camino del hospital. Personas muy ancianas que experimentan la soledad, la falta de apoyo, el desánimo... Los problemas laborales de una familia conocida. Y nosotros mismos... Como si nos faltara la alegría de vivir, la satisfacción de una meta conseguida, el entusiasmo en las cosas que hacemos...

Venid y descansad, dice Jesús a sus discípulos. Y eso es algo que nos sugiere a nosotros.

Con frecuencia me viene a la memoria un salmo que dice: -"Señor, me concediste un palmo de vida. Mis días son nada ante tí. El hombre dura menos que un soplo. El hombre pasa como una sombra. Por un soplo se afana. Atesora sin saber para quién será. Una sombra pasa a su lado y cuando se gira ya se ha ido..."

Y recuerdo a Anthony de Mello cuando dice que la eternidad es ahora. Que no mire hacia atrás tratando de enmendar lo que ya pasó. Ni suspire por el futuro que no existe. Mi salvación, mi eternidad está sucediendo ahora, en este instante.

El reino de Dios está aquí y ahora. Mientras vivo y hago lo de todos días; pero con toda la entrega y todo el amor que llevo dentro.

Las vacaciones, el tiempo de descanso... deben servirme para ahondar en el mensaje de Jesús de Nazaret. Tiempo para estar conmigo mismo y llegar a esa presencia de Dios dentro de mí.

Texto del evangelio de MARCOS 6, 30-34


jueves, 11 de julio de 2024

Empezó a enviarlos de dos en dos

Les ordenó que no cogiesen nada para el camino

14 de julio 2024


La tradición de la Iglesia, a la que tantas veces se apela para confirmar la práctica y las normas que ordena o autoriza, tiene mucho que ver con una institución o una jerarquía y queda muy lejos del estilo que nos presenta el evangelio de hoy.

Marcos recoge detalles que debieron ser la manera de actuar de aquellas primeras comunidades de seguidores de Jesús.
Cuando aquellos hombres (los discípulos o apóstoles) estaban con Jesús de Nazaret no entendieron muy bien el mensaje o buena noticia que anunciaba el Maestro. El evangelio lo resaltará en más de una ocasión. Será mucho más tarde, después de la muerte de Jesús, en lo que llamamos el tiempo pascual... cuando se les abrieron los ojos y empezaron a captar la profundidad de la misión. Y la escena que presenta Marcos en su capítulo 6 es parte del estilo nuevo de las comunidades: -"Les ordenó que no cogiesen nada para el camino, excepto sólo un bastón: ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja; eso sí, calzaos sandalias, pero no os pongáis dos túnicas..."
Mensajeros equipados como la gente sencilla. No deben ir como mendigos cargando una alforja donde guardar sus cosas... Tampoco como ricos con dinero en la faja..., con dos túnicas...

La impresión general que ofrece nuestra Iglesia es bien diferente. Presentamos la fachada de una gran organización, con muchos medios y mucho poder. Organizada como una gran empresa en la que figuran unos directores, subdirectores, encargados, consejeros y... otros trabajadores. Luego están los clientes a los que se dirige y para los que trabaja. Una empresa con una programación muy ambiciosa y que pretende llegar a todo el mundo.
Siguiendo la tradición se nos ha hecho ver que todo eso era necesario para que la misión de la Iglesia pudiera llevar la Buena Noticia a todos los pueblos. Y eso comportaba el dinero en la faja (en el banco), la alforja con todo lo necesario para construir el reino (la iglesia, el catecumenado, la escuela, el hospital, el colegio, el seminario...)
La Iglesia, en este país y en todos los países del mundo, ha ido acompañada de toda una serie de aspectos, detalles, estructuras y posesiones que han ido escondiendo el mensaje propiamente dicho.

-"Ellos se fueron y se pusieron a predicar que se enmendaran...expulsaban muchos demonios y, además, ungían con aceite a muchos postrados y los curaban."
Era como seguir las huellas de Jesús de Nazaret: "El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed la buena noticia"...
Los seguidores del Maestro vivieron esa experiencia nueva, ese modo nuevo de vivir y se vieron impulsados a propagarla.

Como escribe Fray Marcos: -"La misión no es tarea de unos pocos, sino la consecuencia inevitable de la adhesión a Jesús. La misión no consiste en predicar sino en hacer un mundo cada vez más humano. No se trata de salvaguardar, a toda costa, doctrinas trasnochadas o normas morales que no humanizan. Menos aún en conservar unos ritos fosilizados que ya no dicen nada a nadie. El mensaje de Jesús no se puede meter en fórmulas. Todo el que atiende a la llamada, y vive lo que vivió Jesús, está cumpliendo la misión de hacer presente el Reino."

Entiendo que nuestras comunidades cristianas de hoy tienen que ir replanteándose su propia vivencia como seguidores de Jesús. Primero, nuestra adhesión al mensaje del Maestro. Nuestra conversión, asumir ese estilo nuevo en el que la fraternidad, la solidaridad y la compasión se convierten en distintivo de nuestra agrupación. Porque nuestra misión es, ante todo, vivir como hombres y mujeres nuevos, como nacidos de nuevo.

Recuerdo que hubo un tiempo en el que muchos sacerdotes (en Francia) se hicieron ese planteamiento. Se hicieron obreros y declararon a Francia "país de misión". Hoy en día, cualquier país de Europa o de América o de cualquier otro continente se puede declarar país de misión. Porque nuestra misión está aquí, a nuestro lado, en nuestro barrio. Y todos (hombres-mujeres) estamos invitados (llamados y enviados). Porque nos entusiasma el mensaje de Jesús de Nazaret. Porque entendemos que es el estilo nuevo que puede hacer nuestro mundo y nuestra sociedad más humana, más a la manera de hijos de Dios, ese Dios al que llamamos "papá-mamá" (Abbá).

Ese modo de vivir es convertirnos en levadura y sal, como indicaba Jesús al dirigirse a sus seguidores.
Pero si lo que anunciamos y propagamos es nuestra estructura y organización (con todas sus normas, mandamientos, ritos, ceremonias y sacramentos), me temo que no estamos ayudando nada al reino de Dios.

Texto del evangelio de MARCOS 6, 7-13


sábado, 6 de julio de 2024

¿No es éste el carpintero...?


(Jesús) estaba sorprendido de su falta de fe

7 de julio 2024


Este domingo escuchamos un texto que nos es conocido. Jesús vuelve a su pueblo, a Nazaret, y sus paisanos se sorprenden y se extrañan de las cosas que dice...

- ¿De dónde le vienen a éste esas cosas? ¿Qué clase de saber le han comunicado a éste y qué clase de fuerzas son esas que le salen de las manos?

-¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago y José, de Judas y Simón? y ¿no están sus hermanas aquí con nosotros?

Dice el texto del evangelio que "se escandalizaban de él".

Nosotros no nos escandalizamos. Ya sabemos lo que decía. También conocemos los milagros que fue haciendo. Y sus parábolas, sus acciones, sus comentarios. Quizás, estamos ya tan acostumbrados a todo eso que ya no nos afectan.
Hace un par de domingos (ante la tormenta en el lago) Jesús les decía a los discípulos: -Por qué tenéis miedo? Aún no tenéis fe?
Y, el domingo pasado, nos contaba el evangelio la curación de la mujer que sufría de hemorragias... También nos contó la resurrección de la hija de Jairo. En ambos casos Jesús comenta: -Tu fe te ha salvado.

La pregunta que tenemos que hacernos es si, hoy en día, tenemos fe. Es decir, ¿me fio de lo que dice Jesús? ¿Creo de verdad en su buena noticia?
Cada vez tengo más claro que el mensaje de Jesús, su proclamación del reino de Dios, su Buena Noticia, no es creerse las cosas que cuenta el evangelio, aceptar simplemente lo que nos propone el Credo como verdades de fe, lo que llamamos dogmas de fe. 
Si desmenuzamos las expresiones de esa proclamación de nuestra fe: el Credo, diría que encontramos poco de lo que sigue siendo la gran proclamación de Jesús.
En primer lugar proclamamos nuestra fe en Dios... Un Dios pensado y detallado por unos hombres que, desde su cultura griega, lo describen siguiendo lo que los hombres de su filosofía y de su entorno imaginaban y creían entender de Dios. Nos damos cuenta, sin embargo, que todo lo que digamos de Dios es sólo idea o pensamiento humano. Estamos tan lejos de poder expresar algo sobre Dios que sólo nos queda la referencia a la creación entera, a nuestra propia realidad como seres vivientes, a todo aquello que nos es imposible captar... Más allá de todo eso entrevemos un Ser, un Ente, una Fuerza que nos envuelve y es nuestro aliento de vida.
Como escribe Miguel Ángel Mesa: -"Es complicado hablar de Dios, del Misterio de Dios, del misterio que nos habita y del que formamos parte. Porque todo lo que podamos hablar de Dios es mera aproximación, intuiciones expresadas con lenguaje humano, virtudes que sublimamos para comunicar qué es lo más importante de nuestra vida. Y, al final, las palabras resultarán preciosas, pero no nos habremos acercado ni un milímetro a la realidad de Dios, del Misterio que nos circunda y nos constituye."
Pero Jesús de Nazaret añadió algo que va mucho más allá que las declaraciones que los hombres han ido haciendo sobre Dios. Él nos dijo y nos dio a entender que ese Dios es nuestro padre, nuestro papá. No lo presentó como juez, el que premia y castiga, el que vigila, el que puede hacer lo que quiera porque es todopoderoso... No! Jesús entiende y nos propone que Dios es como unos padres cariñosos que entienden y perdonan, que dan su vida por sus hijos, que quieren lo mejor para ellos, que esperan que nosotros reflejemos en nuestra vida ese mismo amor, cariño y entrega. Que demos más importancia al amor, a la fraternidad, al servicio en favor de los más débiles...
Como digo, esa imagen de Dios (propuesta por Jesús) no aparece. Y proclamamos lo de la Trinidad y lo de las 3 personas distintas y un solo Dios verdadero.
Igualmente proclamamos lo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; pero no decimos nada del motivo de su condena y ejecución. Su proclamación de la Buena Noticia del reino de Dios. Entender que el hombre-mujer es más importante que la Ley, que el Templo, que todo lo que digamos en la religión. Que lo que hagamos a uno de estos pequeños a mí me lo hacéis. Que si no sabemos perdonar a nuestro hermano nuestros sacrificios y ofrendas no valen para nada. Que lo que espera Dios, nuestro padre, de nosotros es que nos amemos, que seamos hermanos, que no soportemos que haya hombres y mujeres marginados, oprimidos, hambrientos, enfermos y olvidados...
Todo eso es fundamental.

Nuestra iglesia, como otras religiones, tiende a mantener la institución, su imagen y su fachada, sin tener en cuenta el contenido. Y nos contentamos con la proclamación de nuestra fe, los ritos, las devociones, las cosas de la tradición... Y llegamos a creer que eso nos salvará.

Es muy posible que si volviera Jesús también se extrañaría de nuestra falta de fe.

Texto del evangelio de MARCOS 6, 1-6


Se acerca vuestra liberación

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