2 de agosto 2020
Este fin de semana se nos propone el texto de Mateo de la "multiplicación de los panes y los peces".
Un texto superconocido, pero que seguramente siempre nos ha planteado más de una pregunta y algunas dudas.
Como introducción al texto quiero recoger lo que escribe Fray Marcos: "Seis veces se narra en los evangelios este episodio. Jesús da de comer a una multitud en despoblado. Es seguro que algo muy parecido, pasó en realidad y probablemente más de una vez. Pero lo que pasó no tiene ninguna importancia, porque se trata de un relato simbólico. Lo importante es lo que nos quieren decir al contarnos esta historia. Las circunstancias de tiempo y lugar son datos teológicos, que nos tienen que acercar, no a un conocimiento discursivo y racional sino a una profunda vivencia religiosa..."
Dicho así, nos quedamos como quien dice a la espera de que alguien nos ayude e ilumine. A lo largo de nuestra vida religiosa se nos ha predicado tantas veces este milagro! Del poder de Jesús, de la compasión que tenía por la gente que pasaba hambre, de que todos tuvieron suficiente y, además, sobraron no sé cuantos cestos de pan...
Y, nuevamente, nos sabe a poco esa explicación literal del milagro. Y, en nosotros y mucha gente, surge la pregunta del hambre en el mundo..., de la miseria, de las enfermedades, de los millones de personas marginadas y desposeídas...
Un paso más. El mismo Fray Marcos lo comenta así: "Si tenemos “ojos” y “oídos” abiertos, en el mismo relato podemos hallar las claves para una correcta interpretación. Los discípulos se dan cuenta del problema y actúan con toda lógica. Como tantas veces decimos o pensamos nosotros, se dijeron: es su problema, ellos tienen que solucionárselo. Jesús rompe con esta lógica y les propone una solución mucho menos sensata: “dadles vosotros de comer”. Él sabía que no tenían pan para tantas personas. Aquí empieza la necesidad de entenderlo de otra manera. No se trata de solucionar el problema desde fuera sino de provocar la generosidad y el compartir..."
A partir de ahí podemos empezar a entender el mensaje y la dinámica que propone Jesús de Nazaret: No es que Jesús haga un simple signo y ¡zás! ya está solucionado. ¡Ya tenemos todos los panes y peces que necesitamos! No! Su mensaje, como toda su vida y manera de hacer y de vivir es muchísimo más profundo que eso. Si la Buena Noticia que viene gritando a los cuatro vientos nos habla de la ternura de Dios (nuestro padre), del cambio del estilo de vida, de la fraternidad, de la solidaridad, de que la persona (toda persona) está por encima de todo... entonces podemos entender mejor eso que les dice: "dadles vosotros de comer". Así comienza la "conversión de vida".
En aquellos tiempos no existían los supermercados, ni las tiendas que tenemos ahora, ni panaderías en cualquier esquina... Cada uno, si emprendía viaje o salía de casa, llevaba consigo algo de comer (un trozo de pan, pescado seco...), Poner en común lo poco que se tiene hace que se produzca un verdadero milagro: un compartir solidario.
También ahora (sufriendo la pandemia y el quedarse sin trabajo) hemos podido ver y escuchar el esfuerzo solidario para hacer llegar comida a muchas familias que se han quedado sin recursos.
De ahí podemos pasar al sentido profundo de la Eucaristía. Creo que a lo largo de la historia de la Iglesia hemos rodeado el sacramento de la Eucaristía de tanto misterio, de tanta divinidad y de tanto milagro, que ha terminado alejándonos del mensaje mismo de Jesús de Nazaret. Pablo (San Pablo) llega a decir que cada vez que celebramos la eucaristía, anunciamos y revivimos la muerte del Señor... Entonces, si mi eucaristía, mi comunión, es sólo un punto de encuentro con el Señor (que lo recibo en mi casa), es mi cuota de salvación, es la práctica religiosa que me identifica con la Iglesia..., me creo que no he acabado de entender el significado de la misma.
Fray Marcos lo explica mejor todavía: "No olvidemos que la eucaristía comenzó como una comida en que todo se compartía. Cada vez que se comparte el pan, se comparte la Vida y se hace presente a Dios que es Vida-Amor. No hay otra manera de identificarnos con Dios y de acercar a Dios a los demás. La eucaristía es memoria de esta actitud de Jesús que se partió y repartió. Al partirse y repartirse, hizo presente a Dios que es don total..."
Me parece entender, pues, que mi celebración de la eucaristía, mi encuentro con la comunidad de hermanos, partiendo el pan y el vino (como Jesús mismo hizo), tiene que animarme revivir ese modelo de vida: Partirme y repartirme entre los hermanos, entre los que me rodean, entre los que más necesitan. Y al hacerlo así, el Señor se hace presente (donde dos os más se reúnan en mi nombre...) y hacemos realidad ese mundo nuevo, la nueva humanidad. Nuestra celebración tiene que tener ese sentido profundo, y hacernos sentir esa presencia real de nuestro Maestro. Y sentiremos nuevas fuerzas y nuevo ánimo para mantenernos en esa conversión que nos invita siempre a dadles vosotros de comer...
Texto del evangelio de Mateo, 14, 13-21
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