12 de Mayo de 2019
Seguimos en el tiempo pascual y el texto del evangelio que escuchamos en la eucaristía del domingo (tomado del evangelio de Juan) nos invita a reflexionar sobre ese Jesús de Nazaret al que proclamamos "vivo", "resucitado".
Inma Calvo escribe una nueva entrada en ecleSALia.net y ofrece este bello resumen: "Jesús no llegó a pronunciar el discurso del buen pastor. Fue la comunidad de Juan la que expresó su fe con esta imagen tan elocuente, llena de simbolismo en cada una de sus enigmáticas frases. Mis ovejas escuchan mi voz (la buena nueva) y me siguen (se ponen en marcha). Yo les doy vida definitiva (la misma que Jesús ha recibido de Dios). El Padre y yo somos uno (Jesús, viviendo para los demás, está identificándose con lo que es Dios)..."
Leyendo este comentario y lo que nos dicen otros maestros de hoy en día, me pregunto cómo entendemos y expresamos nosotros nuestra fe en Jesús de Nazaret? Y me hago un repaso a mí mismo: Mi fe en Jesús de Nazaret... no creo que sea la misa a la que asisto los sábados o los domingos. Tampoco creo que sean las oraciones que rezo de cuando en cuando; ni alguna que otra devoción que todavía me queda... Entonces ¿Quién es para mí? ¿Qué significa en mi vida? ¿A qué me compromete?
En mi interior, también yo, me apoyo en esas expresiones de aquella primera comunidad de seguidores: "El buen pastor"; formo parte de las "ovejas que le siguen"; Jesús me da "la vida definitiva" y, a través de Jesús entro en "la vida de Dios mismo". Pero eso son como muletas de apoyo que, luego, en la vida real apenas si expresan ideas, pensamientos religiosos, como una tradición y algo que hemos recibido de nuestros mayores y de los maestros que hemos tenido.
Pero, reflexionando en serio, cómo expresaría mi fe en Jesús de Nazaret?
Mira que tenemos grabadas las lecciones antiguas del catecismo! Jesús, nuestro pastor, que nos salva del pecado y nos lleva a la vida eterna... Y para eso, cumplo los mandamientos, rezo, voy a misa y procuro portarme bien... Eso tiene traducción?
Fray Marcos me ayuda a entender: "Es una pena que al hablar de vida eterna sigamos pensando en una vida biológica para más allá. La verdad es que los evangelios nos hablan de una Vida que hay que vivir aquí y ahora..."
Dice el texto del evangelio (como entendía aquella primera comunidad): “Mis ovejas escuchan mi voz... Y ellas me siguen”. No basta escuchar, hay que ponerse en movimiento y entrar en la nueva dinámica. La buena noticia de Jesús consiste en manifestar que hay una nueva manera de afrontar la existencia humana..."
Me digo que, en medio de tanta publicidad, de tanta política y de tantas ofertas, los que nos decimos "seguidores" del Maestro de Nazaret debemos tener una expresión nuestra que realmente indique que sí que lo somos de verdad, que hay una "buena noticia" en nuestra vida. Que no es propaganda electoral, ni expresiones de una religiosidad de iglesia o de convento. Es la vida que toma como modelo a ese "buen pastor" que da la vida por sus ovejas...
"Dar la Vida no significa dejarse matar, sino matarse por los demás..." Así lo expresa Fray Marcos.
Y a mí me queda intentar día a día vivir "matándome" por los demás, hacer realidad una solidaridad compasiva y tierna hacia los que me rodean, en especial hacia los más débiles, los que apenas si pueden sobrevivir y la vida se les cae a pedazos. Sí, los hay también entre nosotros y probablemente pasamos de largo sin siquiera verlos.
Texto de evangelio de Juan (10,27-30)
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