jueves, 27 de julio de 2023

Se parece el reino de Dios...

Un tesoro escondido, una perla preciosa...

30 de julio 2023



Al presentar los comentarios del evangelio de este domingo Imma Calvo escribe: "El texto del evangelio de este domingo propone un texto que nos invita a mirar adentro. Y con una visión muy positiva. No tenemos que ir a buscar nada fuera. Ni los triunfos, ni la tranquilidad, ni la seguridad. Los motivos del gozo y la paz están ahí para quien quiera despertar. En el centro del corazón hay un tesoro escondido. Nuestra vida es tan valiosa como una perla preciosa. Merece la pena cualquier esfuerzo –vender todo cuanto tenemos– para encontrar todo cuanto somos."


Y José A. Pagola incide en su comentario para ponernos en alerta no sea que seamos incapaces de descubrir el tesoro o la perla preciosa... "Jesús está comunicando su experiencia de Dios: lo que ha transformado por entero su vida. ¿Tendrá razón? ¿Será esto seguirle? ¿Encontrar lo esencial, tener la inmensa fortuna de hallar lo que el ser humano está anhelando desde siempre?"

"Entre nosotros, mucha gente está abandonando la religión sin haber saboreado a Dios. Les entiendo. Yo haría lo mismo. Si una persona no ha descubierto un poco la experiencia de Dios que vivía Jesús, la religión es un aburrimiento. No merece la pena..."

Es una buena reflexión. Y, quizás, ése es el problema que aqueja a nuestras comunidades de seguidores de Jesús de Nazaret. Hemos aprendido el Catecismo. Hicimos la Primera Comunión y estudiamos en la escuela, en el colegio todo los que nos enseñaron en clase. También hemos asistido muchas veces a misa y hemos escuchado los sermones y comentarios sobre el evangelio... Sí, todo eso de las parábolas lo hemos escuchado y lo sabemos... Pero ¿hemos descubierto algún tesoro? ¿Hemos encontrado alguna perla preciosa? Hemos intuido o imaginado lo que significó para Jesús su experiencia de Dios?

Fray Marcos nos ayuda a profundizar en lo que debiera ser fundamental en nuestra vida cristiana: "No damos un paso en nuestra vida espiritual porque no hemos encontrado el tesoro que ya somos. Sin este descubrimiento, todo lo que hagamos por alcanzar una religiosidad auténtica será pura programación y por lo tanto inútil..."

"Tenemos que aclarar que el tesoro no es Jesús, como deja entender Pablo, y sobre todo los santos padres. Jesús descubrió la divinidad dentro de él. Éste es el principal dogma cristiano. “Yo y el Padre somos uno”. Tampoco la Escritura puede considerarse el tesoro. En muchas homilías, he visto estas interpretaciones de las parábolas. La Escritura es el mapa que nos puede conducir al tesoro, pero no es el tesoro. Tampoco podemos presentar a la Iglesia como tesoro o perla. En todo caso, sería el campo donde tengo que cavar (a veces muy hondo) para encontrarme a mí mismo."

Descubrir a Dios, su realidad dentro de mí y en todo lo que me rodea. Percibir y darme cuenta que Él es la base y fundamento de todo mi ser, la raíz y fuente de toda vida, de toda energía... Que en Él somos uno, fundamento de toda humanidad, de la solidaridad y fraternidad universal.... Y si llego a experimentarlo crecerá en mí, como sucedió en Jesús, toda la compasión y empatía (especialmente hacia los más débiles, a los marginados, a los oprimidos, a los olvidados de nuestra sociedad). La experiencia de Dios. Un tesoro escondido que, muchas veces, son los más pequeños los que lo descubren.

Texto del evangelio de MATEO 13, 44-52

jueves, 20 de julio de 2023

El Reino de Dios se parece a...

Hablando en parábolas

23 de julio 2023

Dice el texto del evangelio que Jesús les explicaba todo eso del Reino de Dios en parábolas... El sembrador, la semilla, la cizaña, el grano de mostaza, la levadura...

Y podríamos preguntarnos: ¿Por qué les hablaba en parábolas?

En otros tiempos llegué a pensar que resultaba original y divertido y que, de esa manera, se ponía al nivel de la gente sencilla. Y puede que sea así, pero me parece que hay algo más profundo.


Hablar del Reino de Dios, hablar de las cosas que no vemos ni podemos tocar es difícil explicarlas a base de razonamientos. Y puede que sea precisamente ése el fallo de nuestro cristianismo. 

La vivencia de Jesús de Nazaret, su experiencia más íntima, su centrarse en Dios como lo más valioso que una persona puede encontrar y descubrir se quiso trasladar al pensamiento griego como si fuera un razonamiento filosófico. Y, a partir de ese momento, los sabios y los doctores se hicieron cargo del mensaje de Jesús de Nazaret y pretendieron desmenuzarlo explicando hasta detalles inverosímiles.


Y nos dijeron qué era el Reino de Dios. Explicaron incluso la naturaleza de Dios, sus cualidades, su sabiduría y su poder. Y terminaron proponiéndose como intermediarios y representantes de Dios.


Y con todo ese saber y entender nos hemos quedado sin captar ese mensaje profundo de Jesús... Tenemos que volver a las parábolas. Escuchar atentamente y tratar de imitar los pasos de Jesús. Porque no nos habla de algo que está en algún sitio por encima de nosotros. O quizás se refiere a algo que nos va a llegar desde fuera. Jesús está hablando desde lo profundo de él mismo.


Él ha visto y vivido todas esas escenas. Era algo muy familiar. Y eso le sirvió para dar pistas de lo que era (debía ser) el Reino de Dios: La maravilla que supone ver y comprobar cómo nace el trigo de la semilla sembrada; o la masa del pan que sube al poner la levadura; o el granito de mostaza, tan pequeño pero que luego crece tanto...


Es una invitación a abrir nuestro corazón para acoger la semilla que Dios ha sembrado en cada persona. Porque cada uno de nosotros es el campo, también somos la masa, y somos la siembra... 

En nuestra vida (nuestro campo) hay trigo y cizaña. También hay momentos en los que nos hacemos duros como la tierra de los caminos o crecen dentro de nosotros demasiadas malas hierbas.

También puede parecer que tenemos mucha masa; pero sin levadura... Y los resultados saltan a la vista.


Así podríamos comentar durante mucho tiempo; pero nos quedaríamos siempre en que... todo eso se parece a... La experiencia personal es la que nos va a ayudar a captar el mensaje de las parábolas.


Para Jesús de Nazaret el Reino de Dios era lo más grande, el nivel más alto de humanidad. Tan centrado estaba que se identificaba con la voluntad de Dios, con ser su hijo, con el entusiasmo e ilusión de que su Reino llegara a todas las personas... sin distinción. Y vivir eso significaba hacer "su voluntad", su "pan de cada día".


Y, mientras reflexionaba sobre todo ello, me preguntaba: ¿Cuál es mi experiencia y vivencia del Reino de Dios? ¿Cómo podría yo explicar lo que es para mí? ¿Podría yo decir: Desde mi experiencia el reino de Dios se parece a...? ¿Qué podría decir? ¿Que voy a misa todos los días? ¿Que rezo el rosario y digo mis oraciones? ¿Que doy alguna limosna?...

Es más. ¿Me hace ilusión el Reino de Dios? ¿Supone algo para mí? ¿Tengo interés o es algo que lo he alejado hasta el más allá?


Como comenta José A. Pagola: "Jesús lo repetía una y otra vez: ya está aquí Dios tratando de transformar el mundo; su reinado está llegando. No era fácil creerle. La gente esperaba algo más espectacular: ¿dónde podían captar el poder de Dios imponiendo por fin su reinado?"


Porque el reino de Dios, la manera de vivir nuestra humanidad está ya ahí en el corazón de cada persona... Es cuestión de cambiar, de convertirse, de empezar a vivir de otra manera...

Ésa es la invitación. Y las parábolas son para rumiarlas, para abrirnos a esa realidad más alta o más íntima a la que estamos llamados.



Texto del evangelio de MATEO 13, 24-42

viernes, 14 de julio de 2023

Salió el sembrador a sembrar

Recibir la semilla...

16 de julio 2023


Tal y como comenta Imma Calvo en la presentación: "Hemos reflexionado sobre la parábola del sembrador una y mil veces y podemos seguir aprendiendo con ella... Siempre hay algún aspecto que nos remueve e incluso podemos escuchar alguna idea en la que nunca habíamos reparado. Es el caso de este pequeño detalle, con muchísima miga, que he leído en el comentario de Fray Marcos. La semilla que se siembra a voleo no es la Palabra de Dios. Y entonces, ¿qué es? «La verdadera “semilla” es lo que hay de Dios en nosotros». La Escritura es experiencia de los hagiógrafos, un fruto maduro. No se trata de repetir de oídas la experiencia ajena. Hay que dejar que germine nuestra propia semilla y dar frutos de compasión, entrega, paz y plenitud humana."


El relato de la parábola del sembrador (que tantas veces hemos escuchado y nos han explicado) siempre nos deja toda una serie de detalles para pensar y reflexionar. Como comenta Fray Marcos: "Cuestiona mi manera de ser, me dice que otro mundo es posible y espera de mí una respuesta vital..."


Porque se trata precisamente de eso, de dar una respuesta con mi vida. A lo mejor nos entretenemos tratando de averiguar quién es el sembrador o si la semilla es la palabra de Dios o tal vez el texto del evangelio... Y nos quedamos ahí acumulando saber y conocimientos sin entender la profundidad del mensaje.


Por eso, me parece sumamente interesante el detalle que apunta Fray Marcos: "Lo importante no es la palabra, sino lo que la palabra expresa. Esa semilla lleva miles de años dando fruto, y seguirá cumpliendo su encargo. El Reino de Dios está ya aquí, pero su manera de actuar es lenta y paciente..."


Esa semilla del Reino está en cada uno de nosotros. La invitación a cambiar y convertirnos nos va llegando de una manera o de otra. Y lo realmente importante es la respuesta que yo doy. Como en aquella otra parábola del banquete de bodas, la respuesta de cada invitado es tan diferente... Muchas personas pasan de ir a la boda porque tienen otros intereses. También las hay que entienden que sus negocios son más importantes...


Tal vez creamos que dar fruto es hacer cosas grandes... Pero, como señala Fray Marcos: "La tarea fundamental del ser humano no es hacer cosas, sino hacerse. “Dar fruto” sería dar sentido a mi existencia de modo que al final de ella, la creación entera estuviera un poco más cerca de la meta. La meta de la creación es la UNIDAD. Yo no tengo que dar sentido a la creación sino impedir que por mi culpa pierda el sentido que ya tiene. Mi tarea sería no entorpecer la marcha de la creación entera hacia su objetivo."

"El fruto no es el éxito externo, sino el cambio de mentalidad del que escucha... El fruto sería una nueva manera de relacionarse con Dios, consigo, con los demás y con la naturaleza."


"Salió el sembrador a sembrar..."


A lo largo de las vacaciones, de estos días largos del verano, ahí tenemos una invitación especial: tiempo de escucha, de reflexión, de silencio incluso. A ver si en mi vida brota el Reino de Dios (hecho de solidaridad, empatía, fraternidad, compasión y ternura)... y sonreír ante ese mundo nuevo que es posible.


Texto del evangelio de MATEO 13, 1-23

jueves, 6 de julio de 2023

La gente sencilla

Aprended de mí, que soy sencillo y humilde

9 de julio 2023




"El evangelio de este domingo -que nos presenta Imma Calvo- elogia a la gente sencilla. Esos que el mundo desprecia están mejor preparados para entender el mensaje de Jesús. Los sabios, que ya lo saben todo, se cierran a lo nuevo y a lo distinto, y eso les incapacita para captar la esencia de la vida."

¿Quién seguía a Jesús de Nazaret? ¿Quién se acercó a él?

Como muy bien comenta Miguel Ángel Munárriz, "a Jesús le siguieron los que sintieron necesidad de él… y sólo ellos participaron de la buena Noticia. Le siguieron los que se sentían rechazados por la gente respetable y abandonados por un Dios que les enviaba calamidades por sus pecados. Le siguieron los pecadores públicos, los pobres, los enfermos y lisiados, los humildes y sencillos; los que no poseían tesoros en la Tierra y no podían sentir apego por ellos..."


Y Jesús bendice a Dios... porque, si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla...


¿Qué son esas cosas?

Creo entender que esas cosas son precisamente el mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios. Su experiencia interior, su manera de vivir. Lo que intenta transmitir a través de sus palabras, de su estilo de hacer y de comportarse... (Sus parábolas, sus signos). Su acercamiento a los humildes y marginados, a los pobres, a los necesitados, a los enfermos y apartados de la religión. También a los ricos que esperaban un cambio...


Es muy posible que, hoy en día, nuestras comunidades cristianas valoren más el saber y el conocimiento. Como si todavía permaneciera en nuestro subconsciente aquello que aprendíamos en el Catecismo: ..."Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que te sabrán responder..." Era la respuesta que nos hacía callar. Ante las difíciles cuestiones y los más profundos razonamientos nos enseñaban a tener fe y atenernos a lo que decían los sabios y doctores de la Iglesia.

Y nos perdimos en los vericuetos de la ciencia y del saber dejando de lado la invitación de Jesús a seguir sus huellas, a vivir su experiencia de Dios


La enorme cantidad de conocimientos de que disponemos hoy en día, los avances tecnológicos, la amplia red de comunicación, han puesto en nuestra mente una especie de superioridad que nos hace creernos por encima de todas las palabras y mensajes que, años atrás, parecía que modelaban toda nuestra vida. Las normas y comportamiento, la moral, las relaciones sociales, incluso el modo de tratarse y la moda... Todo aparecía como controlado por los mandamientos, tratados y recomendaciones que nos dictaban los sabios y doctores de la religión.

Ahora, estamos seguros de saber más, de entender mejor, de superar aquella visión y estilo de vida que nos proyectaban.


Sólo que, en medio de toda esa superioridad y despliegue de conocimientos, nuestro mundo también nos presenta unos aspectos tan lamentables como la pobreza y miseria de millones de personas, el hambre y la enfermedad que afecta a una gran parte de la humanidad, el abuso y desprecio de los más ricos hacia los marginados, la violencia que se sigue ejerciendo sobre mujeres, niños, migrantes y... todas aquellas personas carentes de valor... Los don nadie que ni saben ni entienden...


Finalmente nos vemos obligados a descubrir que todo ese saber y conocer, todo el dominio económico y técnico, no nos da más humanidad, no nos hace mejores personas, no hace crecer en nosotros la solidaridad, la compasión, la amistad y la ternura.

Y a eso precisamente nos invita, de nuevo, Jesús de Nazaret. A revivir en cada uno de nosotros su propia experiencia de Dios, descubrir que todos formamos esa humanidad que se fundamenta en nuestro origen, fuente y raíz, en Dios mismo, sin distinción de raza, sexo, origen, cultura y lugar de origen. Un punto que, si ahondamos dentro de nosotros mismos, descubriremos que somos hermanos-hermanas. Que si nos olvidamos de una parte de ellos, estamos perdiendo nuestra propia humanidad.


"La gran carencia de nuestra comunidad hoy -termina su comentario Fray Marcos- es la falta de experiencia interior... Lo que hay que enseñar a los cristianos es a vivir la experiencia de Jesús. Solo ahí encontraremos la liberación de toda opresión. Solo teniendo la misma vivencia de Jesús, conseguiremos la libertad para ser nosotros mismos." 



Texto del evangelio de MATEO 11, 25-30


Se acerca vuestra liberación

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