El texto del evangelio de este fin de semana (Marcos, cap. 13) nos trae un pasaje lleno de imágenes de miedo, de angustia, de desastre total... Algo así como el "cambio climático" del que tanto estamos hablando en estos días.
Pero es que, además de esa realidad que ya vamos notando, también nos hacemos más conscientes de este "mundo global" del que formamos parte. Poblaciones y países que nos aparecían como perdidos allá en el fin del mundo, hoy en día nos aparecen de una forma o de otra en nuestra realidad más cercana: La pandemia lo ha hecho evidente. Un primer contagio en China y al poco tiempo nos vimos obligados a confinarnos, a llevar mascarilla, a vacunarnos... La miseria, la pobreza, la falta de medicamentos, el hambre... La emigración masiva motivada por tantas causas llega a nuestras calles y plazas. Y todo eso es también motivo de preocupación, de desasosiego, de angustia y falta de esperanza.
"Los signos de desesperanza -comenta José Antonio Pagola- no son siempre del todo visibles, pues la falta de esperanza puede disfrazarse de optimismo superficial, activismo ciego o secreto pasotismo."
¿Cómo es nuestra vida y la de tanta gente que conocemos? ¿Hay algún signo de esperanza, de ilusión, algo que sea como el motor de nuestra vida?
"Erich Fromm ha señalado que el hombre contemporáneo está tratando de librarse de algunas represiones como la sexual, pero se ve obligado a «reprimir tanto el miedo y la duda como la depresión, el aburrimiento y la falta de esperanza»."
Incluso dentro de la Iglesia, esta Institución tan Imponente, ¿no percibimos signos de... rutina? falta de esperanza? desánimo?.
"Otras veces nos defendemos de nuestro «vacío de esperanza» sumergiéndonos en la actividad. No soportamos estar sin hacer nada. Necesitamos estar ocupados en algo para no enfrentarnos a nuestro futuro."
Ante todo esto, como señala J.A. Pagola, tenemos una pregunta que es inevitable: "-¿Qué nos espera después de tantos esfuerzos, luchas, ilusiones y sinsabores? ¿No tenemos otro objetivo sino producir cada vez más, disfrutar cada vez mejor de lo producido y consumir más y más, hasta ser consumidos por nuestra propia caducidad?"
En muchos centros y lugares hemos comenzado las reuniones de preparación al Sínodo, el gran Congreso o Reunión de la Iglesia Católica a cuya preparación se ha invitado a todas las personas que quieran aportar sus ideas, sus preocupaciones, sus inquietudes. Porque todos podemos y tenemos que aportar nuestra respuesta, nuestra ilusión y nuestra esperanza.
La palabra de Jesús de Nazaret nos enfrenta a todo eso. El mensaje que nos grita y propone como estilo de vida es algo que debe provocar en cada uno de nosotros una reacción y una respuesta. Porque todo el evangelio es para vivirlo ahora.
Creo que es un error planificar mi vida en vistas a "ir al cielo". Como dice el Maestro, el reino de los cielos está dentro de nosotros. Y nuestro objetivo es crecer en humanidad, crear un mundo justo, solidario, compasivo como hijos de nuestro Padre que no admite marginación, menosprecio, olvido o abandono.
Y vivir así nos hace entrar en la dinámica de lo que llamamos la resurrección del Señor. Y apoyados en su palabra y en su vida, como termina su comentario J.A. Pagola, "nos atrevemos a ver la vida presente en «estado de gestación», como germen de una vida que alcanzará su plenitud final en Dios."
Texto del evangelio de Marcos (13,24-32)
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