11 de Octubre de 2020
He recibido una invitación
¿Cuántas veces hemos escuchado en boca de Jesús de Nazaret aquello de "el reino de los cielos se parece a..."?Y sirviéndose de las situaciones y escenas que todos conocían trataba de hacerles entender cómo vivir y cómo actuar para asemejarse cada vez más a lo que Dios quería y esperaba de cada uno.
Hoy la parábola, la historieta, es la de la boda del "hijo del rey"... Claro, el rey manda primeramente la invitación a los importantes, a los dirigentes, a los sabios y entendidos... Pero no quisieron ir. Tenían negocios que atender, tierras que cuidar, otros intereses, vaya! Eso no le gustó nada al rey; pero ya estaba todo preparado: el banquete, la fiesta, el baile... Entonces manda a sus criados que vayan a los cruces de los caminos y que inviten a todos los que encuentren...
Y ahí viene el primer mensaje de Jesús. Cada uno de nosotros ha recibido esa invitación. Así lo comenta Fray Marcos: "Dios llama a todos, hoy como ayer. La respuesta de cada uno puede ser un sí o un no. Esa respuesta es la que marca la diferencia entre unos y otros. Si preferimos las tierras o los negocios, quiere decir que es eso lo que de verdad nos interesa. El banquete es el mismo para todos, pero unos valoran más sus fincas, sus negocios, y no les interesa. Todo el evangelio es una invitación. Si no respondemos que sí con nuestra vida, estamos diciendo que no..."
Demasiado a menudo, al escuchar la parábola, miramos hacia el pueblo judío pensando que ellos rechazaron la invitación. Creo, sin embargo, que es un error por nuestra parte. La invitación que hace va dirigida a todos, más allá de la religión, más allá de la raza, el sexo o lugar de origen. Sí, incluso por encima de la Iglesia católica. Porque la invitación no es a entrar en la Iglesia, bautizarse, recibir los sacramentos y hacer las oraciones que nos enseñan... Se trata de una fiesta a la que Dios invita a todas las personas.
Me gusta cómo lo comenta José A. Pagola: "En la parábola, cuando los que tienen tierras y negocios rechazan la invitación, el rey dice a sus criados: «Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda». La orden es inaudita, pero refleja lo que siente Jesús. A pesar de tanto rechazo y menosprecio habrá fiesta. Dios no ha cambiado..."
Y esa fiesta, a mi modo de entender, no es algo pensado para la otra vida. Eso también lo hemos escuchado. Como que todo lo de ahora es un valle de lágrimas y tenemos que aguantar para poder ir al cielo donde... Pienso más bien que Jesús miraba a la gente, a su gente, a los pobres de los pueblos que recorría, a los endeudados, a los que carecían de casi todo, a los marginados, enfermos, leprosos, mendigos... Y veía ya en su mente y en su corazón, la nueva humanidad, el reino de los cielos.
Ésa era la buena noticia, el mensaje que diera aliento y ánimo y llenara de esperanza a los que se veían arrinconados, humillados, sin medios y sin apoyo. Y Fray Marcos lo comenta así: "Efectivamente, es la mejor noticia: Dios me invita a su mesa. Pero el no invitar a mi propia mesa a los que pasan hambre, es la prueba de que no he aceptado su invitación. La invitación no aceptada se volverá contra mí. Sigue siendo una trampa el proyectar la fiesta, la alegría, la felicidad para el más allá. Nuestra obligación es hacer de la vida, aquí y ahora, una fiesta para todos. Si no es para todos, ¿quién puede alegrarse de verdad?"
Ahí es donde me siento cuestionado. Estoy invitado a la fiesta, a la boda, a entrar en el reino de los cielos; pero si no soy capaz de ver y sentir a los marginados, a los mendigos, a los inmigrantes olvidados, a los que no son de mi tierra, de mi religión, de mi raza o incluso de mi sexo... eso significa que no he entendido la invitación.
Hay como una nota discordante en la narración. Algo que parece extraño en boca de Jesús de Nazaret. Posiblemente la primera comunidad de seguidores la incluyó para hacer entender que formar parte de los seguidores del Maestro significaba comprometerse de verdad y vivir a la manera de Jesús mismo.
Lo comenta muy bien Inma Calvo en la presentación de los comentarios de este domingo. Dice así: "La parábola de este domingo nos habla de esos invitados al banquete. Hay una primera enseñanza que es la universalidad de la llamada de Dios. Y termina con algo que nos inquieta: aquel que sacan de la fiesta por no llevar el traje adecuado. Si lo habían invitado a última hora y estaba por los caminos. De nuevo ese contraste semita que pone el foco en un detalle y ahí está la clave de interpretación de la metáfora. ¿No será la fraternidad ese traje?..."
Tendremos que revisar nuestros armarios a ver si tenemos ese traje... Si no, yo mismo me excluiré de la fiesta, del reino de Dios. Y a la hora de rezar la oración de Jesús tendré mucho cuidado al repetir sus palabras: -"Venga tu reino... Y hágase tu voluntad..." Porque ahí entra eso del traje de fraternidad y el intentar que todo eso que tanto deseo ( y que lo iba dejando para el más allá) se vaya cumpliendo en esta vida y vaya llegando a todos y a todas.
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