19 de septiembre 2021
"Quien quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos”. El mismo mensaje del domingo pasado y en el episodio de la madre de los Zebedeos.
Ahí tenemos un mensaje tan claro y tan exigente dentro del estilo de vida de Jesús de Nazaret que, si lo pensamos detenidamente, parece mentira la manera de comportarnos en la Iglesia (nuestra Iglesia).
El mismo Papa, el obispo de Roma, en una amonestación a los demás Obispos les dice: “Por favor, sean sirvientes. Siervos, no príncipes”.
El ser "primeros" y más importantes se ha revestido de "sagrado" y cercano o consagrado a Dios y así se justifica todo: Su dignidad, estar por encima de los demás, vestir diferente, incluso los ornamentos y vestiduras en la celebración de la Eucaristía... De ahí, la comunidad cristiana ha ido asumiendo que todas esas personas son también sagradas y ellas tienen que estar al frente, presidir, dirigir, ordenar, explicar y sancionar (si hace falta).
El pueblo, los que forman la comunidad, se convierten entonces en los segundos, los terceros o los últimos.
"El que quiera ser el primero que sea el último y el servidor de todos”. Como comenta Fray Marcos, -"No nos pide Jesús que no pretendamos ser más, al contrario, nos anima a ser el primero, pero por un camino muy distinto al que nosotros nos apuntamos. Debemos aspirar a ser todos, no solo “primeros”, sino “únicos”. En esa posibilidad estriba la grandeza del ser humano."
"Jesús dice: ¿Quieres ser el primero? Muy bien. Pero no lo conseguirás machacando a los demás, sino poniéndote a su servicio. Cuanto más sirvas, más señor serás. Cuanto menos domines, mayor humanidad."
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