22 de Septiembre de 2019
En el texto de la eucaristía de este fin de semana escuchamos la parábola del administrador astuto... y termina con una sentencia que todos conocemos:"No podéis servir a Dios y al dinero". O como explica Fray Marcos: No podéis servir al dios "mammón" (dios cananeo) y a Dios...
Estamos hablando, pues, del "dios dinero"...
José Ant. Pagola se expresa así: "Desgraciadamente, la riqueza se ha convertido en nuestro mundo globalizado en un ídolo de inmenso poder que, para subsistir, exige cada vez más víctimas y deshumaniza y empobrece cada vez más la historia humana."
Es algo que lo constatamos diariamente. Una sociedad, un mundo en el que una minoría amontona poder y riqueza mientras una población inmensa carece de lo más elemental. Podríamos decir que siempre fue así; pero nunca antes fue tan grande el desarrollo de las comunicaciones que nos permiten saber algo de los abusos, la prepotencia y la opresión que se ejerce sobre muchas poblaciones.
Los seguidores de Jesús de Nazaret tenemos que asumir esas indicaciones que nos da el Maestro. Cuando nos dice que tenemos que ser la sal o la luz del mundo..., es para que nuestro modo de vivir marque una tendencia en medio de nuestra sociedad. Y cuando añade que seamos como la levadura, es para que entendamos que lo que importa y tiene que ser nuestro objetivo es la transformación de la masa. La levadura se disuelve y desaparece para obtener un pan que alimente a todos... La eucaristía creo que tiene que significar también eso mismo: ser pan que se parte y se reparte entre los hermanos. (Hay una canción que lo expresa bien: "tu palabra es camino, tu cuerpo fraternidad").
¿Qué tenemos que hacer? Como comenta Inma Calvo, nuestra vida y nuestras acciones, a veces, se quedan a mitad camino sirviendo un poco a Dios y un poco al dinero...: "El refranero lo traduce también con mucha fuerza gráfica cuando critica la incoherencia de encender una vela a Dios y otra al diablo. Son nuestras acciones diarias las que dirán de qué parte estamos."
Hemos visto las manifestaciones de grandes multitudes, sobre todo gente joven y estudiantes, clamando y exigiendo el cambio de economía ante el cambio climático del planeta que ya vamos sintiendo en todo el mundo... Podemos añadir el hambre en el mundo, las migraciones de tantos hombres y mujeres, la explotación laboral de niños y niñas...
Tal vez ser levadura, sal y luz del mundo puede significar ser conciencia de todo esto y actuar de manera que se transforme el mundo que nos rodea.
Fray Marcos comenta eso de servir a Dios...: "A Dios no le servimos para nada. Si algo dejó claro Jesús fue que Dios no quiere siervos sino personas libres. No se trata de doblegarse con sumisión externa a lo que mande desde fuera un señor poderoso. Se trata de ser fiel al creador, respondiendo a las exigencias de mi ser. Servir a un dios externo, que puede premiarme o castigarme, es idolatría y, en el fondo, egoísmo. Hoy podemos decir que no debemos servir a ningún “dios”. Al verdadero Dios solo se le puede servir sirviendo al hombre. Aquí está la originalidad del mensaje cristiano."
Entonces ahí estaría nuestra opción: Servir, amar a los hermanos.
Texto del evangelio de Lucas (16,1-13)