domingo, 25 de febrero de 2018

Escuchar

Domingo 25 de febrero de 2018

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En la eucaristía de este domingo hemos escuchado la narración de la "transfiguración" de Jesús en el monte Tabor. Ya la conocemos. Y también recordamos los comentarios más frecuentes que nos han hecho en tantas otras celebraciones... Es como ese juego de las adivinanzas. Con Moisés y Elías (la Ley y los Profetas) que avalan al Mesías que llega. Y con eso se nos impone la figura de un Jesús de Nazaret (Hijo de Dios) que ya sabe lo que va a suceder, que acepta el camino que Dios Padre le ha asignado, que se manifiesta en toda su gloria y poder y que, después de pasar por la cruz, resucitará.

Después de leer los comentarios de los teólogos actuales, siento que esa visión no tiene nada que ver con el camino de Jesús, ni con su proyecto del reino de Dios.
Jesús de Nazaret fue creciendo en edad, en conocimiento, en conciencia, en vida entregada a la buena noticia del reino. Y todo eso lo vivió con toda intensidad. Su oración, su encuentro constante con Dios, al que llama "abbá", y su gran deseo es que descubramos que el reino de Dios ya está aquí (dentro de nosotros). Y por eso tenemos que cambiar (darnos la vuelta) y aprender a vivir dando valor a lo importante: la humanidad, la compasión y la ternura, la fraternidad.

Dice Fray Marcos: "La manera de construir el relato quiere demostrar que lo que descubrieron de Jesús después de su muerte, ya estaba en él durante su vida, solo que no fueron capaces de apreciarlo. Jesús fue siempre lo que se quiere contar en este relato, antes de la muerte y después de ella. Lo que hay de divino en Jesús está en su humanidad, no está añadido a ella en un momento determinado."

"Con la escena de la Transfiguración de Jesús en el horizonte, escribe Inma Calvo,me viene a la cabeza esa idea que nos repite tanto Fray Marcos. La divinidad se refleja cuando se vive con plenitud de humanidad."
 De todo el texto escuchado me llama la atención la palabra: "escuchadle". La vimos en la narración del "bautismo en el Jordán" y la volvemos a escuchar hoy...
Esa palabra que en griego se dice: “akouete autou” implica mucho más que dejar que nos entre por los oídos sus palabras. Fray Marcos lo explica así:
“Escuchar” es la actitud del discípulo. En el Éxodo, escuchar a Dios no es aprender de Él, sino obedecerle..."

Y ahí retomamos el primer mensaje de Jesús de Nazaret: "Se ha cumplido el tiempo. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en la buena noticia."
Y ahí nos llega la palabra: "Escuchadle". Es decir, cambia tu vida y decídete a vivir al estilo del Maestro, con la perspectiva de que el reino de Dios está ahí. Lo llevas dentro y sólo tienes que cambiar tu escala de valores.
Texto del evangelio de Marcos (9,2-10)

domingo, 18 de febrero de 2018

Creed en el evangelio

Domingo 18 de febrero de 2018

Resultado de imagen de está cerca el reino de diosYa hemos comenzado la Cuaresma. Y volvemos, como un ciclo que se repite año tras año, a las recomendaciones ya clásicas de la penitencia, ayuno, conversión. Algo que termina convirtiéndose en una rutina más de nuestra práctica religiosa.
Y es una lástima porque ése es el mensaje más importante del anuncio de Jesús de Nazaret. Todo lo que sigue, todo su recorrido, su modo de actuar, sus comentarios y parábolas apuntan a ese primer mensaje: "Está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio"

No me canso de repetirme esas palabras de Jesús:
Está cerca el reino de Dios... Entiendo que me dice que no tengo que buscar el "reino de Dios" allá arriba (en el cielo), ni en muchas oraciones y prácticas religiosas. Tampoco es la "religión" (o religiones) con sus templos y ceremonias. Está dentro de nosotros. Es ahí donde empieza a manifestarse su estilo y su manera. Porque  la señal de que estamos entrando en el reino de Dios es cuando comenzamos a asumir su mirada de compasión, su actitud de solidaridad, la entrega y atención a los más débiles y necesitados.

Convertíos... 
Una palabra que hemos revestido del tono y estilo religioso y nos dirige hacia la penitencia, el sacrificio, el pedir perdón, el sacramento de la penitencia... Supongo que todo eso debería coincidir con lo que nos pide el Maestro; pero me temo que no expresan lo mismo.
Convertíos = Dad la vuelta. Cambia de estilo de vida. Tu programación, los valores que pones en tu vivir se parecen más a las propuestas que nos anuncian en los medios de comunicación: Tener más. Vivir mejor. Pasarlo bien. Ser más importante... Y mientras tanto la "conversión" queda relegada a ciertas prácticas religiosas que nos limpian todo aquello que hayamos hecho mal. Así me vuelvo tranquilo y aseado a la vida de cada día.

Creed en el evangelio...
Evangelio=Buena noticia.
Esa palabra se ha convertido en un "libro". Y me creo lo que dice o no; pero, desde luego, está bien lejos de significar "buena noticia" en nuestro sentir y sobre todo en nuestro vivir.
Porque ¿es buena noticia lo que me dice Jesús de Nazaret?
Está hablando de la vida de los hombres y mujeres orientada hacia el "reino de Dios". Y eso se traduce en: Humanidad cargada de ternura y compasión en la que lo más importante es la "persona". Especialmente esas personas que catalogamos como los "últimos", los "marginados", los "sin papeles", los "muertos de hambre", los "donnadie". Y nos dice que eso es lo que Dios quiere. Y que es posible!

Más de una vez me ha ocurrido que cuando estoy en la iglesia y escucho todo eso, digo que sí, que lo acepto, que me lo creo; pero luego la realidad social y política, la economía y las leyes que la rigen hacen que sienta en mi interior el desánimo y la duda.
¿Es buena noticia el proyecto de Jesús de Nazaret? ¿Es para mí el tesoro escondido? ¿Es lo más grande que puede una persona desear?

Fray Marcos comenta lo de las tentaciones de Jesús..."En Mc no hay tres tentaciones, porque plantea toda su vida como una constante lucha contra el mal. En el evangelio de Mc, no vuelve a aparecer Satanás. Su lugar lo van a ocupar instituciones y personas de carne y hueso, que a través de toda la obra intentarán apartar a Jesús de su misión liberadora. La tentación está siempre a nuestro alrededor..."

Así nos pasa a nosotros. La tentación o tentaciones las vamos a encontrar en la calle, en el trabajo, en los medios de comunicación, en la familia incluso... Está a nuestro alrededor.

Me quedo rumiando el mensaje de Jesús: "Convertíos. Creed en la buena noticia"

Texto del evangelio de Marcos (1,12-15)

sábado, 10 de febrero de 2018

Si quieres, puedes limpiarme

Domingo 11 de febrero de  2018

Del texto del evangelio de Marcos, el de la curación del leproso, nos hemos quedado con esas palabras: "Si quieres, puedes limpiarme". Y nos acercamos a recibir la eucaristía repitiendo esas palabras o las del centurión romano: "yo no soy digno de que entres en mi casa..." Lo que sucede es que nuestra formación (o deformación) religiosa lo aplica a nuestra conciencia de pecado, a algo que tiene que ver con el cumplimiento de leyes y mandamientos. Quiero decir que terminamos siendo verdaderos seguidores del estilo y modelo que proclamaban los escribas y fariseos. La Ley, el Templo, las normas y mandamientos... Eso es lo que nos hace puros o impuros, lo que nos acerca a Dios y nos convierte en verdaderos hijos suyos.

La actitud y modo de ver las cosas de Jesús de Nazaret nos cuestiona y nos provoca. La pureza y dignidad, la buena conciencia y el acercarnos a la manera de Dios (para ser como Él mismo) van en otra dirección.

Acercarse a un leproso, tocarlo... te convertían a ti mismo en una persona impura que no podía acercarse a los demás, entrar en el Templo, poder rezar a Dios como miembro de su pueblo... Y Jesús le toca y le responde quiero, queda limpio...
Y nos decimos que para Jesús no cuenta porque es el Hijo de Dios... Y de esa manera pasamos por encima de su mensaje y lo que quiere hacernos entender.

Jesús de Nazaret nos marca la dirección: La persona. Todo hombre y toda mujer están por encima de todo eso. Su dignidad está en su misma humanidad. Y Dios se hace "carne" en toda persona. Y si no logro descubrirlo es que he perdido el camino.

Fray Marcos lo comenta de este modo: "Jesús se pone al servicio del hombre sin condiciones. Lo que tenemos que hacer es servir a los demás como hace Jesús. Dios no tiene nada que ver con la injusticia, ni siquiera cuando está amparada por la ley humana o divina. Jesús se salta a la torera la Ley, tocando al leproso. Ninguna ley humana, sea religiosa, sea civil, puede tener valor absoluto. Lo único absoluto es el bien del hombre. Pero para la mayoría de los cristianos sigue siendo más importante el cumplimiento de la ley que el acercamiento al marginado..."

Siento que las normas sociales y religiosas han creado en nosotros toda una serie de condiciones y filtros que clasifican a las personas y las hacen "puras o impuras", dignas o indignas, políticamente correctas o marginadas. 

Desde la perspectiva de Jesús de Nazaret es difícil mantener nuestra dignidad y superioridad con referencia a grupos humanos que las leyes y la política (además de los comentarios y predicaciones dentro de la iglesia misma) han dejado de lado y declarado como "impuros".
José Antonio Pagola añade este comentario: "Siempre que discriminamos desde nuestra supuesta superioridad moral a diferentes grupos humanos (vagabundos, prostitutas, toxicómanos, psicóticos, inmigrantes, homosexuales…) y los excluimos de la convivencia negándoles nuestra acogida nos estamos alejando gravemente de Jesús..." 
Texto del evangelio de Marcos (1,40-45)

domingo, 4 de febrero de 2018

Curar, servir y amar



Domingo 4 de febrero de 2018

Resultado de imagen de y se puso a servirlesSeguimos con el evangelio de Marcos (curaciones de enfermos y endemoniados... También la suegra de Pedro) y trato de entender y hacer mío el mensaje de Jesús de Nazaret...
Luego me fijo en nuestras celebraciones, nuestras eucaristías, nuestras devociones... Y siguiendo el pensamiento y modo de entender de teólogos y entendidos de hoy día, siento que hemos convertido la buena noticia de Jesús en una "religión". Con sus ritos, sus presentaciones, sus dirigentes, sus doctores y escribas y... sus muchas normas y mandamientos.
La eucaristía a la que asistí anoche, sábado, tenía más de espectáculo y celebración dirigida a animar y entusiasmar al público que de vivencia y encuentro en torno a la buena noticia del reino de Dios.
Nada más empezar, el sacerdote invitó a la asamblea a "aplaudir" a Jesús allí presente en la eucaristía. Luego nos dijo de "pedir perdón a Dios"... Y en esos momentos recordaba un comentario del libro de María y José Ignacio López Vigil ("Otro Dios es posible") que dice que "no es a Dios a quien tenemos que pedir perdón, sino al hermano" al que he ofendido, al que he olvidado o marginado...
Y ahí, de nuevo, y a lo largo de toda la ceremonia, volvía a sentir eso de la religión. Y me pregunto si no nos sentiremos decepcionados al encontrarnos con el Jesús de los evangelios.
Me gusta y me hace reflexionar el comentario de Fray Marcos: "Todos los evangelios empiezan constatando la euforia con que la gente sigue a Jesús. Pero pronto, se va apoderando de ellos, primero la decepción, después el abandono, y finalmente la oposición total. En Jn este proceso se escenifica de manera genial en el capítulo 6, después de la multiplicación de los panes, cuando quieren hacerle rey y terminan abandonándole todos diciendo: “¿quién puede hacerle caso?” El por qué de esta actitud es claro: buscan ser curados, liberados, queridos, no están interesados en curar, servir y amar...
Si tomásemos conciencia de este cambio en la gente, comprenderemos donde falla nuestro cristianismo. La respuesta está en el relato de la curación de la suegra de Pedro. Jesús cura para que seamos capaces de servir. Esto es precisamente lo que no nos gusta. Cuando Jesús va dejando claro que Dios no es un tapagujeros, que su predicación lo que persigue es cambiar las actitudes fundamentales del ser humano y convertirle en libre servidor en vez de opresor, la gente empieza a sentirse incómoda y le abandona sin contemplaciones..."

Si la buena noticia de Jesús tiene como objetivo a las personas (hombres y mujeres), es decir a la humanidad, nuestros encuentros y celebraciones tienen que tener como objetivo el renovar y revivir el mensaje, afianzarnos en su seguimiento, subrayar el estilo y manera del Maestro.
Buscamos la "curación" (en su encuentro y en su palabra) y la señal de que andamos en el buen camino es que nos ponemos a "servir" y "amar". Todo lo demás (con sus ritos y ceremonias, con sus jefes, con sus doctores y escribas) es hacer de su mensaje una religión al estilo de tantas otras.
Texto del evangelio de Marcos (1,29-39)

Se acerca vuestra liberación

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