domingo, 4 de marzo de 2018

Lo sagrado




Domingo 4 de marzo de 2018

Resultado de imagen de no convirtais la casa de mi padre en un mercado
En este domingo, tercero de Cuaresma hemos escuchado un texto del evangelio de Juan (la expulsión de los mercaderes del Templo de Jerusalén). Un texto que todos conocemos y que, más o menos, nos han explicado de la misma manera: Jesús que purifica el Templo porque no quiere que "conviertan en mercado la casa de mi Padre"...
Hoy, leyendo y reflexionando lo que nos explican los analistas y estudiosos, me parece que tanto la actitud como la intención de Jesús de Nazaret es algo muy diferente. 
Las enseñanzas, las recomendaciones, la doctrina misma de la iglesia nos ha hecho asumir el concepto de los "sagrado" como algo que la iglesia declara y señala. Un concepto, además, que se aplica a ciertas personas, a ciertos lugares, a ciertos signos y ritos.
Iglesias, templos, ermitas, santuarios, oratorios, sacerdotes, religiosos y religiosas... Y si queremos contactar con lo sagrado (con Dios), tenemos que acercarnos a esos lugares o a esas personas.
O sea que la Iglesia ha recuperado el estilo y manera de la religión del Antiguo Testamento. El Templo, las ofrendas, el lugar y personas sagradas (los sacerdotes, el Sumo Sacerdote) y la insistencia en los rezos, celebraciones y ritos "sagrados".
¿Hemos olvidado la buena noticia de Jesús? ¿La conversión, el cambio de vida, la hemos reducido a la "confesión de pecados" y a "recibir la absolución" del sacerdote? ¿Y toda la insistencia del Maestro en el "amor al prójimo" (el buen samaritano, acoger a los pequeños, dar de comer, de beber, vestir, visitar a los presos...)? "El sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado"...
No querrá decir con todo eso que lo sagrado, de verdad, es la persona humana (hombres y mujeres), que Dios no está encerrado en ningún lugar sagrado, que Dios (al igual que el reino de Dios) está dentro de nosotros...

Fray Marcos hace este comentario: "Si dejásemos de creer en un Dios ‘que está en el cielo’, no le iríamos a buscar en la iglesia (edificio), donde nos encontramos tan a gusto. Si de verdad creyésemos en un Dios que está presente en todas y cada una de sus criaturas, trataríamos a todas con el mismo cuidado y cariño que si fuera él mismo. Nos seguimos refugiando en lo sagrado, porque seguimos pensando que hay realidades que no son sagradas. Una vez más el evangelio está sin estrenar..."

Me gusta reunirme con las personas que quieren e intentan seguir tras la huella de Jesús de Nazaret. Y la eucaristía es o debería ser un momento privilegiado para recordar al maestro, coger fuerzas y ánimo para seguir adelante, renovar nuestro compromiso y darnos la paz. Porque lo importante y sagrado es el encuentro y reunión de la comunidad cristiana, es decir, las personas que la forman. Reviviendo al Maestro aprendemos a ver y mirar a los demás como algo sagrado, como Dios mismo encarnado.
Texto del evangelio de Juan (2,13-25)

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