Orar: una práctica y una necesidad
24 de julio 2022
Durante mucho tiempo los seguidores de Jesús, incluída nuestra generación, vivimos nuestra fe a partir de una práctica diaria de la oración.
No es que fuéramos grandes oradores (o rezadores), pero nuestra vida estaba marcada por toda una serie de oraciones que rezábamos (o recitábamos) a lo largo de nuestra jornada: Oraciones al levantarnos, la señal de la cruz al salir de casa, la bendición de la mesa, oraciones al acostarnos... Luego había, también, las oraciones del pueblo o de la comunidad: el rosario, las novenas, las diferentes devociones que nos hacían aprender de memoria: la salve, alma de Cristo, el via crucis...
Quizás, sí, rezábamos sin saber muy bien qué era orar y al faltarnos la intensidad y la profundidad de la oración, nuestra práctica ha ido decayendo y bien se puede afirmar que, en una gran parte de la comunidad cristiana, apenas si queda otra práctica que la de ir a misa los domingos y alguna oración residual que, de cuando en vez, acude a nuestra memoria.
Como comenta muy bien José Antonio Pagola:
-"Quizá la tragedia más grave del hombre de hoy sea su incapacidad creciente para la oración. Se nos está olvidando lo que es orar. Las nuevas generaciones abandonan las prácticas de piedad y las fórmulas de oración que han alimentado la fe de sus padres. Hemos reducido el tiempo dedicado a la oración y a la reflexión interior. A veces la excluimos prácticamente de nuestra vida."
"Parece que las personas están perdiendo la capacidad de silencio interior. Ya no son capaces de encontrarse con el fondo de su ser. Distraídas por mil sensaciones, embotadas interiormente, encadenadas a un ritmo de vida agobiante, están abandonando la actitud orante ante Dios."
Todas las personas necesitamos momentos de reflexión, de repensar nuestra vida, de rehacernos, de encontrar ese punto de equilibrio que evita que perdamos el rumbo y andemos por la vida como pollos sin cabeza...
Y ese momento de reflexión es (debe ser) nuestro tiempo de oración. Hoy en día, hay mucha gente que hace yoga, meditación y otras prácticas que les sirven como acumuladores de paz y serenidad... Pues bien, cada seguidor de Jesús de Nazaret debería sentir la misma necesidad que tuvieron los primeros discípulos: "Señor, enséñanos a orar..." Porque es a través del Maestro que seremos capaces de vivir su mensaje, de hacerno carne de nuestra carne e ir creciendo en humanidad, en solidaridad, compasión y fraternidad.
José A. Pagola completa su comentario así:
-"Necesitamos orar para enfrentarnos a nuestra propia verdad y ser capaces de una autocrítica personal sincera. Necesitamos orar para irnos liberando de lo que nos impide ser más humanos. Necesitamos orar para vivir ante Dios en actitud más festiva, agradecida y creadora."
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