Domingo 4 de Noviembre de 2018
En la eucaristía de este fin de semana Antonio nos ha hecho reflexionar sobre el "amar a Dios y al prójimo como a tí mismo...". Es la respuesta que da Jesús de Nazaret al escriba que le preguntaba sobre cuál es el primer mandamiento.
Ante todo nos ha puesto delante la realidad de nuestra sociedad. En nuestro entorno son muchos los que dicen que "no creen en Dios". Otros muchos que "creen en Dios; pero no en la iglesia". También hay otros que simplemente dicen que "no les interesa"... Para la mayoría el objetivo de su vida es "vivir lo mejor posible" y aprovechar el tiempo que tenemos: el ocio, los deportes, los negocios, la familia, disfrutar... Lo que en muchos casos se traduce en "tener más", "disfrutar más".
Claro que hay también personas que centran su vida en la religión, en el amor a Dios y al prójimo, y podríamos decir que responden a la respuesta que daba Jesús al escriba.
J.A. Pagola lo platea así:"¿Qué sentimos en lo más íntimo de nuestra conciencia cuando escuchamos despacio, repetidas veces y con sinceridad estas palabras?: «Escucha: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas». ¿Qué espacio ocupa Dios en mi corazón, en mi alma, en mi mente, en todo mi ser? "
Y eso vale para todos nosotros. Sí, para mi que intento seguir las huellas de Jesús de Nazaret. El proyecto del Maestro (la buena noticia del reino) va marcado por un dejarse invadir por la presencia y realidad de Dios, el padre bueno, "el que hace salir el sol para los buenos y para los malos...", "el que acoge al hijo pródigo y hace una fiesta a su regreso...", "el que busca y rebusca la moneda perdida o la oveja descarriada...", al que le importa más la compasión y la ternura que los sacrificios y ofrendas, el que valora por encima de todo lo que hagamos a los más débiles, a los marginados, a los don-nadie...
Y ese proyecto compromete toda mi vida y quiere darme a entender que el objetivo de toda persona tiene que ser crecer en humanidad, lo que viene a ser crecer en solidaridad, en compartir, en atención a los otros, en definitiva hacernos más grandes "siendo servidores". Porque ya no nos importa ser importantes, mandar más, estar arriba, tener más, ser conocidos y famosos.
Fray Marcos hace este comentario: "No debo comerme el coco tratando de averiguar si amo a Dios. Lo que tengo que examinar es hasta qué punto estoy dispuesto a darme a los demás. Sólo eso cuenta a la hora de la verdad. El amor teórico, el amor que no se manifiesta en obras y actitudes concretas, es una falacia. Ya lo decía Juan en su primera carta: Si alguno dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su prójimo, a quien ve, es un embustero y la verdad no está en él..."
Texto del evangelio de Marcos (12,28b-34)
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