jueves, 17 de marzo de 2022

De qué se trata

 Encuentros y reuniones preparando el Sínodo

A lo largo de estos últimos meses nos hemos reunido tratando de dar una respuesta a la sugerencia del Papa Francisco sobre la Iglesia.

    -¿Qué tenemos que decir nosotros los laicos sobre nuestra Iglesia?

    Y "nuestra Iglesia" nos ha sugerido toda una serie de preguntas o cuestiones: 

      -Compañeros de viaje. "Caminar juntos - Crecer como compañeros...

    -Escuchar con una mente y corazón abiertos

    -Invitados a hablar con libertad..

    -Nuestras celebraciones inspiran y guían nuestra vida...?

    -Llamados a una Misión común...

En esa línea nos han ido proponiendo que vayamos comentando cómo vemos nuestra Iglesia, si realmente responde a las exigencias del evangelio. ¿Cómo la sentimos?

Todos tenemos una experiencia de Iglesia que, con sus charlas y sermones y, sobre todo, con su práctica nos ha ido formando y hemos ido aceptando como algo establecido y sagrado la estructura y organigrama de una Iglesia jerárquica, clerical y autoritaria.

¿Qué podemos decir?

De entrada damos por buena la Iglesia que tenemos porque es algo que nos viene de los Apóstoles, de Jesucristo, de Dios... O sea, algo sagrado.

Simplemente nos toca aceptarla tal como es y, si acaso, intentar mejorar algunos aspectos que hagan que fucione mejor.

Y, ante eso, creo que estamos cometiendo un error. Porque de lo que se trata no es de mejorar la Iglesia, ni siquiera hacerla más grande, más numerosa, más participativa, más moderna y adaptada a los nuevos tiempos... No!. 

Lo que importa no es la Iglesia. Y ahí está nuestro error. Nosotros (nuestra Iglesia) repite el esquema de la religión judía en tiempos Jesús de Nazaret. Jerarquía, normas y mandamientos, clérigos y laicos, lugares sagrados, cumplimiento de ritos y ceremonias...

Jesús quiso hacerles entender que no era ése el camino. Que lo importante no era la religión. Que el hombre, la mujer, el niño, el esclavo, el extranjero, el leproso, el marginado... Cualquiera era más importante que el sábado.

Creo que no tenemos que esforzarnos en hacer más Iglesia.  Porque no se trata de restaurar, repintar, cambiar el tejado... No!, a lo que estamos llamados es a proclamar el mensaje de Jesús, intentar vivir una nueva humanidad, crear una sociedad más justa y solidaria... Y si no ponemos ese mensaje en la cabecera de nuestros requisitos, sólo haremos un trabajo sin sentido reforzando una estructura y una construcción que se cree que es la salvación del mundo.

Intenté comentarlo al principio de nuestras reuniones: Nuestra respuesta al mensaje de Jesús; vivir como hermanos; nuestras reuniones o celebraciones para tomar fuerzas y salir con más ilusión y ánimo de ellas para seguir las huelas de Jesús...

Todo lo demás (y me refiero a los ritos y ceremonias, a la jerarquía, al clero, a los sacramentos y oraciones), todo, tiene que ir enfocado y dirigido a vivir al estilo de Jesús.

El que sigamos con una jerarquía (que se cree sagrada y puesta por Dios mismo), el que se excluya a las mujeres de la dirección o animación de las comuidades o grupos, el que sigamos con ese afán de que todos se bauticen, vayan a misa, practiquen los ritos y devociones establecidas... Todo eso deja de tener importancia. Y deja de tener sentido preguntar cómo vamos a responder a nuestro mundo y a nuestra sociedad, cómo llegar a los jóvenes o a los marginados...

¿Qué propone Jesús de Nazaret? ¿Cómo actuaba él mismo? ¿Nuestra vida es coherente con el evangelio?


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