Domingo 6 de noviembre de 2016
La lectura del evangelio de este domingo nos trae un tema ante el que nos quedamos como sin palabras: ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Hay resurrección o no? ¿Y eso de la vida eterna?
Con nuestra visión y nuestro modo de entender (físico y corporal) sólo sabemos proyectar hacia el futuro lo que podría pasar... Y siempre nos quedamos cortos porque nadie ha regresado para decirnos qué pasa después.
Creo que Jesús nos marca la dirección correcta: la confianza total en Dios nuestro padre. Vemos en Él la raíz y el origen de nuestra vida (de toda vida, de todo lo que existe) y entiendo que sigue presente en nuestra realidad recreando constantemente y empujándonos hacia una vida más plena, más humana, más solidaria y justa.
Creo que vengo del amor (de mis padres, de mis abuelos, de mis antepasados) y mi vida tiene que ser caminar en esa línea hacia el amor (que es Dios mismo). Como regresar a la fuente de donde vengo. Aunque, ciertamente, no tengo ni idea de cómo puede ser.
Para completar el comentario sobre el tema de este texto de Lucas, me gusta lo que dice Fray Marcos: "Los cristianos hemos sido tan retorcidos, que hemos tergiversado hasta el núcleo central del mensaje de Jesús. Él puso la plenitud del ser humano en el amor, en la entrega total, sin límites a los demás. Nosotros hemos hecho de esa misma entrega una programación. Soy capaz de darme, con tal que me garanticen que esa entrega terminará por redundar en beneficio de mi ego (la vida eterna)...
Con nuestra visión y nuestro modo de entender (físico y corporal) sólo sabemos proyectar hacia el futuro lo que podría pasar... Y siempre nos quedamos cortos porque nadie ha regresado para decirnos qué pasa después.
Creo que Jesús nos marca la dirección correcta: la confianza total en Dios nuestro padre. Vemos en Él la raíz y el origen de nuestra vida (de toda vida, de todo lo que existe) y entiendo que sigue presente en nuestra realidad recreando constantemente y empujándonos hacia una vida más plena, más humana, más solidaria y justa.
Creo que vengo del amor (de mis padres, de mis abuelos, de mis antepasados) y mi vida tiene que ser caminar en esa línea hacia el amor (que es Dios mismo). Como regresar a la fuente de donde vengo. Aunque, ciertamente, no tengo ni idea de cómo puede ser.
Para completar el comentario sobre el tema de este texto de Lucas, me gusta lo que dice Fray Marcos: "Los cristianos hemos sido tan retorcidos, que hemos tergiversado hasta el núcleo central del mensaje de Jesús. Él puso la plenitud del ser humano en el amor, en la entrega total, sin límites a los demás. Nosotros hemos hecho de esa misma entrega una programación. Soy capaz de darme, con tal que me garanticen que esa entrega terminará por redundar en beneficio de mi ego (la vida eterna)...
¿Te preocupa lo que será de ti después de la muerte? ¿Te ha preocupado alguna vez lo que eras antes de nacer? Tú relación con el antes y con el después tiene que responder al mismo criterio... Para Dios eres exactamente igual en este instante que millones de años antes de nacer o millones de años después de morir."...porque para Él, todos están vivos". ¿No podría ser esa la verdadera plenitud humana? ¿No podríamos encontrar ahí el auténtico futuro del ser humano?... ¿No podría ser, que el consumirnos en favor de los demás, fuese la auténtica consumación del ser humano? ¿No es eso lo que celebramos en cada eucaristía?
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (20,27-38)
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