Domingo 1 de octubre de 2017
La parábola que propone Jesús en la lectura de hoy (Mateo, 21, 28-31), sobre los dos hijos del hombre que tenía una viña, podemos escucharla y leerla en clave personal: el primer hijo le dice "no quiero", pero luego reflexiona y va. En cambio, el segundo le responde "voy, señor" y luego no va.
Nosotros, personas de iglesia y de práctica religiosa, en más de una ocasión adoptamos la actitud de esos hijos. Deseamos comprometernos con Jesús y la buena noticia del evangelio; pero luego nos echamos atrás. Vivir al estilo de Jesús de Nazaret afecta demasiado nuestra vida y nos conformamos con la religiosidad de siempre: la misa de los domingos, algunas oraciones, obras de caridad. En cambio, personas que apenas si saben nada de la iglesia y del evangelio, una vez que se encuentran con el Maestro o descubren la buena noticia del evangelio, lo viven con una entrega total porque para esas personas es lo más importante y lo único que vale la pena.
Magdalena Bennàsar Oliver lo comenta así: "Para Jesús, la fidelidad a Dios no pasa por la observancia de la Ley, sino por la práctica de un amor sin excepciones. Jesús cambia el modo de relación con Dios, al que presenta como él lo vive, no como el distante Dios del Templo, sino como el Abba cercano y comprometido con la vida...
Y es que si nuestro seguimiento de Jesús no afecta e implica toda nuestra vida, estamos tomando una camino equivocado. Podremos estar satisfechos de nosotros mismos; pero no podremos decir que seguimos la Buena Noticia del Evangelio. Y tiene que hacernos reflexionar el comentario que hace Jesús: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios..."
Y en relación a los acontecimientos del día de hoy (1 de octubre y el planteamiento político que se está dando), la aportación que ofrece la misma Magdalena Bennàsar Oliver: "...Tal vez hoy, uno de octubre, que nuestro país vive una situación muy complicada por falta de diálogo, cuyo término es repetido pero no se practica, podemos preguntarnos qué significa un sí o un no: a un sistema, a unas políticas corruptas… todos y todas debemos reflexionar, ¿por qué quiere separarse una pareja, un país, una autonomía…? La autenticidad del sí y del no nos daría claves de interpretación de la realidad y perspectiva de futuro..."
Tal vez nuestra perspectiva está condicionada por elementos que tienen poco que ver con el modo y estilo del evangelio. Y no sirve decir que una cosa es la religión y otra la política. La propuesta de Jesús no es para vivir mejor la religión; sino para vivir como hermanos y hacer de nuestro mundo un lugar más humano, solidario y compasivo... A todos los niveles.
Texto del evangelio de Mateo (21, 28-32)
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