jueves, 16 de diciembre de 2021

La alegría de creer

Dichosa por haber creído

19 de diciembre 2021


Cuando en la casa se espera el nacimiento de un hijo o de una hija vamos contando los días que faltan... La mamá lleva la cuenta y va haciendo sus preparativos.

Este domingo, el cuarto de Adviento, la Iglesia nos propone un texto de Lucas con la presencia de dos personajes: Isabel (que dará a luz a Juan el Bautista) y a María (su prima) que lleva en su seno a Jesús...

No es una crónica de sucesos... Lucas en su narración está haciendo Teología y todo el texto está lleno de símbolos. Y cada uno de nosotros tiene que ir desentrañando la profundidad del mensaje y descubrir la alegría de creer.


Como comenta José Antonio Pagola: "-Estamos viviendo unos tiempos en los que cada vez más el único modo de poder creer de verdad va a ser para muchos aprender a creer de otra manera."

"La fe es siempre una experiencia personal. No basta creer en lo que otros nos predican de Dios. Cada uno solo cree, en definitiva, lo que de verdad cree en el fondo de su corazón ante Dios, no lo que oye decir a otros. Para creer en Dios es necesario pasar de una fe pasiva, infantil, heredada, a una fe más responsable y personal. Esta es la primera pregunta: ¿yo creo en Dios o en aquellos que me hablan de él?"


Tanto Jesús como María, también ellos hicieron su camino de fe a lo largo de los momentos de sus vidas. Los textos del evangelio nos dan como el resumen y en unas pocas palabras recogen la actitud que tuvieron en su vida cotidiana: -"He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí tu palabra". -"Dichosa tú por haber creído..." Y todo lo que recogen los evangelios sobre Jesús va apareciendo en forma de parábolas, de dichos y frases que hablan de una confianza total en Dios (nuestro padre, nuestro Abbá=papá), un ponerse en manos de Dios en todo momento, incluso en los momentos más amargos de su vida (cuando ve el final que se le echa encima).


"Creer no significa -escribe Fray Marcos- la aceptación de verdades, sino confianza total en un Dios, que siempre quiere lo mejor para el ser humano..."


Tenemos el peligro de pensar y hablar de "nuestra fe" teniendo como referencia detalles de nuestra práctica religiosa: ir a misa los domingos, rezar ciertas oraciones, estar de acuerdo con lo que predica la Iglesia, aceptar "verdades" que siempre nos han predicado (el cielo, el infierno, la salvación...). Pero ¿cuál es mi actitud en mi vida cotidiana?


"En la fe no todo es igual (aclara José A. Pagola). Hay que saber diferenciar lo que es esencial y lo que es accesorio, y, después de veinte siglos, hay mucho de accesorio en nuestro cristianismo. La fe del que confía en Dios está más allá de las palabras, las discusiones teológicas y las normas eclesiásticas. Lo que define a un cristiano no es el ser virtuoso u observante, sino el vivir confiando en un Dios cercano por el que se siente amado sin condiciones..."


Para este cuarto domingo de preparación a la Navidad éstos son los puntos que me parecen importantes. Ante todo es nuestra actitud ante ese Dios que siempre se acerca a nosotros, que nos rodea y nos envuelve, y que sólo nos pide que estemos atentos para acogerlo...

"Dichosa tú porque has creído..." Felices nosotros cuando nos abrimos a esa realidad de Dios y ponemos toda nuestra confianza en su amor inmenso e inagotable poniendo nuestra vida en sus manos.


En el evangelio de Juan se lee que Jesús dice: "-Mi alimento es hacer la voluntad de Dios..."

"Los primeros cristianos -explica Fray Marcos- no llegaron a la conclusión de que Jesús era Hijo de Dios porque descubrieron en Él la “naturaleza” de Dios sino porque descubrieron que Jesús cumplió su voluntad. Hacía presente a Dios en lo que era y lo que hacía. Para el pensamiento semítico, ser hijo no era principalmente haber sido engendrado sino el reflejar lo que era el padre, cumplir su voluntad, imitarle. Esa fidelidad al ser del padre convertía a alguien en verdadero hijo. Descubrir esto en Jesús, les llevó a considerarlo, sin duda alguna, Hijo de Dios..."


Como cristianos tenemos que distinguirnos, por encima de todo, como seguidores de sus "huellas", personas que vamos adoptando su manera de vivir, su confianza y total entrega a lo que Dios quiere de nosotros: una humanidad solidaria, compasiva, fraterna... Y cuando vivimos así Dios se hace presente y su Reino llega a nosotros.



Texto del evangelio de LUCAS 1, 39-45

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