Santísima Trinidad - 7 de Junio de 2020
Supongo que es normal que, a lo largo de los siglos, los sabios y doctores de la Iglesia hayan querido investigar, discutir y explicar cómo es Dios y así darnos un montón de razonamientos para enseñarnos y convencernos de su grandeza, de su poder, de su bondad y, también, de su justicia... De esa manera han llegado incluso a detalles que pueden resultar hasta ingeniosos. Lo de las tres personas, las naturalezas... Y nos quedaba grabado y muy claro aquello del ojo que todo lo ve... y la contabilidad exacta de todo lo que hacíamos y de lo que tendríamos que dar cuenta...
Ahora pienso que todo eso, a pesar de toda la buena voluntad, no ha servido de gran ayuda para hacer de nosotros unos buenos seguidores de Jesús de Nazaret.
Y este fin de semana se nos propone la fiesta de la Santísima Trinidad. Y, claro, nos preguntamos qué importancia tiene saber y tratar de entender qué y cómo es Dios.
Fray Marcos inicia su comentario así: "Tampoco hoy celebramos una fiesta dedicada a Dios; celebramos que Dios es una fiesta todos los días, que es algo muy distinto. La fiesta es siempre alegría, relación, vida, amor..."
Cuando Juan quiere hablar de Dios está apelando a su experiencia al lado de Jesús de Nazaret y escribe aquello de: "A Dios nadie le ha visto... Sólo el que ama a sus hermanos conoce a Dios. Y si no ama y dice que conoce a Dios, es un mentiroso"
Creo que tenemos que agarrarnos a lo que es básico y fundamental. Y aunque recitemos el Credo proclamando todo eso que dice: Dios todopoderoso creador del cielo y de la tierra... Y en Jesucristo... Dios de Dios, luz de luz, engendrado no creado... Y el Espíritu Santo... señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo... Aunque sigamos recitando todo eso, me parece que no es ése el camino que nos señala Jesús mismo. Porque todo eso tiene más de reflexión y deducciones de los doctores que no de experiencias vividas.
Tomo nota de lo que comenta José Antonio Pagola: "Jesús no sigue ese camino. Desde su propia experiencia de Dios, invita a sus seguidores a relacionarse de manera confiada con Dios Padre, a seguir fielmente sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarnos guiar y alentar por el Espíritu Santo..."
Jesús de Nazaret nos comunica su experiencia de Dios. Lo ha sentido en lo más profundo de su ser y le da el calificativo de papá (mamá) - Abbá (en su propia lengua). Y cuanto más lo siente y lo vive, mejor percibe su aliento y su fuerza que es su Espíritu. Y a eso nos invita. Es su Buena Noticia.
Como escribe Fray Marcos: "Lo más urgente en este momento para el cristianismo, no es explicar mejor el dogma de la Trinidad, y menos aún, una nueva doctrina sobre Dios Trino... No se trata de explicar la esencia de la luz, sino de abrir los ojos para ver..."
José Ant. Pagola añade: "Antes que nada, Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano, bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre querido. Lo que caracteriza a este Padre no es su poder y su fuerza, sino su bondad y su compasión infinitas..." Y lo curioso es que todo eso, como escribe san Juan en su carta, no lo voy a encontrar en los ritos y ceremonias, en los rezos y meditaciones, sino amando a los hermanos. Mi oración, mi meditación y mis encuentros con la comunidad de hermanos son momentos para saborear y ahondar el mensaje de Jesús y sacar fuerzas para seguir adelante.
Y termino con esta nota de Fray Marcos: "Vivir la experiencia de Dios Trino sería convivir. Sería experimentarlo: 1) Como Dios, ser absoluto. 2) Como Dios a nuestro lado presente en el otro. 3) Como Dios en el interior de nosotros mismos, fundamento de nuestro ser. En cada uno de nosotros se tiene que estar reflejando siempre la Trinidad. Empezar por descubrir a Dios en nosotros, identificado con nuestro propio ser. Descubrimos a Dios con nosotros en los demás. Descubrimos también a Dios que nos trasciende y en esa trascendencia completamos la imagen de Dios..."
Texto del evangelio de Juan (3,16-18)
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