jueves, 12 de mayo de 2022

En esto conocerán que sois discípulos míos

"...Que os améis unos a otros"

15 de mayo 2022


Leyendo y reflexionando estos textos del evangelio de Juan, tal vez deberíamos plantearnos el centrar todo el mensaje de Jesús de Nazaret y todo lo que llamamos doctrina de la Iglesia en el texto que acabamos de ver: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: en que os tenéis amor entre vosotros."


Si nos confesamos seguidores de Jesús de Nazaret, es lo único que debería importarnos. 

Nuestra identidad, nuestro uniforme, debería ser ése, únicamente ese amor que vivimos. Todo lo demás pueden ser adornos, detalles añadidos que inspiran la devoción, que atraen, que sirven para celebrar...; pero a la hora de la verdad, la señal de que seguimos al Maestro y hemos entendido su mensaje sólo el amor que tengamos los unos por los otros indicará a todo el mundo que somos, de verdad, seguidores de Jesús.

Amar. Y amar como él amó.


Nuestra sociedad (y supongo que en todos los tiempos) habla de amor, de pasión, de gustarse, de gozar... con una terminología muy amplia.


José Antonio Pagola nos ayuda con su comentario:

"Los primeros cristianos abandonaron prácticamente esta terminología y pusieron en circulación otra palabra casi desconocida, agape, a la que dieron un contenido nuevo y original. No querían que se confundiera con cualquier cosa el amor inspirado en Jesús. De ahí su interés en formular bien el «mandato nuevo del amor»: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado»."

"El estilo de amar de Jesús es inconfundible. No se acerca a las personas buscando su propio interés o satisfacción, su seguridad o bienestar. Solo piensa en hacer el bien, acoger, regalar lo mejor que tiene, ofrecer amistad, ayudar a vivir. Así lo recordarán años más tarde en las primeras comunidades cristianas: «Pasó toda su vida haciendo el bien»."

A partir de ahí, todo nuestro caminar es seguir sus huellas. Si nos dice que la señal que nos identifica como sus discípulos es amar como él lo hizo, nuestro trabajo y aprendizaje será el de practicar esa norma o mandamiento nuevo. 

En estas fechas muchos niños y niñas se preparan para hacer la Primera Comunión y me recuerda las clases de catecismo que teníamos y la preparación de esa gran fiesta. Y supongo que nos enseñaron todo lo que debíamos saber para recibir la eucaristía por primera vez. Ya han pasado muchos años; pero no recuerdo esa insistencia del evangelio de Juan sobre el amor como señal del cristiano.

Que, entonces, éramos muy pequeños... Cierto. Pero algo tan intenso como lo que leemos en el evangelio debería quedársenos grabado como la señal distintiva... Que no es ni la medalla, ni el escapulario, ni el misal, ni el rosario, ni siquiera la misa.

Es por eso que, hoy en día, seguimos teniendo esta asignatura pendiente: "Amaos unos a otros... En eso conocerán que sois discípulos míos".

Y José A. Pagola completa su comentario con algo que todos podemos constatar: "-Lo habitual entre nosotros es amar a quienes nos aprecian y quieren de verdad, ser cariñosos y atentos con nuestros familiares y amigos, para después vivir indiferentes hacia quienes sentimos como extraños y ajenos a nuestro pequeño mundo de intereses. Sin embargo, lo que distingue al seguidor de Jesús no es cualquier «amor», sino precisamente ese estilo de amar que consiste en acercarnos a quienes pueden necesitarnos. No lo deberíamos olvidar."

Pienso que ésa debería ser la motivación más importante de nuestra vida desde que nos levantamos hasta que nos acostamos; desde que nos bautizamos hasta el final de nuestra vida.

Algo deberíamos ir progresando día a día.

Ésa es, pues, mi oración y súplica de hoy: Tomar en serio el mandato nuevo de Jesús y centrar toda mi energía en vivirlo allá donde esté.


Texto del evangelio de JUAN 13, 31-35


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