viernes, 31 de julio de 2020

Dadles vosotros de comer



2 de agosto 2020


ase de Reli Bárbara Cl
Este fin de semana se nos propone el texto de Mateo de la "multiplicación de los panes y los peces".
Un texto superconocido, pero que seguramente siempre nos ha planteado más de una pregunta y algunas dudas.

Como introducción al texto quiero recoger lo que escribe Fray Marcos: "Seis veces se narra en los evangelios este episodio. Jesús da de comer a una multitud en despoblado. Es seguro que algo muy parecido, pasó en realidad y probablemente más de una vez. Pero lo que pasó no tiene ninguna importancia, porque se trata de un relato simbólico. Lo importante es lo que nos quieren decir al contarnos esta historia. Las circunstancias de tiempo y lugar son datos teológicos, que nos tienen que acercar, no a un conocimiento discursivo y racional sino a una profunda vivencia religiosa..."

Dicho así, nos quedamos como quien dice a la espera de que alguien nos ayude e ilumine. A lo largo de nuestra vida religiosa se nos ha predicado tantas veces este milagro! Del poder de Jesús, de la compasión que tenía por la gente que pasaba hambre, de que todos tuvieron suficiente y, además, sobraron no sé cuantos cestos de pan...
Y, nuevamente, nos sabe a poco esa explicación literal del milagro. Y, en nosotros y mucha gente, surge la pregunta del hambre en el mundo..., de la miseria, de las enfermedades, de los millones de personas marginadas y desposeídas...

Un paso más. El mismo Fray Marcos lo comenta así: "Si tenemos “ojos” y “oídos” abiertos, en el mismo relato podemos hallar las claves para una correcta interpretación. Los discípulos se dan cuenta del problema y actúan con toda lógica. Como tantas veces decimos o pensamos nosotros, se dijeron: es su problema, ellos tienen que solucionárselo. Jesús rompe con esta lógica y les propone una solución mucho menos sensata: “dadles vosotros de comer”. Él sabía que no tenían pan para tantas personas. Aquí empieza la necesidad de entenderlo de otra manera. No se trata de solucionar el problema desde fuera sino de provocar la generosidad y el compartir..."

A partir de ahí podemos empezar a entender el mensaje y la dinámica que propone Jesús de Nazaret: No es que Jesús haga un simple signo y ¡zás! ya está solucionado. ¡Ya tenemos todos los panes y peces que necesitamos! No! Su mensaje, como toda su vida y manera de hacer y de vivir es muchísimo más profundo que eso. Si la Buena Noticia que viene gritando a los cuatro vientos nos habla de la ternura de Dios (nuestro padre), del cambio del estilo de vida, de la fraternidad, de la solidaridad, de que la persona (toda persona) está por encima de todo... entonces podemos entender mejor eso que les dice: "dadles vosotros de comer". Así comienza la "conversión de vida"

En aquellos tiempos no existían los supermercados, ni las tiendas que tenemos ahora, ni panaderías en cualquier esquina... Cada uno, si emprendía viaje o salía de casa, llevaba consigo algo de comer (un trozo de pan, pescado seco...), Poner en común lo poco que se tiene hace que se produzca un verdadero milagro: un compartir solidario. 
También ahora (sufriendo la pandemia y el quedarse sin trabajo) hemos podido ver y escuchar el esfuerzo solidario para hacer llegar comida a muchas familias que se han quedado sin recursos.

De ahí podemos pasar al sentido profundo de la Eucaristía. Creo que a lo largo de la historia de la Iglesia hemos rodeado el sacramento de la Eucaristía de tanto misterio, de tanta divinidad y de tanto milagro, que ha terminado alejándonos del mensaje mismo de Jesús de Nazaret. Pablo (San Pablo) llega a decir que cada vez que celebramos la eucaristía, anunciamos y revivimos la muerte del Señor... Entonces, si mi eucaristía, mi comunión, es sólo un punto de encuentro con el Señor (que lo recibo en mi casa), es mi cuota de salvación, es la práctica religiosa que me identifica con la Iglesia..., me creo que no he acabado de entender el significado de la misma.

Fray Marcos lo explica mejor todavía: "No olvidemos que la eucaristía comenzó como una comida en que todo se compartía. Cada vez que se comparte el pan, se comparte la Vida y se hace presente a Dios que es Vida-Amor. No hay otra manera de identificarnos con Dios y de acercar a Dios a los demás. La eucaristía es memoria de esta actitud de Jesús que se partió y repartió. Al partirse y repartirse, hizo presente a Dios que es don total..."
Me parece entender, pues, que mi celebración de la eucaristía, mi encuentro con la comunidad de hermanos, partiendo el pan y el vino (como Jesús mismo hizo), tiene que animarme revivir ese modelo de vida: Partirme y repartirme entre los hermanos, entre los que me rodean, entre los que más necesitan. Y al hacerlo así, el Señor se hace presente (donde dos os más se reúnan en mi nombre...) y hacemos realidad ese mundo nuevo, la nueva humanidad. Nuestra celebración tiene que tener ese sentido profundo, y hacernos sentir esa presencia real de nuestro Maestro. Y sentiremos nuevas fuerzas y nuevo ánimo para mantenernos en esa conversión que nos invita siempre a dadles vosotros de comer...


Texto del evangelio de Mateo, 14, 13-21

viernes, 24 de julio de 2020

El tesoro escondido


26 de julio
"El reino de los cielos se parece..."
Kamiano » El tesoro en lo profundo
Seguimos con el evangelio de Mateo (capítulo 13) y, nuevamente, nos propone tres parábolas más. "El reino de los cielos se parece a..." En las conversaciones de Jesús, en sus encuentros, en sus comentarios, debía ser frecuente el empleo de parábolas, cuentos e historias...
Todos pensaban y reflexionaban sobre las cosas que se decían del Mesías y del Reino de Dios. Y no resultaba fácil hacerse una idea clara de lo que podía significar. Para los Doctores de la Ley y para los Fariseos tenía mucho que ver con el Templo, con la Ley y los Profetas. Para los Zelotas (serían los luchadores políticos y patrióticos) tenía que referirse a la liberación del pueblo del poder y tiranía de Roma. Para la gente del campo y de los pueblos pequeños... librarse de la opresión de los ricos y hacendados. Para los mendigos y pordioseros, para los leprosos y marginados, para los despreciados... ¿qué?
Ya han pasado 2.000 años desde que se escucharon aquellas parábolas de Jesús y me pregunto si, todavía, tienen algún significado para nosotros. O quizás les hemos dado un significado tan espiritual y fuera del tiempo que apenas si nos afectan.
"El reino de los cielos se parece a..." Imagina. Se parece a un tesoro escondido en el campo. Una persona lo encuentra y, llena de alegría, vende todo cuanto tiene y compra el campo...
Esa expresión "reino de los cielos", a lo mejor, la entendemos como el cielo, la salvación, algo que vendrá algún día o que nos lo darán como premio por nuestras buenas obras. Sin embargo, creo que Jesús de Nazaret hablaba de algo mucho más cercano, más dentro de nosotros, de nuestro mundo y nuestra sociedad.
El reino de los cielos, el reino de Dios, la Buena Noticia...Todas esas expresiones van en la misma dirección: La manera de vivir y de hacer, al estilo de nuestro Padre, en la que la fraternidad, la compasión y la ternura son las características. Una humanidad hecha y vivida "como Dios manda", una humanidad (ser de verdad humanos) que está por encima de todo, incluso del Templo y de la Ley..., aunque no quita ni borra los mandamientos de Dios.
Entonces me pregunto hasta qué punto esa Buena Noticia del reino de Dios es un tesoro para mí... Cuáles son los valores de mi vida, mis objetivos, mis deseos y aspiraciones? Alguna vez me ha parecido encontrar ese tesoro escondido? O por lo menos he llegado a sentir que eso que nos anuncia Jesús de Nazaret es, de verdad, un tesoro?
Y es que la persona que encuentra un tesoro tan grande y maravilloso vende todo cuanto tiene para conseguirlo.
Texto del evangelio de Mateo, 13, 44-52

sábado, 18 de julio de 2020

Ver con los ojos del corazón

19 de Julio de 2020

parábolas del Reino | De la mano de MaríaEste fin de semana seguimos la lectura del capítulo 13 del evangelio de Mateo con tres parábolas más: El sembrador (que luego encuentra cizaña en su campo), la del grano de mostaza y la de la levadura...
No sé si a alguno le ha ocurrido que, en otros tiempos, cuando uno era joven, llegó  a creer y pensar que podía hacer grandes cosas, cambiar el mundo, hacer realidad sueños y utopías... Mis conocimientos, mis estudios, mi esfuerzo y mi ilusión parecían no tener límites. Supongo que era la fuerza misma de la juventud. Luego, la edad y la vida te hacen reflexionar y ver la realidad del mundo y de la sociedad que nos rodea.
¿Que otro mundo es posible? Sí, claro; pero cómo? Que deseamos una sociedad más justa y más fraterna...? Naturalmente; pero cómo se consigue?
Y semana a semana, mes a mes y año a año escuchamos y leemos el mensaje de Jesús, su buena noticia del reino... Y, tal vez no acabamos de captar la profundidad de su mensaje. Y nos repite la lección como si fuéramos alumnos de Primaria: "El reino de los cielos se parece a..."
Como comenta José Ant. Pagola: "Jesús tuvo que enseñarles a captar la presencia salvadora de Dios de otra manera. Les descubrió su gran convicción: la vida es más que lo que se ve. Mientras vamos viviendo de manera distraída sin captar nada especial, algo misterioso está sucediendo en el interior de la vida..."
Es muy posible que andemos buscando la salvación y la respuesta a nuestras preguntas en algún lugar externo, en alguien que venga a sacarnos de nuestras dificultades, algo así como un pequeño milagro que haga posible el cambio. Y mientras buscamos fuera Jesús de Nazaret apunta hacia dentro: "el grano de mostaza...", "la levadura..."
Resulta chocante, sorprendente... Bueno, puedo asegurar que cada vez que uso la levadura en alguna receta de la cocina me quedo sorprendido. Claro, no me pongo a analizar los elementos químicos que intervienen... No, me quedo al nivel de aquellas gentes que sembraban el grano de mostaza o de las mujeres que amasaban el pan de la casa.
Pues bien, ese granito de mostaza, esa levadura ya están dentro de nosotros... Dios, nuestro padre, ya ha depositado todo eso dentro de cada uno. O quizás no acabo de creérmelo?
El reino de Dios (como el grano de mostaza o como ese poco de levadura) ya lo ha sembrado en mí. Seguro! Ahora soy yo el tiene que ayudar a germinar ese granito de mostaza; meter ese poco de levadura en la harina, en la masa que me rodea y... sonreír ante la fuerza que Dios ha puesto en esa poquita cosa. Porque, claro, yo sólo soy eso una poquita cosa y la masa que me rodea es bien grande... Y ahí entra la confianza que tengo en Dios nuestro padre. Él sabe cómo funciona todo eso. Yo, como pequeña semilla, como poquito de levadura, voy a desaparecer y no veré cómo crece la planta, cómo se convierte en un arbusto tan grande... Tampoco veré cómo la masa fermenta y crece y crece... hasta hacerse una hogaza de pan maravillosa o un brioche exquisito. Los otros lo verán y lo gozarán. Y Dios nuestro padre sonreirá porque... "Así es el reino de Dios..." Y así vamos todos caminando hacia es vida que es fiesta, ternura, fraternidad, justicia... Así es el «reino de Dios».

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-43)


sábado, 11 de julio de 2020

Dar fruto

12 de Julio de 2020

Magisterio de la Iglesia | De la mano de María"Salió el sembrador a sembrar..." Así comienza el texto del evangelio de esta semana (es el capítulo 13 del evangelio de Mateo). Un texto muy conocido para los que solemos ir a la eucaristía. Por si acaso dejaré el texto al final del comentario.
"La parábola -explica Fray Marcoses un género literario muy apropiado para hablar de realidades trascendentes. Al partir de conceptos simples, tomados de la vida cotidiana y que todo el mundo conoce, trata de proyectarnos hacia una realidad que va más allá de lo material. La parábola, por estar pegada a la vida misma, mantiene el frescor de lo genuino y auténtico a través del tiempo y las culturas..."
Por eso, lo primero que tengo que hacer es abrir bien los oídos y el corazón y escuchar. No se trata de un cuento, una narración para entretener, para pasar el rato... Cada parábola de Jesús cuestiona mi vida, me pide una respuesta. Y si no hago nada, significa que ya he definido mi postura: continuaré mi vida como siempre...
Cuando Jesús de Nazaret dice "el reino de Dios está cerca..."  o señala que "está dentro de vosotros..." está seguramente comunicando su propia experiencia vital. Quizás, en más de una ocasión, hemos imaginado que la palabra que escuchamos o el sermón que nos predican es la semilla del reino del Dios, algo que nos manda nuestro Señor como hace el sembrador que arroja la semilla... Y entonces yo soy el campo de buena tierra, o el camino, o las piedras y zarzas...
Este comentario de Fray Marcos me ayuda a entender mejor la parábola. "La verdadera “semilla” es lo que hay de Dios en nosotros. Lo importante no es la palabra, sino lo que la palabra expresa. Esa semilla lleva miles de años dando fruto, y seguirá cumpliendo su encargo. El Reino de Dios está ya aquí, pero su manera de actuar es paciente..." 
El que yo escuche esta parábola no me hace un privilegiado. Dios derrama esa semilla y la siembra en cada uno de nosotros. En cambio sí soy responsable de escuchar o no, de acoger o no, de dejar que fructifique o no. Como dice el final de la parábola: "el que tenga oídos que oiga..." 
Entonces se nos ocurre que, tal vez, tenemos que hacer algo especial, obras grandes... Y Fray Marcos apunta lo siguiente: "Generalmente caemos en la trampa de creer que dar fruto es hacer obras grandes. La tarea fundamental del ser humano no es hacer cosas, sino hacerse. “Dar fruto” sería dar sentido a mi existencia de modo que al final de ella, la creación entera estuviera un poco más cerca de la meta. La meta de la creación es la UNIDAD. Yo no tengo que dar sentido a la creación sino impedir que por mi culpa pierda el sentido que ya tiene. Mi tarea sería no entorpecer la marcha de la creación entera hacia la consecución de su objetivo final..."
Y José A. Pagola escribe lo que sigue: "El evangelio no es una moral ni una política, ni siquiera una religión con mayor o menor porvenir. El evangelio es la fuerza salvadora de Dios «sembrada» por Jesús en el corazón del mundo y de la vida de los hombres..."
En medio de este mundo y esta sociedad que tenemos, si nos fijamos bien, resulta sorprendente encontrar tanta bondad, entrega, sacrificio, generosidad y amor verdadero... incluso en personas que no tienen nada que ver con la religión. Es que "salió el sembrador a sembrar..." y una parte cayó en tierra buena y dio grano: unos ciento; otros, sesenta; otros, treinta...
Texto del evangelio de Mateo (13,1-23)

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

sábado, 4 de julio de 2020

La sencillez de Jesús

5 de Julio de 2020

Seguimos leyendo y escuchando el texto del evangelio de Mateo. Y, hoy, me llama la atención esta expresión de Jesús de Nazaret: "Te doy gracias, padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla..."
Jesús habla de su mensaje, de la Buena Noticia, de lo que él considera lo importante, lo que vale la pena, lo que está por encima de todo... Sería algo así como el ABC del evangelio, algo que toda aquella gente sencilla, sin estudios, sin grandes conocimientos, sin títulos, sin importancia..., marginados más bien, captaba y sentía su corazón se llenaba de alegría y esperanza.
Fray Marcos me ayuda a centrarme en el mensaje: "Para los fariseos, la Ley era lo único absoluto. Jesús dice lo contrario: “El sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el sábado”... Y Jesús les proponía un montón de parábolas y comparaciones para que cualquiera pudiera entender lo que él mismo vivía: Su confianza total en Dios; la sensibilidad y amor hacia los otros, de manera especial hacia los más débiles y marginados; que si ponemos más ternura y humanidad en nuestra vida nos estamos acercando a Dios... Y que eso es lo esencial. Por encima de todas las leyes, por encima del Templo y todos los dirigentes de la religión.
Y aquí vienen unas preguntas que se hacen incluso personas que saben, entienden y comentan los textos del evangelio. Fray Marcos escribe: "Si Dios se revela a la gente sencilla, ¿Qué cauces encontramos en nuestra institución (en la Iglesia) para que esa revelación sea escuchada? ¿No estamos haciendo el ridículo cuando seguimos siendo guiados por los “sabios y entendidos” que se escuchan más a sí mismos que a Dios? A todos los niveles estamos en manos de expertos. En religión, la dependencia es absoluta, hasta el punto de prohibirnos pensar por nuestra cuenta. Recordad la frase del catecismo: “doctores tiene la Iglesia que os sabrán responder”..."
Y José Ant. Pagola añade: "Solo dos preguntas: ¿por qué hay tanta distancia entre nuestra palabra y la vida de la gente? ¿Por qué nuestro mensaje resulta casi siempre más oscuro y complicado que el de Jesús?..."
Como que la Buena Noticia, el mensaje de Jesús, se ha quedado en manos de los sabios y entendidos y los fieles, la muchedumbre de seguidores sólo tienen que decir Amén. Es algo que viene de lejos y casi todos tenemos guardadas imágenes y personajes que resultaban verdaderos dueños y señores de la religión... Y como muestra Fray Marcos cita al Papa Pío IX que dijo: “solo hay dos clases de cristianos, los que tienen el derecho de mandar y los que tienen la obligación de obedecer”. Hoy ningún jerarca repetiría esas palabras, pero en la práctica, todos actúan desde esa perspectiva..."
Jesús de Nazaret nos propone un estilo de vida, no una religión. Nos ofrece una perspectiva nueva para nuestra vida en la que lo fundamental está en manos de todos: Amar como Dios me ama. Y amar a mis hermanos (a los que tengo más cerca, a los que nadie mira, a los más pequeños y olvidados) es lo que me ayudará a captar su estilo y su mensaje.
Fray Marcos completa su comentario así: "Jesús no quiere saber nada de religiones. Propone una manera de vivir la cercanía de Dios, tal como él la vivió. Esa Vida profunda es la que puede dar sentido a la existencia, tanto del listo como del tonto, tanto del sabio como del ignorante, tanto del rico como del pobre..."
A casi todos nos ha ocurrido que, en tratándose de la religión, confiamos más en los conocimientos de los que saben y entienden que en la experiencia de la gente humilde que, sin saber de letras y números, sabe y lleva en su propia carne la huella de la entrega, la generosidad y el don de sí misma. Continuamos dando más importancia a las normas morales y a la práctica de ritos y ceremonias que a la experiencia sencilla de la vida de Dios hecha carne en la relación con otras personas.
Sigue en pie la propuesta de Jesús de Nazaret: Vivir su experiencia de Dios, reflejada en nuestra relación con las demás personas, hombres y mujeres, niños y ancianos, enfermos y necesitados, oprimidos y marginados... Vivir, no saber! Ésa tiene que ser la marca de la comunidad de seguidores de Jesús que se reúne para recordar y revivir ese mensaje de Buena Noticia.
Texto del evangelio de Mateo (11,25-30)

Se acerca vuestra liberación

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