Domingo 8 de abril de 2018
Estamos en los domingos después de la Pascua y los textos que escuchamos nos hablan de la experiencia de aquellos primeros seguidores (hombres y mujeres) que pasaron del miedo, del desánimo y decepción a la alegría del anuncio de la Vida Nueva (la resurrección).
El caso de Tomás nos viene bien a nosotros: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»Como comentaba el sacerdote en la eucaristía, hoy eso de ser cristiano ya no se lleva. Se ha pasado de la costumbre y hábito social de ir a misa, de cumplir, a una indiferencia e incredulidad que exige "la señal de los clavos y poder tocar..."
Nos hemos quedado con la religión que aprendimos en la primera comunión o en algunas clases del colegio. Aprendimos religión y aprendimos algo de Jesús de Nazaret; pero no experimentamos.
De ahí mi pregunta: ¿Estoy vivo? Que es como preguntarme si tiene sentido y profundidad mi vida.
Me gustó el resumen que nos hizo José Manuel (el sacerdote que nos habló en la eucaristía): Para tener Vida Nueva (al estilo de Jesús de Nazaret) necesitamos tres cosas - La Palabra (leer, escuchar y meditar el evangelio, la buena noticia de Jesús) - El Pan (la eucaristía celebrada en la comunidad, la fracción del pan) - Los Pobres (la solidaridad, el compartir, la compasión y el repartirnos).
Todo un programa que me ayuda a examinar si estoy vivo, si voy entrando en el estilo de Jesús de Nazaret.
Fray Marcos nos ofrece este comentario: "El mensaje para nosotros hoy es claro: Sin una experiencia personal, llevada a cabo en el seno de la comunidad, es imposible acceder a la nueva Vida que Jesús anunció antes de morir y ahora está comunicando. Se trata del paso del Jesús aprendido al Jesús experimentado. Sin ese cambio, no hay posibilidad de entrar en la dinámica de la resurrección. Que Jesús siga vivo no significa nada si yo no vivo..."
Texto del evangelio de Juan (20,19-31)
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