"...Los pobres, los mansos, los que lloran..."
29 de enero 2023
El texto del evangelio de Mateo, al que se le ha llamado el sermón de la montaña o de las bienaventuranzas, siempre nos deja descolocados. Por muchas vueltas que le demos o por espiritual que lo hagamos.
Nosotros seguimos pensando que son dichosos y bienaventurados los ricos, los poderosos, los que ríen y celebran, los famosos, los que tienen de todo y no pasan hambre...
Y no lo digo a nivel intelectual o de religión. No, basta que miremos alrededor nuestro. Sí, incluso dentro de la Iglesia. A pesar de los discursos y recomendaciones. A pesar de toda la doctrina y de todo lo que nos enseña el evangelio... Creo que no presentamos una imagen auténtica de los seguidores de Jesús de Nazaret.
Y es que para eso tenemos que aceptar, ante todo, su mensaje de la Buena Noticia. Aquello que nos decía en el texto leído el domingo pasado: "Enmendaos, convertíos, porque está cerca el reino de Dios". Ese cambio de mentalidad y de manera de ver y de vivir que nos llevaría a seguir sus pasos.
Entonces seríamos capaces de ver a los demás como lo hacía Jesús el de Nazaret. Estar atentos a las otras personas con empatía, con solidaridad, con la compasión y ternura que fluyen del mismo Dios y que nos hacen parecernos a Él.
Es así como los más débiles y necesitados se convierten en los primeros (precisamente por eso). Porque esa parte de (nuestra) humanidad es la que nuestra sociedad (y nosotros) vamos marginando y dejando de lado.
Me ha parecido de gran ayuda el comentario que hace Fray Marcos y que titula: "Dichoso el que no deshumaniza a nadie".
Y dice: "Se trata del texto que mejor expresa la radicalidad del evangelio... Debemos evitar eso de proyectar la felicidad para el más allá. Porque Jesús está hablando de aquí y ahora, en esta vida. Un camino al que todos estamos invitados para alcanzar la paz y armonía interior como desarrollo de nuestra humanidad.
El mensaje más profundo de las bienaventuranzas nos advierte que es preferible ser pobre a ser rico opresor de otros; es preferible llorar a hacer llorar a otros. Es preferible pasar hambre a ser la causa del hambre de los demás..."
Bienaventurada y dichosa la persona que va imprimiendo en su vida esa manera de hacer porque está siguiendo las huellas del Maestro. Y va creciendo en humanidad.
Y cito de nuevo a Fray Marcos: "La única medida de nuestro grado de humanidad es el amor manifestado...Cada vez que manifestamos un auténtico amor, crece nuestra humanidad. Por el contrario, cada vez que manifiesto falta de amor a los demás, pierdo algo del valor humano que tengo".
Ésa es mi reflexión y ésa es la tarea que tengo por delante: Ser por encima de todo seguidor de Jesús de Nazaret. Hacer mía su vivencia y su experiencia como persona real de aquel pueblecito de Nazaret. El mismo del que comenta el evangelio que iba creciendo en gracia delante de Dios y de los hombres.
Texto del evangelio de Mateo (5,1-12a)
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