25 de diciembre - Navidad
Y en todos nosotros surgen imágenes y celebraciones cargadas de ilusión, de ternura, de felicidad. Todo eso vivido en nuestras casas, en la iglesia y hasta en la calle.
Los belenes, las luces, los encuentros familiares, las comidas hogareñas, los dulces, los regalos... Todo hacía que la Navidad tuviera como un significado tan especial.
Hoy, a nuestra edad, seguramente vemos y vivimos la fiesta de la Navidad de manera muy diferente. La ciudad se llena de muchas luces, las tiendas y comercios nos ofertan de todo en medio de una presentación sensacional. La televisión nos crea espectáculos y presentaciones cargadas de emociones etiquetadas, risas y aplausos grabados y muchas películas que pretenden "recrear" un ambiente entrañable y festivo.
Miguel Esquirol Vives (desde Cochabamba, en Bolivia) escribe: "Es buena noticia la Navidad?
Y me lo pregunto a mí mismo en estos momentos de reflexión. Y no se trata de visualizar el "belén" o las imágenes de los pastores y los ángeles que anuncian la buena noticia. No, la pregunta me cuestiona aquí y ahora.
Jesús de Nazaret proclamaba la "buena noticia del reino de Dios". Él mismo fue y sigue siendo para muchas personas "buena noticia" precisamente en un mundo y en una sociedad como la nuestra.
Como comenta Fray Marcos, en Navidad no estamos celebrando un cumpleaños sino tratando de descubrir y de vivir lo que está sucediendo...
Que Dios se hace carne, como dice Juan en su evangelio, y ha acampado entre nosotros. Pero el sentido profundo de todo eso es que el Dios del que habla Jesús de Nazaret está en medio de nosotros: presente especialmente en todos aquellos que Jesús citará. Los marginados, los enfermos, los empobrecidos, los que están en la cárcel, los inmigrantes, los que padecen hambre o carecen de vivienda...
La Navidad tiene que ayudarnos a descubrirlo en nuestras vidas, en nuestro entorno.
Fray Marcos lo comenta así: "Dios está donde nosotros le descubrimos y le hacemos presente. Dios está donde hay amor. Allí donde un ser humano es capaz de superar su egoísmo y darse al otro. Allí donde hay comprensión, perdón, tolerancia, allí está Dios. Dios no será nada si yo no lo hago presente con mi postura ante los demás.
El único objetivo de esta fiesta es que aprendamos a amar. Que aprendamos a salir de nosotros mismos y seamos capaces de ir al otro. El verdadero amor es el resultado del nacimiento de Dios en mí, en todo ser humano, en todo niño recién nacido. No debemos cerrarnos al entorno familiar o afectivo. Debemos recordar también a aquellos niños o mayores que en este momento están muriendo de hambre o de cualquier enfermedad perfectamente curable. Mueren porque nosotros preferimos adorar un muñeco de cartón, antes que aceptar que cualquier recién nacido es divino porque en él reside Dios.
Deseo de todo corazón que todas estas fiestas me ayuden, nos ayuden, a ver nuestro mundo con unos ojos nuevos que nos permitan "ver, sentir y adorar" a nuestro Dios que se hace hombre, mujer, niño, niña. Y nuestra manera de ser humanos asuma el estilo y manera de Dios con toda su ternura y compasión.
Texto del evangelio de Lucas 2, 15-20
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