“Su corazón está lejos de mí”
29 de agosto 2021
El texto del evangelio que escuchamos este fin de semana (Marcos, capítulo 7) nos ofrece un comentario de Jesús referente a las leyes y normas que debía seguir y cumplir el pueblo judío. Una limpieza ritual que, durante la pandemia que estamos viviendo, también nosotros hemos estado siguiendo… más o menos: “Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas…”
Casualmente un grupo de fariseos vio que los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, sin lavarse… Y ahí vino la crítica. Y la respuesta de Jesús.
¿Qué es lo que mancha al hombre, a la mujer? ¿Qué es lo que nos hace impuros?
Hoy en día andamos peleando con este virus, Covid19, que nos puede contagiar de muchas maneras y que nos sigue obligando a mantener una serie de normas y precauciones de cara a cuidar de nuestra salud y la de las demás personas. Eso sí; pero qué es lo que de verdad contamina a la gente (como personas)?
Como dice Jesús: “lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre…”
Y enseguida ofrece toda una lista: “Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»
Este texto del evangelio nos obliga a una buena reflexión sobre nuestra vida, sobre la relación que tenemos con las demás personas, sobre nuestra actitud hacia aquellas que no son como nosotros.
Pienso que nuestra religiosidad, la formación que hemos recibido a través de la catequesis, de las predicaciones y charlas, se nos ha insistido tanto en el primer mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas, que se ha ido convirtiendo en lo único que importa. Sin embargo la realidad es que a Dios nadie lo ha visto (como dice la primera carta de San Juan) y que sólo si amamos a los hermanos podemos afirmar que amamos a Dios.
Y todas las maldades que salen de dentro, lo que hacen a la persona impura, son actos que ofenden y dañan a las otras personas.
El amor a Dios es, ante todo, nuestra relación amistosa, compasiva y fraterna que tenemos con ellas.
Y no tenemos que rebuscar mucho para recordar expresiones de Jesús en ese sentido:
-Lo que hagáis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis.
-No todo el que dice: Señor, Señor… entrará en el Reino de los cielos
-Porque tuve hambre y me disteis de comer…
-Si al ir hacer tu ofrenda en el altar, recuerdas que tu hermano tiene algo contra tí…, deja la ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano…
Es todo el mensaje de la Buena Noticia del Reino de Dios. Y cuando Jesús habla de convertirse se está refiriendo a todas esas cosas que salen de nuestro corazón. La maldad y, también, la bondad.
Y para terminar, una nota y comentario que hace Fray Marcos: “Todos los vicios que menciona el evangelio son un aldabonazo y muestran nuestras malas relaciones con los demás. Ahí queda demostrado nuestro grado de fidelidad a nosotros mismos y a Dios.”
Texto del evangelio de Marcos (7,1-8.14-15.21-23)
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