jueves, 30 de mayo de 2024

Mientras comían cogió un pan... lo partió y se lo dio

Tomad, esto es mi cuerpo

2 de junio 2024

Una  indicación preciosa que nos propone Imma Calvo: -"La fiesta del Corpus es una magnífica ocasión para repensar los signos del pan y vino compartidos. Cada vez es mayor el consenso sobre la importancia del gesto de partir y repartir el pan, de compartir el vino. Son dos actos cotidianos que nos hablan de la entrega y el servicio a los demás. Por eso nos hablan de Jesús."

En estos tiempos, quizás más que nunca, nos vemos obligados a reflexionar y a renovar los signos y símbolos que utilizamos en nuestras reuniones y celebraciones. Y el sacramento de la Eucaristía es uno de ellos.

Arrastramos una gran tradición que, a lo largo de lo siglos, ha hecho de la Eucaristía el centro de la vida de la Iglesia. Y eso en todas sus formas: La celebración de la misa - El sagrario y todos las expresiones de adoración - las "Horas Santas" - la Adoración Nocturna - las procesiones... Finalmente, a través de todas esas manifestaciones, la Eucaristía se ha convertido en el centro de adoración perdiendo poco a poco la fuerza que tenía como símbolo, como signo y expresión de lo que tenía que ser nuestra vida.

Los Hechos de los Apóstoles nos hablan de aquellas primeras comunidades de seguidores que, regularmente se reunían en las casas para la oración y la fracción del pan. Dice el texto que: -"Todos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, fieles en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en las oraciones..." (Hech. 2,42).
Ya hace tiempo leí un comentario  sobre el texto del evangelio de Juan cuando cuenta la Última Cena. En ese texto no hace ninguna mención al gesto de partir el pan y compartir, lo mismo que en lo que se refiere compartir el vino. En cambio cuenta la escena del lavatorio de los pies... Al final de la misma les dice: "Os he dado el ejemplo para que también vosotros hagáis como he hecho yo con vosotros..."

A aquellos primeros seguidores les pareció que su seguimiento del Maestro les comprometía a poner en común sus bienes, a comer juntos y compartir, a la oración como comunidad...
Se planteó como importante (urgente incluso) la atención a los más débiles y necesitados (viudas), compartir los bienes y atentos a la enseñanza de los apóstoles (los que habían vivido y compartido con Jesús). La fracción del pan y la oración les hacía revivir, coger fuerza y les llenaba de entusiasmo para responder a la invitación de Jesús.

¿Cómo recuperar el sentido profundo de la "fracción del pan"? ¿Qué le falta a nuestro sacramento de la Eucaristía para que sea dinamizador de nuestra vida, cree entusiasmo en el seguimiento de Jesús, afecte a los marginados, débiles y olvidados de nuestra sociedad?
Nuestras misas se han quedado en algo simbólico cargado de textos que hay que explicar para entender de qué van. Es una comida que apenas es una migaja de algo que no es ni pan. El vino, por supuesto, no lo probamos. Y los fieles no aportamos nada, no ponemos nada en común.
La celebración quiere ser una fiesta con sus cantos, sus oraciones, sus gestos y actuaciones...; pero difícilmente diremos: ¡Qué bien lo he pasado! ¡Qué alegría habernos juntado con los hermanos y hermanas!

El comentario que escribe Fray Marcos puede ayudarnos a captar mejor la fuerza y el sentido que debe tener para nosotros la Eucaristía: -"El signo no es el pan, sino el pan partido, preparado para ser comido. Partir el pan forma parte de la esencia del signo. Jesús se hace presente en ese gesto, no en la materia del pan. Si comprendiéramos bien esto, se evitarían todos los malentendidos sobre la presencia de Jesús en la eucaristía. El pan consagrado hace siempre referencia a una ‘fracción del pan’, (celebración eucarística). Lo mismo en la copa. El signo no es la copa sino el cáliz bebido, es decir, compartido. Para los judíos la sangre era la vida. La copa derramada es la vida de Jesús (no la muerte) puesta al servicio de todos."

Así pues nuestra celebración tendría que hacer hincapié en ese partir y repartir... Ese gesto que nos impulsaría a compartir, a poner en común. Y, al mismo tiempo, el aspecto del servicio (lavado de los pies, atención hacia los más débiles y necesitados)... Para ello atención especial hacia aquellas personas que pueden ayudarnos a comprender mejor el mensaje de Jesús. Y, todos juntos, el tiempo de oración (incluido el gesto de levantar las manos con la oración de Jesús y el darnos la paz).

Todo el resto de manifestaciones deberían dejar de tener importancia. Nuestra adoración la dirigimos únicamente a Dios a través de los hermanos y hermanas... Si la eucaristía no nos lleva a eso, quiere decir que no hemos entendido el mensaje de Jesús.

Texto del evangelio de MARCOS 14, 12-26


jueves, 23 de mayo de 2024

Id y haced discípulos de todas las naciones

Yo estoy con vosotros cada día

26 de mayo 2024


Pasado el tiempo pascual y celebrado la fiesta de Pentecostés. Imma Calvo ofrece esta breve presentación: -"Este domingo propone el misterio de Dios Trinidad. ¿Cómo leer hoy el mandato del evangelio de bautizar en nombre del padre, del hijo y del espíritu santo? Sabemos que son expresiones del lenguaje mítico para hablar de los renacidos del agua y el espíritu. Esas personas luminosas que van por el mundo irradiando bondad, sin importar qué tipo de etiqueta lleve su bautismo. En un mundo tan polarizado, qué necesario es sentir la hermandad. Sabernos hijas e hijos del mismo aliento vital." 
¿Cómo debería ser el lenguaje de nuestra profesión de fe? En el tiempo actual, siglo XXI, ¿cómo hablar de algo que supera todos nuestros conocimientos, nuestra ciencia y modo de entender? 
Como comenta José Antonio Pagola: -"A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que ver con su vida esas admirables doctrinas..." 
El lenguaje que utiliza la Iglesia, las oraciones de la misa y de toda la liturgia, sigue usando un vocabulario, unas imágenes y unos símbolos que están lejos del lenguaje, mentalidad y expresión del mundo de hoy.
"Al parecer, -escribe J.A. Pagolahoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro Credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
Tendría que ser un Credo que recupera el lenguaje de Jesús y su mensaje más profundo. Todo ese lenguaje tomado de la cultura y conocimientos de los filósofos y doctores de aquellos primeros siglos de nuestra era están impregnados de unos planteamientos del mundo, del cosmos y del hombre que no tienen significado para la humanidad de hoy.
El apóstol Juan que, en su evangelio, utiliza un lenguaje que se acerca mucho al modo de expresarse de los gnósticos, en su primera Carta nos advierte muy claramente: "Si alguno dice que ama a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso. Porque si no ama a su hermano, a quien puede ver, mucho menos va a amar a Dios, a quien no ve..." A lo largo de esa primera Carta de Juan hay una insistencia tal que bien podríamos decir que es el núcleo principal de su Credo. "A Dios nadie le ha visto. Si nos amamos unos a otros Dios habita en nosotros... En eso reconocemos que moramos en Él y Él en nosotros: en que Él nos ha dado su espíritu (su aliento)..." Y ese aliento es lo que nos comunica Jesús de Nazaret con su mensaje, con sus palabras, con su estilo de vida, con su manera de ser hombre. 
Fray Marcos nos ofrece unos comentarios que nos pueden ayudar a reflexionar: -"Siempre que nos atrevemos a decir “Dios es…,” estamos expresando una idea, es decir, un ídolo. Ídolo no es solamente una escultura de dios. También es un ídolo cualquier concepto que le aplicamos. El ateo sincero está más cerca del verdadero Dios que los teólogos que creen haberlo atrapado en conceptos. Dios no es nada que podemos nombrar. El “soy el que soy” del AT, tiene más miga de lo que parece. Dios es solo verbo, pero un verbo que no se conjuga, porque no tiene tiempos ni modos."
"El Dios de Jesús no es el Dios de los buenos, de los piadosos, de los religiosos ni de los sabios, es también el Dios de los excluidos y marginados, de los enfermos y tarados; incluso de los irreligiosos inmorales y ateos. El evangelio no puede ser más claro: “las prostitutas y los pecadores os llevan la delantera en el Reino de Dios”. El Dios de Jesús no nos interesa porque no aporta nada a los “buenos” que ya lo tienen todo. En cambio, llena de esperanza a los “malos” que se sienten perdidos. "No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos".
"Para nosotros, es sobre todo la experiencia que Jesús tuvo de su Abba, lo que nos debe orientar en nuestra búsqueda. Jesús no se propuso inventar una nueva religión ni un nuevo Dios. Lo que intentó fue purificar la idea de Dios que tenía el pueblo judío en su época. Ese esfuerzo le costó la vida. Jesús en todo momento quiere dejar claro que su Dios es el mismo del AT. Eso sí, tan purificado y limpio de adherencias idolátricas, que da la impresión de ser una realidad completamente distinta."
A partir de ahí, siguiendo sus huellas, podríamos componer nuestro Credo: Fe y confianza en ese Dios al que llama Abbá. Que está cerca de nosotros, incluso dentro de nuestra vida y nuestro ser. Que todas las personas somos hijos-hijas y por tanto hermanos-hermanas. Que lo más importante es que nos amemos, que seamos familia. Que si nos amamos Dios está con nosotros, le conocemos... Porque tenemos su espíritu, su aliento vital... Todo el resto son añadidos que, a mi entender, no son importantes. Porque si tenemos ese aliento, si nos amamos, comenzamos a formar esa familia (a la que puedes llamar Iglesia, comunión de los santos, etc.). En cuanto a lo que Jesús pasó y sufrió (como consecuencia de su mensaje) eso lo entendemos si seguimos sus huellas...
Pienso que nuestra fe y nuestras celebraciones deberían centrarse cada vez más en ese mensaje profundo de Jesús.


Texto del evangelio de MATEO 28, 16-20


jueves, 16 de mayo de 2024

Paz con vosotros

Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros

19 de mayo 2024



Tal y como escribe Imma Calvo, "En la fiesta de Pentecostés, anhelamos con intensidad la paz para el mundo. Nos afligen las guerras que derraman sangre inocente, la polarización y el odio de las redes sociales, la xenofobia y la indiferencia que sufren los migrantes..."


Al celebrar esta fiesta todos los seguidores de Jesús de Nazaret nos vemos empujados, ahora como a lo largo de los siglos y de los tiempos, a suspirar por ese aliento divino, por esa presencia y esa fuerza que nos mantenga firmes en el proyecto de la Buena Noticia a la que nos invita día a día el Maestro.

No resulta fácil. Las manifestaciones de odio y rechazo hacia los migrantes. El desprecio hacia las personas de otra raza, de otro color, de otra cultura. El abuso sobre los más débiles. El machismo manifiesto u oculto que sigue creando nuevas víctimas... Y las guerras declaradas, tanto en Rusia contra Ucrania como en Israel contra Hamás avasallando, destruyendo y matando a lo largo del corredor de Gaza... Y tantas otras guerras ocultas o desconocidas que repiten una y otra vez la violencia que corroe, destruye y mata...


Ven, Espíritu Santo!

Así se canta en la Iglesia. Así se escucha en tantos y tantos himnos y salmos.


"Como decía Ruiz de Galarreta: «Creer en el viento de Dios es una hermosa profesión de fe en que Dios no está ausente, sino presente y activo de una manera concreta: alentando, empujando»

Cito ahí a Miguel Ángel Munárriz en esa especie de resumen de su comentario a la fiesta de Pentecostés.


Y añado unos párrafos de José Antonio Pagola que abundan en la misma idea: -"Los hebreos se hacían una idea muy bella y real del misterio de la vida. Así describe la creación del hombre un viejo relato, muchos siglos anterior a Cristo: «El Señor Dios modeló al hombre del barro de la tierra. Luego sopló en su nariz aliento de vida. Y así el hombre se convirtió en un [ser] viviente».

"Al final de su evangelio, Juan ha descrito una escena grandiosa. Es el momento culminante de Jesús resucitado. Según su relato, el nacimiento de la Iglesia es una «nueva creación». Al enviar a sus discípulos, Jesús «sopla su aliento sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo».

 

El Antiguo Testamento habla del aliento de Dios, de su espíritu... Y Jesús de Nazaret también se refiere a ese aliento de Dios, a ese algo que crea, recrea, impulsa, da vida, rejuvenece, hace florecer, santifica... Todos los símbolos, las imágenes, comentarios y explicaciones que intentemos dar a la presencia de Dios en la creación, en la humanidad, en cada uno de nosotros... Y, por supuesto, en la Iglesia y en todas las personas de buena voluntad (sean de la religión que sea, de la cultura que sea,  de la tradición que sea).

Nosotros (y me refiero a toda la Iglesia) nos hemos hecho como poseedores del Espíritu-aliento de Dios. La Iglesia lo declara Espíritu Santo y parece como si sólo pudiera manifestarse a través de la Institución.

Además, los grandes doctores y entendidos lo han declarado Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Lo que hace todavía más difícil de entender y asumir. Es más, creo que eso de las tres personas de la Santísima Trinidad le sonaría raro y extraño al propio Jesús de Nazaret.


Se habla y se comenta en la Iglesia hablando del "Espíritu de Jesús"; pero yo creo que tendríamos que seguir hablando del "aliento de Dios, nuestro padre, de su espíritu" que está presente en la creación y en cada uno de nosotros... Por eso, corrigiendo un poco el comentario de J.A. Pagola, tomo prestado lo que dice: -"Sin el Espíritu - aliento de Dios (Jesús), la Iglesia es barro sin vida: una comunidad incapaz de introducir esperanza, consuelo y vida en el mundo. Puede pronunciar palabras sublimes sin comunicar el aliento de Dios a los corazones. Puede hablar con seguridad y firmeza sin afianzar la fe de las personas. ¿De dónde va a sacar esperanza si no es del aliento de Dios (Jesús)? ¿Cómo va a defenderse de la muerte sin el Espíritu que animó a Jesús a lo largo de su vida (del Resucitado)?"


Esta fiesta, pues, nos invita a abrirnos a esa presencia de Dios, a dejarnos penetrar de su aliento y permitir que nazca en nosotros la nueva criatura que respira, vive y actúa al estilo y modo de Dios mismo, como hijas e hijos suyos. "Paz con vosotros - Shalom alehem - Salam aleikum - Pakea zuekim..." Tantas formas de expresarlo. 

El mundo de hoy, esta sociedad que nos ha tocado vivir, necesita mujeres y hombres de paz... en todos los aspectos y situaciones de la vida.

"Ven, espíritu-aliento de Dios e infunde vida en cada uno de nosotros"


Texto del evangelio de JUAN 20, 19-23


viernes, 10 de mayo de 2024

La Buena Noticia a toda la humanidad

Comunicar, anunciar, proclamar

12 de mayo 2024

 



Me gusta la introducción que hace Imma Calvo al evangelio de este domingo: -"Celebramos este domingo la Ascensión de Jesús. Lucas es el único que hace esta narración y cuenta el relato en dos ocasiones con grandes diferencias. En el evangelio, Resurrección, apariciones y Ascensión, todo sucede el mismo día. En los Hechos de los apóstoles dice que ocurrió a los cuarenta días de resucitar. Parece evidente el sentido catequético del relato, pero llevamos siglos interpretándolo como un suceso real... Y es que resulta más cómodo subir a Jesús al Cielo y dejarlo allí. Por el contrario, nos exige más saber que está entre nosotros, en los que pasan necesidad."

Como  comenta Fay Marcos: -"Resurrección, Ascensión, glorifica­ción, Pentecostés, constituyen una sola realidad, que está fuera del alcance de los sentidos. Esa realidad no temporal, no localizable, es la más importante para la primera comunidad y es la que hay que tratar de descubrir."

Y añade algo que me parece, no sólo profundo, sino que nos apunta un camino para ir avanzando en nuestro seguimiento de Jesús de Nazaret: -"La verdadera ascensión de Jesús empezó en el pesebre y terminó en la cruz cuando exclamó: "consumatum est". Ahí terminó la trayectoria humana de Jesús y sus posibilidades de crecer. Después de ese paso, todo es como un chispazo que dura toda la eternidad. Había llegado a la plenitud total en Dios, precisamen­te por haberse despegado (muerto) de todo lo que en él era caduco, transitorio, terreno. Solo permaneció de él lo que había de Dios y por tanto se identificó con Dios totalmente. Esa es también nuestra meta. El camino también es el mismo que recorrió Jesús."

A menudo nos encontramos con pequeños detalles, en los textos del evangelio, que deberían servirnos de guía para nuestro camino. En el que leemos este domingo apunta: -"- Id por el mundo entero proclamando la buena noticia a toda la humanidad..." Me pregunto si, poco a poco, no nos hemos ido apartando de lo que significa "la Buena Noticia". Hemos terminado por escribir, anunciar y proclamar toda una serie de verdades, dogmas, reflexiones y doctrinas que han terminado por hacer del seguimiento de Jesús de Nazare una religión con mucho aparato exterior, muchas personalidades, muchas autoridades, doctores de la Ley y con sabios que entienden y explican lo que nadie ha visto.

La Buena Noticia... Necesitamos volver continuamente al mensaje original de Jesús. En todos los tiempos, y ahora muchísimo más, necesitamos escuchar lo que nos quiso mostrar: Dios no es ese personaje lejano, inaccesible, omnipotente, juez de vivos y muertos, que premia y castiga, que nos vigila día y noche y que nos exige que no fallemos y cometamos ningún pecado...  Todos, de un modo o de otro, hemos ido asumiendo una imagen de un dios que nos infunde miedo, que está lejos y que... no nos hace caso.

La Buena Noticia (nos dice Jesús) es que Dios está muy cerca de nosotros, que nos ama como lo hacen papá y mamá, que sabe que fallamos y cometemos errores; pero que siempre, siempre nos perdona y nos comprende. Que todo lo que nos rodea (la naturaleza, el cosmos, los microorganismos) es un acto de amor. Es como si dijéramos que Él está ahí creando, animando, dando aliento... Y nosotros estamos invitados a acoger, asumir y respetar participando de su existencia y de su vida.

Ese Dios, tan diferente y especial, nos invita a entender que toda la humanidad es una familia, que todos somos hermanos y que es inconcebible que haya hombres y mujeres que sufren hambre, que carecen del mínimo vital, que están marginados, oprimidos y esclavizados por otros hombres y mujeres...

El Dios que nos anuncia Jesús de Nazaret no hace distinción de personas. Quiere a todos por igual. No importa su raza, su color, su religión, sus costumbres, su lengua, su modo de hacer o de vivir...

"Id por el mundo entero proclamando la Buena Noticia..."

Nuestro problema es que estamos instalados en un mundo que tiene de casi todo y vive lejos de toda esa muchedumbre de pueblos que viven en un submundo... Nuestra religión y nuestro poder adquisitivo parece que nos aseguran la felicidad en este mundo y la salvación en el otro...

¿Cómo vamos a anunciar la Buena Noticia de Jesús de Nazaret si somos incapaces de ver y mirar a esa humanidad con los ojos de Dios, tal como lo hacía Jesús?

Buna Noticia será que los que decimos creer eso que nos dice Jesús empecemos a vivirlo, a ver esa otra humanidad que está lejos o que deseamos que no llegue a nuestra tierra, a nuestra sociedad, a nuestro mundo rico... (Eso ya lo dicen algunos partidos políticos y, quizás, lo estemos pensando muchos aunque no lo digamos.)

Nos lo repite hoy el evangelio... Y no es un mensaje para los misioneros y misioneras. Tampoco es un mensaje para los curas y monjas. No. Es un mensaje para todos los que nos decimos seguidores de Jesús de Nazaret.

Texto del evangelio de MARCOS 16, 15-20


viernes, 3 de mayo de 2024

Para que llevéis dentro mi propia alegría

Que os améis unos a otros

5 de mayo 2024

En este sexto domingo después de Pascua escuchamos/leemos un texto del capítulo 15 del evangelio de Juan en el nos llega el mensaje de Jesús insistente, exigente y calificador de sus seguidores: Que os améis unos a otros...

A lo largo de su vida, en esa vivencia interior tan plena e intensa, Jesús descubre y hace suya la imagen de Dios como Abbá (papá-mamá). Y desde su propia experiencia en familia (con María, José y sus hermanos) siente y lo hace carne de su carne lo que tiene que significar que Dios te ama como lo puede hacer el mejor papá o mamá del mundo. De ahí a experimentar y hacer suyo ese mensaje de Dios-Amor. Y eso se le hace tan vital y fundamental que se convierte en el único mandamiento, en lo único importante. Por encima de la Ley que habían recibido (como pueblo de Dios), por encima del Templo y de todo lo que entendían los Doctores de la Ley, los Escribas y Fariseos.

Y el evangelio de Juan (al igual que sus cartas) se hace eco de una manera intensa y repetitiva.
Son palabras que conocemos. Es un mensaje que recitamos, decimos y cantamos. "Un mandamiento nuevo nos dio el Señor... Que nos amáramos todos como él nos amó".

La cuestión está en que todo ese saber y conocer se va quedando en algo intelectual, en palabras y cosas aprendidas.
Hoy me cuestiono yo mismo: -¿Hasta qué punto asumo y siento que Dios es amor? Que me ama con mucha más fuerza e intensidad que cualquier persona... Y me hacer recordar momentos en mi vida en los que he vivido y sentido eso que llamamos enamoramiento (activo y pasivo), eso que nos conmueve, nos emociona, nos hace vibrar, nos llena de energía, nos llega hasta lo más recóndito... Y llena nuestra vida de una ilusión y alegría que colma todas nuestras aspiraciones y deseos.

Dios es Amor. Y, como escribe Fray Marcos: "Dios no es un ser que ama sino el amor en sí. En Dios el amor no es una cualidad sino su esencia... Dios no puede hacer muestras de amor porque ama siempre y a todos de la misma manera..."
Y completa el comentario diciendo: "Se nos pide lo imposible, que despleguemos en nosotros lo que es Dios. Pero teniendo muy claro que eso que es Dios ya está en nosotros. Por eso dice el mismo Juan (en su primera carta): "El amor no consiste en que nosotros amemos a Dios sino en que Él nos amó. Descubrirlo es la base de todo".

A partir de ahí entiendo que ése es el camino. Descubrir y asumir esos pasos que nos llevan tras las huellas del Maestro.

Ya hace tiempo leí un comentario sobre eso del "Mandamiento del Amor". En ese escrito se decía que había como una contradicción en eso de poner como mandamiento "amar". Decía que no se puede mandar u obligar a nadie a amar... Y copio ahora el comentario que ofrece este domingo Fray Marcos: -"No se puede imponer el amor por decreto. Todos los esfuerzos que hagamos por cumplir un "mandamiento" de amor están abocados al fracaso. El esfuerzo tiene que estar encaminado a descubrir a Dios que es amor dentro de nosotros. Todas las energías, que empleamos en ajustarnos a una programación, tienen que estar dirigidas a tomar conciencia de nuestro verdadero ser. Solo después de un conocimiento intuitivo de lo que Dios es en mí, podré descubrir los motivos del verdadero amor."

Tomar conciencia de ese amor que está ya dentro de nosotros es lo único que me puede encaminar a llenar mi vida de esa realidad nueva que llene mi vida de la misma alegría de Jesús... "Que os améis unos a otros ... para que llevéis dentro mi propia alegría..."

Texto del evangelio de JUAN 15, 9-17


Se acerca vuestra liberación

Esta despiertos en todo tiempo 1 de diciembre 2024 Este domingo comenzamos el tiempo de Adviento. Acostumbramos a celebrarlo como una prepar...