Domingo 25 de Junio de 2017
Escuchar y leer el texto de Mateo en la eucaristía de este fin de semana me resulta una verdadera fuente de serenidad y confianza: "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados..."
A menudo echamos mano de prácticas y actividades, tanto en la vida social como religiosa, que nos den seguridad, que nos tranquilicen: Pólizas de Seguros para nuestra casa, nuestras posesiones, nuestra persona. También en lo religioso: Rezos, novenas, peticiones de todo tipo a los santos y santas...
Y, tal vez, terminamos olvidando el modo y el estilo de Jesús de Nazaret. Por eso me ha encantado el comentario de María Dolores López Guzmán. Me ha parecido, además, que presenta la sensibilidad y perspectiva femenina que parece ser también el modo y estilo de Dios mismo: el detalle y atención a las pequeñas cosas... Disfrutad y saboread parte del texto de su comentario:
"Una persona detallista es...
...la que se fija particularmente en lo que al otro le gusta o inquieta; la que no se conforma con ser correcta y educada sino que desciende a hacer un bien concreto...
...la que adivina el cansancio que el otro prefiere ocultar; la que respeta los silencios porque entiende que hay cosas de las que no se puede hablar...
...la que se queda con los gustos de cada uno para atenderlos; la que sabe seguir el ritmo de los demás por respeto, y que escucha sus sueños para cumplirlos...
Jesús, en este texto del evangelista Mateo, nos asegura que Dios (nuestro padre es así) y que “hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados”...
La existencia de Jesús está llena de detalles hacia la humanidad. Toda persona que se encontraba con Él recibía una palabra que parecía dicha expresamente para ella, o un gesto con el que curaba aquel rincón del alma más escondido y dañado. Ofreció agua viva a la samaritana para calmar su sed; la liberación a través del perdón a la pecadora que lloraba arrodillada a sus pies; palabras de aliento a los pobres, los que lloran, los perseguidos por la justicia, los honestos… diciéndoles que el Padre está de su parte. A cada uno según su necesidad (un estilo que marcó la pauta de las primeras comunidades, Hch 4,34-35).
Esta atención al detalle de Dios que Jesucristo nos recuerda, es el mejor aval para desterrar el miedo y entregarnos sin fisuras a la causa del Reino con infinita alegría, sabiendo que nada de nosotros se pierde a los ojos del Señor.
Por eso Jesús insiste: “no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”.
Texto del evangelio de Mateo 10,26-33
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