domingo, 30 de julio de 2017

Descubrir el tesoro

Domingo 30 de Julio de 2017

Imagen relacionadaEste fin de semana, en la celebración de la eucaristía, seguimos escuchando las parábolas que recoge Mateo en el capítulo 13.
"El tesoro escondido", "la perla preciosa"... Y, siempre, aquello de "el reino de Dios se parece..." El que tenga oídos para oír...
Desde el primer momento el motivo y el gran argumento es la "buena noticia" del reino de Dios: Convertíos porque está cerca... Buscad, ante todo, el reino de Dios... Deja lo que tienes entre manos y sígueme... El hombre es más importante que el sábado... Anda y haz tú lo mismo...
Hoy, pues, la pregunta que me cuestiona es ésta: ¿He llegado a descubrir un tesoro? Mejor dicho: "el tesoro"? Mi vida, como cristiano, está motivada por ese descubrimiento?
Pienso, ante todo, en mí mismo. Y en muchos momentos me hace dudar. A lo largo de muchos años, quizás, llegué a sentirme satisfecho conmigo mismo. Como si mis obras merecieran una buena nota en "reino de Dios". Ahora, escuchando y reflexionando sobre estas parábolas, me pregunto si hay nota de "aprobado".
Y pienso también en mi entorno y la visión que me ofrece es como para afirmar que los que nos decimos "seguidores" de Jesús de Nazaret andamos escasos de "tesoros". En un mundo, en una sociedad que parece tener como gran objetivo el "tener", "conseguir éxitos y dinero", alcanzar la "fama"... andamos bastante contagiados por todos esos motivos que nos los sirven a todas horas en los medios de comunicación.
Me llama la atención el modo como reacciona el hombre que descubre el tesoro: "...va a vender todo lo que tiene y compra el campo".  Y me recuerda la palabra que hizo cambiar de arriba a abajo a Francisco de Jaso y Azpilicueta (San Francisco Javier): "De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma..."
Ésa es la pregunta que ronda en estos momentos. ¿Cómo hacer que mi vida esté marcada por el reino de Dios? Y no me refiero, claro, a las devociones y prácticas religiosas; sino al modo y estilo nuevo de plantear mi propia vida.

José Antonio Pagola lo expresa muy bien en su comentario: "El evangelio recoge dos breves parábolas de Jesús con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y los dos reaccionan del mismo modo: venden con alegría y decisión lo que tienen, y se hacen con el tesoro o la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren el reino de Dios.
Al parecer, Jesús teme que la gente le siga por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese proyecto apasionante del Padre, que consiste en conducir a la humanidad hacia un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándolo así hacia su salvación definitiva;en Dios..."

"La Iglesia no puede renovarse desde su raíz si no descubre el “tesoro” del reino de Dios. No es lo mismo llamar a los cristianos a colaborar con Dios en su gran proyecto de hacer un mundo más humano, que vivir distraídos en prácticas y costumbres que nos hacen olvidar el verdadero núcleo del Evangelio..."

Texto del evangelio de Mateo 13,44-52

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