jueves, 24 de febrero de 2022

Lo que rebosa de nuestro corazón

Cada árbol se conoce por su fruto

27 de febrero 2022

El evangelio de este domingo (del evangelio de Lucas) nos ofrece en una serie de dichos o frases cortas todo un estilo de vida, una manera de actuar que seguramente cuestiona la actitud que tomamos en más de una ocasión: "Si un ciego guía a otro ciego..., ambos caerán en la fosa. Antes de sacar la mota del ojo de tu vecino, saca la viga de tu propio ojo. Un árbol bueno da buenos frutos. De lo que rebosa tu corazón habla la boca..."

Como anota Fray Marcos: "Las frases que acabamos de leer y las que leíamos el domingo pasado son proverbios que eran patrimonio de todas las culturas del entorno, no son inventadas por Jesús sino un destilado de la sabiduría popular que durante miles de años se había ido condensando en frases rotundas fáciles de recordar."

"...Puestos en boca de Jesús, está claro que esos proverbios pueden servir para destacar la sabiduría que estaba manifestando en todo momento. Por eso se utilizan como resúmenes de su mensaje."


Pues bien, parece que con frecuencia olvidamos el lenguaje de Jesús, su manera de actuar, el estilo de vida que llevaba y que es el que nos propone en lo que él llamaba "La Buena Noticia del Reino de Dios". 

Porque la conversión de la que habla Jesús quiere decir cambiar mi vida y llenarla de comprensión, acogida y perdón. Pero si sólo tengo ojos para ver la mota en los ojos de las otras personas; y si ando tan seguro de mi verdad, tengo mucha dificultad en acoger a las personas que piensan diferente y no estoy dispuesto a perdonar los errores de los demás...


Por eso, como escribe José Ant. Pagola: "En una sociedad dañada por tantas injusticias y abusos, donde crecen las «zarzas» de los intereses y las mutuas rivalidades, y donde brotan tantos «espinos» de odios, discordia y agresividad, son necesarias personas sanas que den otra clase de frutos..." "Tenemos que esforzarnos para que, al menos junto a nosotros, la vida sea más humana y llevadera."


Podríamos preguntarnos ¿qué es lo que rebosa de nuestro corazón? Otra pregunta podría ser: ¿qué tipo de árbol soy yo?

Mi boca se llena, tal vez, de negocios, intereses, dinero, pasarlo bien... Y el árbol que yo represento da frutos... ¿buenos? ¿mediocres? ¿indiferentes? ¿exclusivos? ¿Aumentan el nivel de humanidad?


Finalmente, un toque de atención que apunta Fray Marcos: "El creernos en posesión de la verdad, y por tanto con el derecho de imponerla a otros, es la actitud más contraria al mensaje evangélico. Según el evangelio, debíamos estar siempre con los oídos muy abiertos para escuchar lo que nos pueden decir los demás y con la boca cerrada para no engañar a los demás con nuestros discursos interesados y simplistas."


Texto del evangelio de LUCAS 6, 39-45


jueves, 17 de febrero de 2022

Sin esperar nada

Sed compasivos como vuestra Padre es compasivo

 20 de febrero 2022


"Este domingo la liturgia nos propone un texto que es puro evangelio. “Amad a vuestros enemigos”, “al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra”..., comenta Inma Calvo. "La actualidad nos demuestra lo lejos que aún está de cumplirse esta utopía de Jesús: desigualdad hasta el punto de que haya personas que mueren de hambre, abusos y falta de transparencia, tambores de guerra…"

Creo que todos hemos escuchado y reflexionado sobre esas palabras de Jesús. Y nos parecen tan utópicas que las dejamos a un lado como algo imposible de alcanzar.

Sólo que el comentario que Jesús de Nazaret a continuación nos hace bajar la cabeza y ver que... "si amamos sólo a los que nos aman, ¿qué mérito tenemos? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacemos bien sólo a los que nos hacen bien, ¿qué mérito tenemos? También los pecadores lo hacen..."

Para no perderme en explicaciones que no he sabido encontrar a lo largo de muchos años, echo mano del comentario que hace Fray Marcos: "Cuando interpreto la propuesta de amar al enemigo como una obligación de tener sentimientos positivos hacia él, entramos en una esquizofrenia porque no está a mi alcance. Lo que pide Jesús es otra cosa que sí está al alcance de nuestra voluntad. Se nos pide que amemos con el mismo amor con que Dios nos ama. Yo no puedo tener simpatía hacia el que me está haciendo daño, pero puedo considerar que hay algo en ese sujeto por lo que Dios le ama; y yo estoy obligado a considerar ese aspecto que me permita considerarlo parte de mí e identificarme con él a pesar de su actitud."

En nuestra actitud y en nuestra práctica invocamos la justicia para aceptar o rechazar a la persona que tenemos enfrente y llegamos a creer que si rechazo al que me insulta, si odio a la persona que me hace daño, eso es justo. Porque no hay derecho, porque yo también merezco un respeto... etc. 

Está claro que las palabras de Jesús nos molestan. Tiene que comprender que... Bueno, tal vez los santos que eran capaces de aguantar todo, que no les importaba sufrir y que les pisotearan...

¿Qué es lo que Jesús nos pide?

"El evangelio -continúa Fray Marcos- nos pide algo muy distinto. Dios ama a todos los seres, no porque son buenos, sino porque Él es bueno. Pero en vez de entrar en la dinámica del amor de Dios, le hemos metido a Él en la dinámica de nuestro instinto. Hemos hecho un dios que premia a los buenos y castiga a los malos. Si pensamos que Dios ama sólo a los buenos, ¡qué podemos hacer nosotros!..."

Ahí estaría nuestra equivocación. Actuamos impulsados por lo que nos dice nuestra cabeza y nuestro corazón y nos convencemos de que así es como actuaría Dios mismo. y nos decimos que Dios no puede amar a esos canallas que abusan de los pequeños o de los que violan y matan a sus mujeres o a los que hacen las guerras matando a tantos inocentes... Y aseguramos que Dios los tiene que castigar!

Es igual que vayamos a misa todos los domingos, que seamos personas piadosas que rezan todos los días... Ante el panorama de tanta miseria, de tanta opresión, de tanta hambre y explotación... nosotros juzgamos y estamos seguros de que eso es lo correcto.

El evangelio de Lucas dice: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo..." Mateo es más radical y habla de ser perfectos como vuestro Padre es perfecto. "Se nos pide que nos comportemos como Dios. Se nos pide salir al padre, comportarnos como el padre. Solo alcanzando una conciencia clara de ser hijos, podremos considerarnos hermanos."

Me parece excelente este último comentario de Fray Marcos. Y sólo si llegamos a entrar en esa dinámica de tomar conciencia de que somos hijos podremos ir alcanzando ese mínimo de humanidad que nos hará hermanos.

Texto del evangelio de LUCAS 6, 27-38


jueves, 10 de febrero de 2022

Felices por ser humanos y solidarios

En busca de la felicidad

13 de febrero 2022

Para este domingo la Iglesia nos propone el sermón de la montaña: Las Bienaventuranzas.


A pesar de haberlo escuchado tantas veces, a pesar de todo lo que nos han explicado y predicado, nos encontramos perdidos: "Dichosos los pobres...; dichosos los que pasan hambre...; dichosos los que lloran..."

No es nada fácil. Y como comenta Fray Marcos"la interpretación literal no tiene ni pies ni cabeza. El colmo del cinismo llegó cuando se intentó convencer al pobre de que aguantara estoicamente su pobreza, incluso diera gracias a Dios por ella, porque se lo iba a pagar con creces en el más allá. Si para mantener la esperanza tenemos que echar mano de un más allá, malo."

"No se puede separar el primer término de cada propuesta del segundo. A nadie se le ocurriría decir al que lleva dos días sin comer: ¡Qué suerte tienes! Debías estar feliz y contento. Sería dar a entender que Dios está encantado de que la gente sufra..."


Si algo está claro en la Buena Noticia de Jesús de Nazaret es que Dios (el Dios al que llama Abba = papá) está en contra de toda injusticia, en contra de toda opresión y marginación. Entonces al proclamar las "bienaventuranzas" es seguro que está señalando en qué dirección nos tenemos que mover.

Felices y dichosos los pobres, los que carecen de poder y de dinero porque "no son causa de que otros sufran". Dichosos si, a pesar de su pobreza, son "capaces de ser humanos y solidarios"... "porque sobre vosotros reina Dios"

Y también el grito de atención a los ricos: "Ay de vosotros los ricos porque ponéis vuestra confianza en el poder y el dinero y os desentendéis de vuestros hermanos...", haciéndoos cada vez más inhumanos.

Es increíble como el mundo rico (y la Iglesia incluída) ha buscado todas las formas posibles para justificar la acumulación de riquezas y de poder. Sobre todo cuando comenzamos a entender que los pobres no son pobres "por casualidad", ni porque "Dios así lo ha querido", ni por "mala suerte"... No! La enorme riqueza de unos pocos es la causa de la miseria de muchos. Su acumulación de poder es la que provoca el hambre, la marginación y la opresión de muchísimos.

Y es precisamente ahí donde tengo que ser capaz de descubrir el espíritu y aliento de Dios: Si nuestra vida, nuestros actos, nuestras actitudes hacen que seamos más humanos, si en mi pequeñez, en mi poco poder, intento acoger y dar la mano a la persona que la necesita... por ahí anda Dios. Y aunque me falten muchas cosas, aunque me cueste llegar a final de mes... ¡dichoso!  porque en mi vida reina Dios.

No me canso de repetirme que el mensaje profundo de Jesús de Nazaret (en su vida, en sus actos, en sus palabras) siempre es el mismo: "el reino de Dios está en medio de vosotros, convertíos, cambiad y lo descubriréis..."

Y si respondo a esa invitación, estoy seguro de que seré feliz. 
Y, finalmente, lo que importa en esta vida es ser felices...
Y es ahí donde se nos plantean las preguntas: Ser felices... ¿cómo?, ¿con qué?, ¿de qué modo?
Jesús propuso, también, la parábola del pobre Lázaro (el mendigo) y el rico Epulón...
Es posible que alguno de nosotros pase al lado de ese mendigo sin verlo, sin saber que está ahí, su necesidad, su indigencia, su desnudez y miseria...
 
Tengo que ser yo mismo quien responda a esas preguntas.
Una vez un joven se acercó a Jesús y le preguntó: -¿qué tengo que hacer para vivir de verdad... para ser feliz?

Descubrirlo es parecido a lo que dice Jesús en una parábola: "...se parece a la persona que encuentra un tesoro escondido... Entonces va, vende todo lo que tiene y compra el campo donde está el tesoro..."


Texto del evangelio de LUCAS 6,17.20-26


jueves, 3 de febrero de 2022

Rema mar adentro, donde no hagas pie

Fiado en tu palabra, echaré las redes

6 de febrero 2022





Son muchas las lecturas -como comenta Inma Calvo- que se pueden plantear a raíz del relato evangélico de este domingo. La confianza en Dios que supone remar mar adentro, donde no hacemos pie; la vocación de los discípulos llamados a ser pescadores (rescatadores) de hombres; la generosidad de dejarlo todo para seguir a Jesús; el pecado y la culpa en la reacción de Pedro; etc. Cada uno de nuestros comentaristas nos da un enfoque distinto y entre todos completan un mosaico muy enriquecedor.

El informe de Oxfam, comentado por Monseñor Lozano, nos habla de la desigualdad creciente en nuestra sociedad. Siguiendo con la simbología del relato, la pesca puede ser muy abundante, pero la avaricia y el acaparamiento de algunos provoca que no haya peces para todos."

Efectivamente, el texto del evangelio que escuchamos/leemos este domingo nos permite todas esas lecturas: "Rema mar adentro" - "Fiado en tu palabra, echaré las redes" - "Desde ahora serás pescador de hombres" - "Dejándolo todo, lo siguieron".


Hoy me hace reflexionar la palabra de Pedro: "Fiado en tu palabra, echaré las redes."

No es la primera vez que escuchamos o leemos estas palabras. Hemos recibido todo tipo de explicaciones y comentarios. Y nos han exhortado a seguir el ejemplo de Pedro y fiarnos de la palabra de Jesús... Pero, tal vez, esa palabra no llegaba a ser algo personal, una respuesta que afectará a nuestra vida.

Fiado en tu palabra...

¿A qué palabra se refiere? Si Jesús de Nazaret me dice a mi: Rema mar adentro, donde no hagas pie... ¿De qué me está hablando? Porque no se refiere a ninguna barca, ni me habla de coger una barca y ponerme a remar hacia alta mar... ¿Entonces?


Por encima y más allá de todos los signos y milagros hay una Palabra que marca su vida y debe hacerlo en la nuestra: "El reino de Dios está cerca, convertíos". Y no parece que hablara de ir a confesarse o hacer penitencia o de rezar más... Es algo más profundo que, me parece, debe marcar nuestra vida. Y es como darle la vuelta a nuestro modo de vivir; poner en nuestra agenda, en nuestro móvil o donde sea, que nuestro objetivo número uno es vivir como hermanos, crecer en humanidad, en solidaridad. 

Si no entendemos eso es que hemos perdido el camino. Oímos campanas y no sabemos donde, como se dice. Posiblemente seguiremos haciendo cosas buenas, yendo a misa, rezando todo lo que nos han enseñado, cumpliendo los mandamientos... Todo como el mejor camino para salvarnos; pero seguiremos sin pescar nada en nuestra vida.

Y es que el reino de Dios no es algo individual, algo que tenga que ver únicamente con mi conciencia, con mi espíritu.

El reino de Dios, esa palabra de Jesús es para que el Reino llegue a nuestro mundo, a nuestra sociedad, a nuestro barrio, a mi comunidad y a mi casa... Tiene que hacer que mi vida, mis costumbres, se vea marcada por su dinámica, por la ilusión y la alegría de caminar hacia algo que está por encima de todo lo demás.


¿Imposible? Es quizás lo primero que sentimos todos (o casi todos). Nos miramos y nos sentimos como Pedro ("apártate de mi, soy un pobre pecador"). Se nos ha insistido tanto en que somos "pobres pecadores" que no nos vemos con posibilidades de seguir el camino de Jesús de Nazaret... No terminamos de fiarnos de su palabra. Y acabamos pensando que eso del Reino de Dios no es para este mundo. Mejor si lo dejamos para el más allá.


"Fiado en tu palabra, echaré las redes"

Creo que ésa es la invitación que recibimos hoy. Soy consciente de mi pequeñez, de lo poco que valgo, de la poca influencia que tengo sobre los demás...; pero es ahí, precisamente, que voy a echar mis redes. Es en mi casa, en mi ambiente, en mi vida real que me voy a fiar de su palabra y voy a intentar vivir "siguiendo sus huellas", centrándome en lo que tiene que ser el objetivo número uno de cualquier seguidor suyo.


Texto del evangelio de LUCAS 5, 1-11

¿Amor sin exclusión?

Ser o no ser de los nuestros

30 de enero 2022

Voy a comenzar con la presentación que hace Inma Calvo para la reflexión del evangelio de este domingo:

"Termina el episodio que comenzó la semana pasada con Jesús predicando en la sinagoga de Cafarnaúm. Esta vez se pone el acento en el rechazo de los vecinos, que es una anticipación del fracaso final de Jesús en Jerusalén. Y el motivo principal es ese nacionalismo mal entendido, ser o no ser de los nuestros, que es como una mala hierba que se resiste a desaparecer y todavía hoy está presente en tantos conflictos actuales. Qué distinta la experiencia de los hombres de Dios, desde Jesús a Tich Nhat Hanh, y hasta el último discurso del Papa Francisco cuando aboga por la unidad: “quien no sabe escuchar al hermano, pronto será incapaz de escuchar a Dios”.


“Todos se declaraban en contra extrañados del discurso sobre la gracia que salía de sus labios, y decían: - Pero, ¿no es éste el hijo de José?”

Ellos eran el pueblo elegido y la salvación era exclusiva para ellos.

Jesús no decía lo de siempre, hablaba diferente, como si su religión y su Dios fuera para todos. Y citaba a los profetas Elías y Eliseo para decir que habían atendido a gentiles como la viuda de Sidón o a Naamán el sirio...

Al oír aquello, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad...


La reacción de sus paisanos puede parecernos exagerada; pero quizás hemos olvidado que hasta hace poco nuestra Iglesia Católica proclamaba que "fuera de la Iglesia no había salvación". También hemos vivido muy seguros de que nuestra religión es la verdadera y que todos los demás deben convertirse y ser bautizados en la Iglesia Católica.


Y para asegurarnos proclamamos muy alto que nuestra Iglesia es el nuevo pueblo escogido y que Jesús (el Hijo de Dios) nos salva a través de los sacramentos de la Iglesia Católica. Porque Jesucristo vino a salvarnos muriendo en la cruz por nosotros. Así, si nos bautizamos y entramos en la Iglesia tenemos asegurada la salvación.


Me parece que de esa manera repetimos el esquema de los paisanos de Jesús de Nazaret. "Ser o no ser de los nuestros".


Sólo unos breves comentarios que hace Fray Marcos:

"¿No es este el hijo de José? La razón para rechazar las pretensiones de Jesús es que es uno del pueblo, conocido de todos. La grandeza de Jesús está en que, siendo uno de tantos, fue capaz de descubrir lo que Dios esperaba de él... Habla de lo que encontró dentro de sí mismo y nos invita a descubrir y vivir en nosotros lo mismo que él descubrió y vivió..."

"No pueden aceptar un mesianismo para todos. Ellos esperaban un Mesías poderoso que les iba a librar de la opresión de los romanos y a solucionar todos los problemas materiales. Si Jesús se presenta como tal liberador, ellos tenían que ser los primeros beneficiarios de ese poder..."

"El Dios de Jesús no puede tener privilegios, ama a todos infinitamente. Dios no nos ama por lo que somos o por lo que hacemos. Dios nos ama por lo que Él es. Ama igual al pobre y al rico, al blanco y al negro, al cristiano y al musulmán, a la prostituta y a la monja de clausura, a Teresa de Calcuta y a Bin Laden. En algún momento de esta escala progresiva nos patinarán las neuronas. Es más de lo que podemos aguantar. Nos pasa lo que a los paisanos de Jesús. Mientras sigamos pensando que Dios me ama porque soy bueno, nadie nos convencerá de que debemos amar al que no lo es..."


Y unas preguntas finales para que cada uno nos las hagamos...

"¿Hemos caído en la cuenta de que lo único que puede garantizar mi religiosi­dad es el servicio a los demás? ¿Nos hemos parado a pensar que sin amor no soy nada? Ahora bien, el único amor del que podemos hablar es el amor a los demás. Sin éste, el amor que creemos tener a Dios, es una falacia. La única pregunta a la que debo contestar es esta. ¿Amo sin exclusión? Sin amor, nuestra vida cristiana se convertirá en un absurdo." (Fray Marcos)


Texto del evangelio de LUCAS 4, 21-30


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