Con mascarilla y sin ella
14 de Febrero de 2021
La realidad de estos tiempos nos está costumbrando a ocultar nuestra cara, nuestra sonrisa. Estamos en tiempos de contagio y las mascarilla se ha hecho imprescindible. Ésa es la parte externa, la conveniencia social, médica e higiénica; pero es también parte de otra realidad que en nuestro mundo, en nuestra sociedad, marca nuestras vidas.
Es la marginación.
Copio esta cita que ofrece José Antonio Pagola: "La felicidad solo es posible allí donde nos sentimos acogidos y aceptados. Donde falta acogida, falta vida; nuestro ser se paraliza; la creatividad se atrofia. Por eso una «sociedad cerrada es una sociedad sin futuro, una sociedad que mata la esperanza de vida de los marginados y que finalmente se hunde a sí misma» (Jürgen Moltmann)".
El texto de Marcos que escuchamos y leemos este fin de semana nos habla de la curación de un leproso. Jesús, por encima de todas las normas y leyes que tenía el pueblo judío, toca y cura a un leproso. Ciertamente era mucho más grave que nuestro coronavirus. Un leproso estaba y debía vivir totalmente marginado, fuera de la comunidad.
Hoy en día, si lo pensamos un poco, descubriremos que nuestra sociedad, nuestro entorno, también tiene leprosos sociales, personas no son bien recibidas, que no se las quiere cerca, que se las mira mal... Por su origen, por su raza, por su religión, por su orientación sexual, por su enfermedad. Tambiém tenemos personas que, por su edad o por sus condiciones de salud, viven o se ven obligadas a vivir como al margen de los demás.
Y, dentro de esa sociedad, estamos nosotros.
Como indica José Ant. Pagola: "Vivimos como «a la defensiva», cada vez más incapaces de romper distancias para adoptar una postura de amistad abierta hacia toda persona. Nos hemos acostumbrado a aceptar solo a los más cercanos. A los demás los toleramos o los miramos con indiferencia, si no es con cautela y prevención...Y no nos damos cuenta de que estamos creando marginación, aislamiento y soledad. Y que en esta sociedad va a ser cada vez más difícil ser feliz."
Hoy nos toca reflexionar y preguntarnos qué tipo de sociedad, de barrio, de pueblo, estamos creando nosotros: ¿Somos personas que acogen, que reciben, que aceptan, que van más allá del aspecto, de la raza, de la lengua o de la religion...? ¿O seguimos manteniendo ciertas barreras, auténticas mascarillas que nos mantienen alejados de los demás?
Como concluye José A. Pagola: "Los seguidores de Jesús hemos de sentirnos llamados a aportar amistad abierta a los sectores marginados de nuestra sociedad. Son muchos los que necesitan una mano extendida que llegue a tocarlos."
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